Dulces Mentiras, Amargas Verdades: Decisiones (libro 3)

CAPÍTULO 23

Rachell regresaba con un vestido blanco de telas ligeras que le daban una caída y movimiento envidiables. Necesitaba colocárselo al maniquí y revisarlo por última vez antes de ponerle el forro. No se perdonaría que tuviese algún desperfecto.

Observaba como Sophia cantaba prácticamente en susurros, se había pasado toda la noche en el mismo plan, por no decir que ella había escogido la lista de reproducción.

—Estás muy inspirada hoy… —canturreó sonriente, reventando la burbuja musical en la que se encontraba Sophia.

—Es que esa canción me encanta, sólo eso —acotó quitándole el vestido a Rachell.

—Y todas las demás también… estás, no sé. Sophie te conozco, te noto rara —curioseó registrándola con la mirada.

—Rach… ¿Te crees un telescopio? Simplemente me gusta el tema nada más o no… Creo que es la hora —dijo soltando un gran suspiro, colocó el vestido sobre un diván de cuero blanco y la tomó por la mano, llevándola a un lugar apartado. No podía seguir ocultándole algo tan importante a Rachell.

—Sabía que tenías algo que decirme —celebró sonriendo al saber que las suposiciones de qué algo le pasaba a su amiga eran ciertas.

—Estoy saliendo con alguien, ese es el tema —soltó sin más, porque eso no era lo difícil.

Rachell sin poder evitarlo le dio un abrazo y la hizo saltar con ella, mientras sonreía como una adolescente, sintiéndose realmente feliz por Sophia.

—¡Que alegría! ¿Pero ya confirmaste que no fuese gay? —preguntó alejándose un poco y le colocó las manos sobre los hombros, para mirarla mejor a los ojos.

—No, no es gay, es peor —murmuró bajando la mirada y sintiendo una gran presión en el pecho, porque no quería que Rachell se enfadara a solo días de un evento tan importante para ambas.

—-Mierda, peor, entonces ¿es travesti? —inquirió tratando de aligerar la tensión que veía en la pelirroja.

—No —reafirmó su negación al mover la cabeza con energía, logrando que sus hebras rojizas se agitaran graciosamente.

—¿Es psicópata? —preguntó Rachell abriendo los ojos de manera exagerada.

—No —repitió el movimiento de negar con la cabeza.

—¿Es una mujer? ¿Eres lesbiana? —indagó haciendo un mohín de desagrado.

—¡No! Definitivamente no —dijo casi horrorizada, porque ella estaba consciente de que le gustaba demasiado un hombre, y que su relación con mujeres exclusivamente era de amistad.

—¿Es hombre? —prosiguió con su interrogatorio, esta vez elevando la ceja izquierda y cruzando sus brazos ante la impaciencia.

—Sí, es un hombre con su orientación sexual muy definida. Sólo que —farfulló las últimas palabras y bajó la mirada.

—¿Yo lo conozco? —preguntó Rachell mirando a Sophia a los ojos, como pudiesen darle la respuesta, pero fue la cabeza de su amiga quien se la dio, al afirmar con lentitud cómo si temiera hacerlo—. ¿Y me dirás de quién se trata?

—Bueno, no lo conoces personalmente. De hecho, yo no lo conocía personalmente, fue un accidente, nos conocimos por error… Y todo surgió, fue algo inesperado ¡joder! Estoy más enredada que el cabello de Robert Pattinson promocionando Crepúsculo —bufó con nerviosismo. 

—Y me estás enredando también, ¡sólo dime un nombre! —exclamó casi con exasperación.

—Reinhard Garnett —lo dijo sin respirar y conteniendo el oxígeno en sus pulmones.

A Rachell se le fueron los colores del rostro y negaba con la cabeza, mientras que Sophia asentía con los párpados muy abiertos.

—¡Un momento! Tengo que procesar esto… ¡¿Me estás jodiendo?! Es Reinhard Garnett, el… ¡ay no! —chilló las últimas palabras y sentía que todo empezaba a darle vueltas; por lo que se llevó las manos a la cabeza. 

—Rach… sólo surgió, yo no lo busqué. Lo conocí hace un par de meses por error y bueno le debía una cena —acotó con nerviosismo.

—¿Tú le debías una cena? —preguntó gesticulando de manera exagerada ante la incredulidad.

—A modo de disculpas. Es que lo pisé, en ese momento no la acepté porque sabía que a ti no te iba a gustar la idea, pero cuando te fuiste de viaje con Samuel, Reinhard me invitó un fin de semana a Brasil y no pude negarme, inevitablemente, pasó lo que tenía que pasar — contó y con cada palabra que esbozaba trataba de liberar el aire que tenía atascado. No le estaba gustando el gesto en la cara de Rachell.

La chica de ojos violeta miraba en los verdes de la pelirroja, sintiendo una gran marea de emociones muy confusas en su interior. Necesitaba tiempo para reaccionar a esa noticia, porque era algo que no podía creer. Sin embargo, sabía que Sophia requería que le diese respuestas.

—¡¿Lo que tenía que pasar?! Te fuiste a Brasil y no me lo dijiste, yo te cuento todo, ¡absolutamente todo! —reprochó sintiéndose dolida porque Sophia no había confiado en ella—.Te estás follando al tío de mi pareja.

—Ese es el problema, por eso no quería contarte nada porque sabía que me juzgarías y pensarías que lo hice a propósito —dijo sin desviarle la mirada. Sintiendo un nudo en su garganta a causa del enfado y las ganas de llorar. ¿Por qué pensó que Rachell la comprendería y no la pondría en tal situación?




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