Dulces Mentiras, Amargas Verdades: Decisiones (libro 3)

CAPÍTULO 32

Apenas se abrió la puerta de la suite del hotel donde se estaban hospedando, Megan dejó de lado la Macbook bajó de la cama y corrió hasta su novio, quien ágilmente la cogió en el momento en que ella se le lanzó a sus brazos.

—¿Qué ha pasado? —preguntó y la respuesta que obtuvo fue un beso vehemente por parte de Thor, al que ella correspondió con las ganas que él despertaba.

El chico la mantenía segura, mientras Megan se aferraba con sus piernas a su cintura. La llevó a la cama y se dejaron caer sin ningún cuidado. Ambos rieron y las caricias empezaron a viajar por sus pieles, sin dejarle tregua a sus bocas.

—No pretendo ser la primera en ver sus videítos. —La voz de Ciryl se escapaba del portátil.

Thor y Megan pausaron los besos, las caricias y posaron sus miradas en la chica que estaba en la pantalla.

—Lo siento Ciryl… En un rato seguimos hablando —dijo Megan sonriendo algo sofocada por los besos y el excitante peso de su novio sobre su cuerpo.

—Esto no puede esperar Ciryl —expresó Thor sonriente y cerró la  Macbook, con ese simple movimiento desconectando a la amiga de su chica, para volver al ataque con sus besos y caricias.

Megan una vez más se entregaba a Thor con todo lo que tenía. Con sus ganas y la experiencia que en cada encuentro con él adquiría. Poco a poco aumentaba esa necesidad casi enfermiza por sentirlo piel a piel, besos a beso.  Beber la respiración de su dios del trueno y dejarle en la espalda las huellas del placer que él le daba, ese placer que llegaba a la cumbre en medio del orgasmo.

—¿No me has dicho cómo te fue en la reunión con tu padre y Samuel? —preguntó acostada sobre el pecho del rubio, mientras con uno de sus dedos le bordeaba una tetilla.

—Bien. Samuel no termina de aceptar lo nuestro, pero hará el intento, mi padre quiere que sigamos viviendo juntos —murmuró dejándose llevar por la maravillosa sensación que le regalaban las hebras de los cabellos de Megan a sus dedos.

—Thor…  —La chica pensaba en las palabras precisas para que su novio la entendiera—. Creo que ya es hora de que vuelva a mi casa, no puedo quedarme a vivir en este hotel. Necesito enfrentarme a mi padre, él debe de entenderlo y aceptar mis sentimientos.

—¿Echas de menos a tus padres? —preguntó en un murmullo.

Megan asintió, pero también lo abrazaba demostrándole con ese gesto que quería a sus padres tanto como a él, tal vez en la misma medida, pero eran amores completamente distintos.

—Sí, los extraño, también extraño a Tyrion… Sé que mis padres, no son los más atentos, ni cariñosos, mucho menos los más comprensivos, pero en mí existe la necesidad de verlos. Quiero abrazar a mi madre, escucharla por teléfono no es suficiente. 

—Te entiendo, sé que necesitas verlos. Cuando quieras te llevaré.

Megan elevó un poco la cabeza y buscó la mirada de Thor.

—Podría ser ahora.

—¿Ahora? —preguntó un poco sorprendido, porque no se había preparado para una despedida. Había planeado pasar la tarde juntos, aprovechar el día libre—. Está bien, vamos a ducharnos. —Thor sabía que aunque quisiera tener a Megan a su lado, ella también necesitaba de su familia.

****

En el corazón de la isla de Manhattan, se encontraba un oasis que invitaba a cualquiera a escaparse de la gran ciudad que la cobijaba. El Central Park con su gran variedad de vegetación y sus zonas de recreo era un poderoso imán para multitudes; personas en busca de distracción o descanso se concentraban en el maravilloso lugar.

Samuel recorría los caminos sin ningún rumbo, sólo tratando de dejar la mente en blanco. Dejar que la magia del verde de la vegetación lo absorbiera y le ayudase a pensar con mayor claridad. Era lo que realmente necesitaba, un momento con él a solas para reflexionar sobre las cosas que le estaban pasando y que muchas lo habían golpeado por sorpresa en muy poco tiempo.

No esperaba vivir emociones tan extremas. Por un lado estaba el poderoso sentimiento que Rachell había despertado en él, uno tan bonito que no entendía de razones y que llegó cuando menos lo esperaba. Era consciente de que también había llegado cuando no lo necesitaba, pero no podía evitar que esas extrañas y maravillosas sensaciones lo consumieran y lo dejaran a la merced de la casi obsesión en la que se había convertido ella para él.

Estaba completamente seguro de que lo que sentía por ella no lo desviaría de su cometido. Que llevaría a cabo para lo que se había preparado casi toda su vida, pasara lo que pasara, pero también sentía por ella que cierto temor se le instalaba en su ser. Temor a que ella odiara al hombre en el que estaba dispuesto a convertirse, con tal de hacerle pagar a los hijos de puta que le causaron tanto daño a su madre. Que Rachell no comprendiera sus razones ni su dolor y que lo abandonara al momento de descubrir hasta dónde era capaz de llegar Samuel Garnett. Que se cegara sólo ante el Samuel que necesitaba hacer justicia y no pudiese ver a ese que la quería. 

Por otro lado, Thor también se había involucrado y de la manera más descabellada. Jamás pensó que su primo podría convertirse en un objetivo tan cerca y vulnerable al enemigo. 

Tal vez si pudiese contarle sus razones, lo haría reaccionar, pero no podía, no quería que la bomba explotara antes de tiempo y poner sobre aviso a nadie. No iba  a darle explicaciones previas a nadie y mucho menos a permitir que interfirieran en sus planes y hacer las cosas de otra manera. Samuel Garnett no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer, por nada ni por nadie.




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