Dulces Mentiras, Amargas Verdades: Decisiones (libro 3)

CAPÍTULO 11

Uno de los días más esperados para Rachell, llegaba y aunque se había preparado mentalmente, la emoción no mermaba. Por el contrario aumentaba día a día.

Había recibido invitación para dos entrevistas. Una en una importante emisora de radio de Nueva York y la otra, para un exclusivo canal nacional que se encargaría de transmitir el Fashion Week. Ese mismo día conocería a Carolina Herrera, quien la amadrinaría en el gran evento.

 La diseñadora Venezolana era un ejemplo a seguir, Herrera era sinónimo de éxito y distinción.

En honor a su madrina, había vestido un conjunto de blazer gris grafito, con una camisa de seda roja, así como zapatos cerrados y bolso de asa corta en el mismo color. Su cabello en una elegante y alta cola de caballo, jugando armoniosamente con un maquillaje, sencillo y perfecto, que perfilaba sus más brillantes rasgos haciéndola lucir bonita y selecta.

Subió a su coche, donde Oscar la esperaba frente a la boutique. Sería el encargado de trasladarla al salón donde se llevaría a cabo la tan esperada reunión con los representantes de la agencia publicitaria Planet Global.

Para ese tipo de encuentros no le gustaba ir sola y Oscar tampoco le permitía hacerlo, aunque siempre esperaba prudentemente en el aparcamiento.

—Listo vámonos, no quiero llegar tarde —dijo sacando de su bolso el exquisito perfume y rociándose un poco.

—Tienes tiempo de sobra —acotó Oscar para que los nervios en Rachell no la dominaran, aunque ella era un mujer fuerte y nada la doblegaba. Esta vez se le notaba la emoción que la embargaba. Puso inmediatamente el coche en marcha.

—A veces hay más tráfico de lo normal —hizo un gracioso mohín, lamentándose por lo congestionada que era la ciudad, mientras buscaba dentro de su bolso el pequeño neceser que contenía sus maquillajes y sacó el estuche cuadrado de un negro brillante con dos C invertidas encerradas en un círculo tallados en plateado. Era su polvo compacto y con la mota blanca se dio ligeros toques en la nariz, mentón y frente.

—¿Te dieron hora y fecha para las entrevistas? —preguntó con la mirada al frente mientras conducía rumbo a una cola de coches que los atascaría en el trafico al menos por cinco minutos.  

—Sí, el lunes a las dos de la tarde será la grabación de la entrevista para Fashion One y el jueves tengo que ir a la emisora de radio a las diez de la mañana. ¡Estoy emocionada! Todo es tan perfecto que nada puede salir mal —decretó con gran entusiasmo, mientras guardaba el estuche del polvo compacto en su bolso.

—Estoy seguro que después del Fashion Week vendrán las ofertas internacionales. Mi hermosa mariposa, las puertas del mundo están por abrirse para ti —señaló con esa felicidad que se le aferraba al pecho por ver a su casi hija triunfar. Se lo merecía y con creces.

Mantuvo el volante con una mano y la libre la acercó al rostro de Rachell y con los nudillos le acarició la mejilla.

Rachell complacida ante el toque casi ronroneó como una gatita a la cual la colmaban de mimos. 

—Moriría de la felicidad, espero que la gente de Planet Global me ayude a ser más reconocida. Estoy segura de que mis diseños van a gustar. Apenas he dormido cuatro horas por estar armando el book con los que voy a presentar, pero ¿pregúntame si tengo sueño? —cuestionó a Oscar tomándole la mano y entrelazando sus dedos con los de él.

—Sé que no lo tienes, la adrenalina no te deja sentirlo —dijo sonriéndole; aprovechó que Rachell le mantenía la mano agarrada y se la llevó a los labios regalándole un beso en el dorso—. Estoy sumamente orgulloso de ti. 

—Gracias Oscar, sabes bien que sin tu ayuda nada de esto sería posible, has sido mi mayor apoyo. Me llenaste de esperanzas cuando todas se me habían hecho trizas y me enseñaste a encontrar valor en el miedo —recordó la manera en que él había influenciado en su vida.  

—No tienes nada que agradecer y lo sabes. El ingenio que posees es tu mayor impulso, nunca dejaste de ser valiente Rachell, ni en los peores momentos, la chispa siempre estuvo en tu mirada. Tenías ganas de seguir soñando y ni siquiera tú lo sabias… Aún eras una niña como para dejarte vencer, recuerda que siempre hay una salida, algunas pueden estar más lejanas que otras, pero a fin de cuenta se alcanzan —dijo mirándola a los ojos de vez en cuando por alternarla con la carretera.

Rachell sabía que, aunque no pudiese verla directamente a los ojos con cada palabra dicha, estaba segura de que sus consejos siempre habían sido de corazón. Oscar era el hombre que más la había querido y no dudaba sobre ese sentimiento. 

—Te quiero Oscar, no eres sólo un amigo, eres quien me guía, me protege. Eres mi padre —pronunció con todo el cariño que en ella había para él y con la seguridad que se mantendría intacto de por vida.

—Es así como lo creo, gracias… gracias por llegar a mi vida Rachell. No has ocupado el lugar de Jordan, eso es imposible, pero me gané una hija cuando perdí otra —Su voz se convirtió en un murmullo quebrado por recordar a su hija y mujer; como le fueron arrebatadas injustamente.

La chica se aferró al brazo derecho de Oscar y dejó descansar la cabeza, demostrándole con ese gesto apenas un atisbo de la magnitud del afecto que sentía por él.

—Tengo la plena certeza de eso  —agregó, sintiéndose afortunada de haberlo encontrado y triste por lo injusta que había sido la vida con Oscar. Todo era tan contradictorio él que amaba a su mujer e hija las había perdido y ella aún seguía con vida.




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