Han trascurrido varias semanas después de haber empezado mi dulce venganza en contra de mi familia.
Mi esposo trato de presentar cargos en mi contra, dictando que no estoy bien de la cabeza y que mis decisiones estaban afectando a mis hijos. Diciendo que los había echado a la calle como unos perros y que, si algo le pasaba iba a hacer por mi culpa.
Cuando le mostré al señor juez las grabaciones de las atrocidades que mis hijos mayores hacían en mí contra y de la forma de su trato, el juez dictó una orden de alejamiento para que no se volvieran acercar a mí ya que ambos eran mayores y podían valerse por sí solos.
Supe que el compromiso de mi hija Aracely se había cancelado y que su grupo de amigas le estaba dando la espalda al ver la situación de que ella ya que no tenía dinero. Mi hijo mayor Liam también había sido abandonado por su novia, una modelo reconocía, pero al ver ya no tenía nada, lo había abandonado. Ahora ambos viven en la casa de su abuelo paterno junto con mi marido y conociendo a mí ex suegro no duraran mucho en esa casa.
Mi esposo ha dejado a su amante y ha tratado de reconquistarme mandándome flores e invitaciones a cenar, cosa que jamás hizo y que yo por supuesto he rechazado. Tuve que mandar a traer a mis tres pequeños ya que mi esposo recordó que tenía más hijos y me presiono que si no los traía de vuelta me demandaría por secuestro. Ahora estaba tratando de comprar el cariño de mis hijos y por lo que supe por Tomas mi hijo de Diez años, es que su padre les estaba presionando a que me convenciera en volver con él. Toda una táctica de manipulación.
Carlos ha permanecido a mi lado y me ha ayudado con algunos asuntos de la empresa haciendo que vuelva a retomar su capital y cada vez su producción vaya en aumento. En las noches se dedica a darme mimos y llevarme a la sima con sus besos y caricias, haciéndome sentir única y especial.
Hace unos días tuve un problema con mi hijo Bairon. Él se empeñaba en hacerme la vida imposible y como es menor de edad no podía sacarlo de mi casa. El juez dicto que debía hacerme responsable de él, ya que su padre se negó en aceptarlo alegando que yo lo había dejado en la calle y vivía arrimado donde su padre. Como ya le había advertido a mi hijo que, si no seguía mis reglas, las cosas con el cambiaría; lo ingrese a un centro de rehabilitación donde se podía desintoxicar su cuerpo y de paso le enseñara sobre la disciplina. Algo que mi esposo nunca permitió con ellos. Pero eso ya estaba cambiando.
Hoy me encontraba en el jardín junto a mis pequeños. Carlos había estado toda la tarde conmigo y mis hijos jugando con ellos y construyendo con sus mismas manos una casita de juegos para mis pequeños. Mis hijos pequeños le brillaban sus ojos cuando veían a Carlos, en él podían ver una verdadera figura paterna, cosa que con su padre no se reflejaba ya que siempre que lo veían, su humor cambiaba drásticamente.
Ahora podía cerrar los ojos y sonreír sintiendo una paz interior. Ahora podía decir que era feliz y las personas ya no me miran con lastima; al contrario, me miran con admiración.
—Señorita Gabriela, la necesitan por teléfono— Mi ama de llaves interrumpe mis pensamientos.
—Gracias— Digo tomando el teléfono — Encárgate de los niños por favor, hazlo bañar—
—Si señora — Me responde Rosa y no hablo hasta que ella ya se ha llevado a los niños.
—¿Si, diga? —
—¿Hablo con la señora Madison? —
—Si ¿Con quién hablo? —
—Señora Madison, habla con el director Brixtron del Centro Wixsite necesitamos informarle algo — Un mal presentimiento se instala en mi pecho.
—Dígame que sucedió — Digo levantándome del asiento del jardín para ir a mi estudio —¡Le sucedió algo a mi hijo? — Lo escucho suspirar.
—Si señora, su hijo se ha escapado —
—¡¿Cómo que ha escapado?!— Digo alzando la voz —¡Pago una fortuna para que lo ayuden y lo cuiden! —
—Señora Madison, cálmese por favor —
—Como quiere que me calme si mi hijo de quince años ha desaparecido señor Brixtron, necesito...— Digo caminando por el pasillo y quedo congelada al ver a mi hijo saliendo de mi estudio — Señor Brixtron, mi hijo acaba de aparecer — Digo hablando por teléfono mientras miro a mi hijo a los ojos — Viendo que su centro no tiene la capacidad de cuidar bien de las personas, le encontrare otro sitio a mi hijo— Digo colgando la llamada sin esperar que me responda.
El rostro de Bairon luce pálido, ojeroso, sus manos tiemblan y hasta luce más delgado. Para un padre es difícil ver a su hijo en malas condiciones, sin importar de cómo te trate ellos; la madre amamos incondicionalmente.
—Me alegro de que estés bien — Digo acercándome despacio.
—Ya me voy — Contesta mi hijo y empiezo a observar detenidamente y me doy cuenta de que está un poco agitado, sudado. Es como si hubiera corrido un maratón.
—¿A dónde vas? — Pregunto con calma para no alterarlo.