Abro mis ojos y veo todo borroso; parpadeo varias veces hasta que mi vista se aclara y puedo visualizar bien a mi alrededor. Empiezo a observar y me doy cuenta de que me encuentro en una habitación distinta a la mía. Trato de recordar lo sucedido y la última imagen que viene a mi mente es en la clínica, mis hijos y mi ex.
Me levanto de inmediato de la cama y un fuerte mareo se apodera de mi cuerpo. La bilis sube por mi garganta y las ganas de vomitar me invade. Cierro mis ojos tratando de regular mi respiración y poder controlar en no vomitar.
—Veo que ya despertaste — Escucho esa voz y abro mis ojos observando a la persona que se encuentra apoyada en el marco de la puerta.
—¿Qué está pasando? Bayrón…— Hago una pausa para controlar los nervios — ¿Para qué me trajiste acá? — Bayrón sonríe de medio lado, baja sus brazos y empieza a caminar donde me encuentro. Mi cuerpo tiembla, pero no quiero que el sé de cuenta de mi miedo así que aprieto mis manos controlando el temblor.
—Un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer para que su mujer no lo deje — Se sienta a mi lado y yo de inmediato me corro al lado contrario.
—Tú y yo no somos nada desde hace mucho tiempo — Digo con firmeza, no dejándome intimidar.
—Estas tan hermosa — Susurra levantando su mano para acariciar mi mejilla haciendo que esquive su toque —Mira te propongo algo — Dice levantándose de la cama hasta ir a una mesa donde hay una jarra y vierte el líquido en un vaso y se acerca a brindármelo. Yo dudo por un momento en recibirle, pero mi garganta pide a gritos algún líquido. Se da cuenta de mi desconfianza y mueve el vaso a la altura de mis ojos — Vamos recíbelo, es solo agua —
Tomo el vaso desesperada y bebo de el sin importar las consecuencias y poder saciar mi sed. Cuando tomo todo el contenido, Bayrón vuelve a servirme otro vaso de agua y yo sigo bebiendo hasta saciar mi sed.
—No entiendo como pudiste drogarme — Digo dejando el vaso sobre la mesa de noche que está a mi lado y lo veo caminar por la habitación hasta tomar una silla situándola enfrente mío.
—A veces nos toca hacer cosas extremas para poder que nos presten atención — Suspiro.
—Tú no necesitas llamar mi atención Bayrón — Digo levantándome de la cama sintiendo el mareo de nuevo — Es mejor que dejemos todo así y me dejes ir para la clínica — Camino unos pasos, pero no logro llegar ni a la puerta porque Bayrón ha tomado mi mano con brusquedad y me ha tirado sobre la cama subiéndose encima de mi cuerpo —¡¿Qué haces?! — Me remuevo y empiezo a moverme tratando de salir de su cuerpo, pero mi ex sostiene con fuerza mis manos.
—De acá no te vas a ir — Susurra acercando sus labios a los míos y yo solo desvió mi boca. Este gesto lo hace enfurecer porque siento que me aprieta más fuerte — Eres una maldita perra — Murmura bajando su rostro hasta mi cuello — Eres mía y tú nunca me vas a dejar — Siento como pasa su lengua por mi cuello haciéndome dar asco.
Empiezo a removerme con más desespero, Bayrón me suelta de las manos y pasa sus manos por mi cuerpo hasta llegar hasta mis senos y los estruja con fuerza. Empiezo a golpearlo con mis manos, pero es un caso perdido él tiene más fuerza que yo. Lagrimas empieza a llenar mi rostro, No tengo fuerzas para luchar. Cierro los ojos y recuerdo una película que vi con Carlos hace unos días donde la chica luchaba para no ser violada y ella aruña el rostro del agresor y mete sus dedos en los ojos de él.
Siento como Bayrón desgarra mi blusa y besa mi cuello. Tomo la poca fuerza que tengo y pongo mis manos en su cara enterrando mis uñas en su rostro hasta llegar a sus ojos. Mi ex grita desesperado y me suelta, lo veo de pie sobre la cama y yo aprovecho para ocultar mis pechos.
Bayrón mira sus manos y tienen sangre. Me mira con rabia y se acerca tomando mi cabello jalándolo con fuerza para sacarme de la cama. Empiezo a gritar para pedir ayuda y este aprovecha y me da un fuerte golpe en el rostro que me deja completamente aturdida en el suelo haciendo que pierda el conocimiento.
Me remuevo incomoda sintiendo mi cabeza estallar. Abro los ojos y me doy cuenta de que aún estoy en el suelo, como puedo me levanto hasta llegar a la cama y me tumbo en ella. Me pongo a espaldas del colchón mirando hacia el techo, toco mi rostro y siento el dolor en toda mi cara. Observo mis manos y veo sangre en ella. Paso mi lengua por mis dientes y me tranquiliza saber que no me tumbo ningún diente; muevo mi cabeza sintiendo de nuevo esa pulsada como si miles de alfileres se enterraran en mi cabeza.
Como puedo me levanto quedando sentada sobre la cama. Tengo que idealizar un plan para salir de este lugar. Una tristeza invade mi mente al recordar de como llegue a este lugar y saber que mis dos hijos están involucrados, todo por el maldito dinero.
Me sobresalto al escuchar que alguien está tratando de entrar a la habitación, mi corazón late con fuerza y empiezo a observar la habitación para buscar algún objeto para poder defenderme. La puerta se abre dejándome ver a mi hijo Liam quien entra con una bandeja en sus manos. Ni siquiera es capaz de mirarme, solo camina hasta la mesa dejando la bandeja de comida y voltea hacia la salida.