Dulces Mentiras, Amargas Verdades: Decisiones (libro 3)

CAPÍTULO 24

Aunque Thor lograba comunicarse con Megan por teléfono, no era suficiente. Quería verla y comprobar que verdaderamente se encontraba bien.

 Llevaba dos días sin ir a la universidad y ella sólo le decía que su padre la tenía castigada. El maldito viejo se creía un dictador. ¿Acaso no era consciente de que su hija ya no era una niña?

Sin poder controlar sus instintos y sus ganas de ver a su novia, se encontraba frente a la puerta principal de la mansión Brockman. Sabía que quien le abriría la puerta sería Megan, ya le había comunicado que iría por ella.

No era un adolescente irresponsable para estar escondiéndose o  entrando por la ventana de su habitación a media noche, era un hombre y como tal actuaría.

—¡Hola! —La emoción y cierto nerviosismo vibraban en la voz de Thor. Su chica se veía preciosa. Megan era sin duda una muñeca con una belleza inigualable.

Sin pedirle permiso la abrazó y le dio un beso en la coronilla, viviendo la maravillosa sensación de sentir el rostro de ella refugiarse en su pecho.

—No tenías haber venido —murmuró abrazándolo con todas sus fuerzas. Sin poder abarcarlo por completo, la amplia espalda de su novio se le escapaba a tal posibilidad, sintiendo el cuero frío de la cazadora negra que llevaba puesta, pero que contrastaba maravillosamente con el calor de su pecho—. Es mejor que te vayas, hazlo antes de que mi padre se dé cuenta de que estás aquí.

—Megan he venido a hablar con él, tiene que entender que ya no eres una niña y que queremos estar juntos —comunicó tomando entre sus manos el rostro de la chica e instándola a que lo mirara a la cara.

—No lo va a entender, no quiere hacerlo, he intentado hablar con él y no quiere escuchar —dijo mirando los preciosos ojos celestes de su novio—. Por favor —suplicó en un hilo de voz.

En ese momento Thor le desvió la mirada, y ella inmediatamente se dio media vuelta para encontrarse con su padre, quien se acercaba a pasos agigantados y antes de que pudiese intervenir, Thor la atrajo por la mano y la puso detrás de él, cubriéndola con su cuerpo.

—¿Qué haces aquí? Te largas ahora mismo y dejas a mi hija —exigió Henry, evidenciando el enfado que le causaba la presencia de Thor Garnett.

—Señor Brockman, he venido con buenos modales a hablar con usted. Comprendo que esté enfadado, porque desde un principio debí tener su autorización… —Trató de explicar con voz pausada, como una persona civilizada, pero Brockman lo interrumpió.

—¡Y no la tienes, ni la tendrás! —vociferó acercándose, aunque no lo suficiente, porque sabía que el joven tenía la mano pesada y prefería dejárselo a los oficiales—. Llama a la policía —ordenó a una de las asistentes del servicio, quien se había presentado en el salón ante los gritos de su jefe.

La mujer asintió  casi inmediatamente como una autómata y con paso apresurado se dirigió al teléfono.

—Señor, estoy tratando de hacer las cosas de la mejor manera, no estoy irrespetando a su hija —Intentó Thor una vez más.

—Ya no tienes nada que irrespetar, si ya te la has… —prefirió evitar esbozar eso que tanto le había dolido, saber que su hija había perdido la inocencia a manos de un Garnett no sólo lo enfurecía sino que también le dolía—. Actuaste como el hijo de puta que eres —Desvió la mirada hacia su hija—. Megan —pronunció suavizando la voz—. Aléjate de ese hombre y ve a tu habitación.

—Lo siento papá, pero no voy a ningún lado, no hasta que aceptes lo que yo quiero. Quiero estar con Thor —dijo tratando de que la coraza de valentía no se le cayera.

—¡Sobre mi cadáver! —explotó enfurecido. No iba aceptarlo, nunca lo haría y aunque quiso ser paciente con su hija y mostrarse pacifico, las palabras de ella fueron una bomba que hizo estallar sus emociones de manera inmediata.

—No es necesario llegar a tales extremos señor, estoy tratando de demostrarle que mis intenciones son buenas… —Todavía cuando Thor se sintiese enfadado por la actitud hiriente del hombre, trataba de mantener los estribos. Lo hacía por Megan.

—Los extremos los rebasaste en el maldito momento en que decidiste mirar a mi hija. No te quiero cerca de ella, ni ahora ni nunca. No voy a consentir que sigas llenándole la cabeza de falsas promesas. Eres un pedazo de mierda que le va a partir el corazón y eso no lo voy a permitir. Primero te pongo a comer tierra —amenazó sin importarle las consecuencias de sus palabras.

—¡Papá! No te permito que le hables así, tú no sabes nada —intervino Megan, escandalizada ante las palabras de su padre.

—Aquí quien no sabe nada eres tú Megan, eres una niña tonta, ¿acaso no puedes ver que este hombre no ve nada especial en ti? Sólo está tratando de cumplir su fantasía con una adolescente —acusó a Thor sin miramientos, sin importarle ser cruel con sus palabras. Sabía que la crueldad muchas veces era el mejor método para hacer reaccionar.

Thor se estaba cansando de que las personas lo juzgaran sin conocerlo, que sacaran conclusiones a la ligera y exponerlo como un cabrón sin escrúpulos, pero antes de que pudiese dejar en claro lo que verdaderamente era y sentía, Megan se le adelantó tomando la palabra.

—El único que se empeña en verme como una niña tonta eres tú, papá, ya no soy más una niña, no soy tonta, quieres que lo sea para mantenerme bajo tu dominio, pero yo quiero valerme por mí misma, quiero mi vida, la que yo quiero, no la que tú quieres para mí y me cansé. Me cansé de que quieras gobernarme —dijo saliendo por detrás de su novio, encarando a su padre con los puños apretados, tan fuerte que podía sentir las uñas enterrándose en las palmas de sus manos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.