Dulces Mentiras, Amargas Verdades: Decisiones (libro 3)

CAPÍTULO 46

Megan dejó caer su bolso deportivo en el suelo de madera del gimnasio del apartamento de los primos Garnett. Apenas si podía creer que estaba en ese lugar, no sólo para entrenar sino para también quedarse a dormir en la cama de su novio.

Definitivamente Thor se había ganado la confianza de su madre y cuando pasó por su casa después de su día de trabajo proponiéndole pasar la noche en su apartamento, ella no se negó.

Involuntariamente sus ojos se pusieron en blanco y al segundo cerró los párpados tratando con eso de esconder las reacciones del deseo, al ser sorprendida por su novio. 

Thor se encorvó lo suficiente para poder cerrar con sus brazos la diminuta cintura y darle a su boca el placer de probar la piel del cuello de su novia.

—Thor dijiste que íbamos a entrenar —murmuró ella en medio de gemidos.

—Eso hacemos novia mía… sólo estamos calentando un poco —Mientras dejaba caer una lluvia de besos en una de las mejillas de Megan—. Para entrenar debemos tener la sangre caliente y yo no conozco una manera más efectiva que ésta.

—El problema está en que, no voy a querer entrenar… voy a querer…

—Shsss —le pidió cubriéndole la boca con una de sus manos—. La lujuria no es buena… —Le dio un último beso y se alejó—, ahora sí vamos a entrenar. 

Thor caminó hasta el reproductor de música y dejó que sonara  al azar, el primer tema fue I Need Your Love.

Megan empezó a cantar y a bailar, revoloteando por el  gimnasio con sus gráciles movimientos, mientras le sonreía a su novio de manera seductora.

—Tienes mi tiempo, y es para entrenar —le dijo tendiéndole una mano. Megan corrió hasta él y se la agarró.

Thor la hizo dar una vuelta mientras la sostenía por la mano y en un rápido movimiento la cogió por la cintura, elevándola del suelo sin el mínimo esfuerzo.

—¿Qué vamos a hacer? —le preguntó  queriendo ella misma implantar deseos ardientes en su novio.

—Vamos a que hagas abdominales —informó, dirigiéndose hacia donde estaban las colchonetas de gimnasia, dejándolas caer—. Como es la primera vez, no las vas a hacer combinadas, sólo las tradicionales.

—Está bien... —masculló perezosamente—. Que sean las tradicionales.

—¿Sabes cómo hacerlas? —preguntó sonriente.

—Claro que sé cómo hacerlas

—Bien, yo contaré para que no te agotes… empezaras con veinte, descansas un minuto y sigues con veinticinco, descansaras minuto y treinta segundos e incrementaras cinco más, así hasta que hagas cincuenta abdominales seguidas —Él hablaba y Megan asentía casi automáticamente—. Bien. Empieza.

Megan se dejó caer acostada en la colchoneta de color azul y dio inició a su rutina de ejercicios.

—Así no… Megan no estás haciendo nada —le dijo Thor sin poder evitar reírse de su novia.

—Claro que lo estoy haciendo bien —aseguró deteniéndose de golpe.

—No. No lo estás… Tienes que levantar las piernas y flexionarlas. —Thor se arrodilló frente a ella y le sujetó los tobillos con las manos. —Sube —le pidió, y él mismo le ayudó a que las pusiera en la posición correcta—. Ahora empieza.

Megan levantó el torso un par de veces y Thor le soltó las piernas para que continuara ella sola.

Sin ningún esfuerzo hizo las primeras veinte abdominales y descansó el minuto acordado, por petición de su novio, porque ella quería continuar.

—Debes guardar energías —le aconsejó.

Megan dejó caer las piernas para que le descansaran y se sentó para admirar a su novio.

—¿Qué noticias tienes sobre tu padre? —indagó con precaución, lo que menos quería, era afectar el estado de animo de Megan.

—El abogado nos dijo que esta tarde le harán los últimos exámenes y depende de lo que salga en el informe médico, podrían darlo de alta mañana —contestó y esquivó la mirada de Thor—. Me gustaría que pudiese terminar su recuperación en casa. —Fijó la vista en algún punto imaginario en la colchoneta azul.

—El abogado debería apelar para que le den libertad bajo fianza, alegando su condición médica.

—Lo ha hecho, él nos informó que le había pasado el informe médico a la jueza… —Guardó silencio porque no quería decir lo que seguía, ella se encontraba en una posición realmente difícil y no sabía siquiera cómo sentirse—, pero el fiscal encargado del caso, no quiere ceder —dijo en un hilo de voz.

Thor abrió la boca para dar una respuesta, pero no la encontró. Él sencillamente no podía ver a su primo como una mala persona y confiaba en que Samuel estaba haciendo su trabajo y no se estaba ensañando en contra del padre de Megan.

—Empieza a contar  —dijo Megan dejándose caer acostada sobre la colchoneta y adoptando la posición de hacer la rutina. Ella sabía que su novio no tendría una respuesta  y que él se encontraba en la misma posición.

Megan continuó con los ejercicios. Aunque no se encontraba agotada, empezaba a sentir el esfuerzo al realizarlo y cada vez se le hacían más largas las treinta abdominales. Su rostro se sonrojaba a más no poder y el corazón se le había estancado en la garganta con latidos acelerados.




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