Dulces mentiras amargas verdades: Revelaciones (libro 2)

CAPÍTULO 2

Como cada mañana, Thor y Megan se encontraron en el Central Park para su rutina de ejercicios; sin embargo, aquella mañana el rubio tenía pensado saltárselos. Así que llevó su auto al parque y cuando su novia estuvo lo suficientemente lejos de su chofer, la tomó por la mano y la instó a correr hasta donde había aparcado.

—¿Puedo robarte un par de horas? —preguntó abrochándole el cinturón de seguridad y acercándose para darle un beso que ella correspondió con notable entusiasmo.

—Me parece perfecto, pero primero déjame apagar el GPS —dijo distraída, luego le mordió los labios y le sonrió con contradictoria inocencia, perdiéndose en la mirada celeste y brillante, llena de cosas no dichas que ella definitivamente quería descubrir. Se alejó un poco y dejó a su padre desorientado solo con un toque de pantalla—. ¿A dónde me llevarás?

—¿A dónde quieres ir? —indagó Thor con picardía, ella se mordió el labio inferior, mientras pensaba en un montón de posibilidades

Thor levantó las cejas, y repasándose los labios con la lengua bajó la mirada negando repetidas veces.

—Deja esos pensamientos —pidió con una sonrisa, tocándole con la yema de uno de sus dedos, la punta de la nariz—. Dos horas no serán suficientes —susurró, posando su mano en su cuello, besándola con embeleso, robándose el oxígeno de la boca de Megan, introduciendo su lengua, hurgando hasta hacerla jadear.

Emociones desconocidas brotaron en Megan desde sus muslos hasta su pecho, dos horas no serán suficientes.

—No estaba pensando… lo que imaginas —murmuró contra los labios rojos e hinchados de Thor, rectificándose inútilmente.

—¿Y qué pensabas entonces?

—Ay Thor ¿por qué no me dices a dónde vamos? —preguntó, cambiando el tema sin nada de tacto.

Thor sonrió rozando sus dientes superiores con la lengua. Él sabía perfectamente en lo que ella estaba pensando, pero más le valía a él desviar a su mente de esos pensamientos.

—Está bien, vamos a desayunar —informó acomodándose y encendiendo el vehículo—. Yo no tuve tiempo de hacerlo esta mañana. 

Esa noticia no le gustó mucho a Megan, no estaba acostumbrada a desayunar y sabía que él insistiría en que lo hiciera, pero trató de disimular su temor por comer con media sonrisa que no llegó a su mirada.

El restaurante Norma’s del hotel Le Parker Meridien les daba la bienvenida con sus techos altos y paneles de madera, las mesas estaban enmarcadas con bordes de plata, todo era elegante y acogedor, con un toque clásico, pero con detalles modernos que lo hacían más que agradable.

—Buenos días, Diego —saludó Thor palmeándole la espalda al joven de rasgos latinos que lo recibía, tomando por sorpresa a Megan, ya que trataba al empleado como si fuese alguien de su entorno.

—Buenos días, Thor. —Pese a la familiaridad de su saludo, el chico marcaba cierta distancia, tal vez manteniendo la diferencia entre cliente y empleado.

—Te presento a mi novia —dijo Thor desviando su hermosa mirada celeste hacia Megan, que le regaló una sonrisa tímida al chico, y aunque dudó un poco en hacerlo, le tendió la mano.

Aquello era nuevo para ella, no estaba acostumbrada, nunca había interactuado con empleados en ningún sitio, su padre había inculcado en ella un respeto casi ortodoxo por la diferencia de clases, donde a las personas de un estatus social inferior se les trataba con distancia y no por respeto, sino porque no merecían que se les brindase confianza.

—Mucho gusto, me llamo Megan —respondió sintiendo que no se iba a morir, ni a desgastarse por recibir el cordial apretón del amable mesero.

—Un placer conocerla señorita. —Diego le estrechó la mano sonriéndole con franqueza—. Por favor acompáñenme.

Thor le tomó la mano y ella se regodeó en el agarre tibio y protector de él, siendo consciente de que muchas personas los miraban, temió que alguien la reconociese y se lo dijese a su padre. Pero en menos de un minuto se percató que el único que se llevaba las miradas era su novio y no solo de mujeres, también las de los hombres, y no porque estos fuesen homosexuales, sino porque reconocían en el chico al heredero del señor Garnett. Sabía que su suegro era un hombre muy influyente, no solo en Brasil sino en toda América, no pudo evitar sonreír al pensar en la denominación que ella misma le dio al padre de Thor. Su mente siempre alzaba vuelo con velocidad.

Diego los ubicó en un booth en el extremo izquierdo del restaurante, Thor se deslizó en el sillón de cuero y se pegó a ella con ánimo juguetón. Megan, por primera vez visitaba el lugar y le pareció realmente agradable, tanto como había escuchado.

—¿Qué vas a desayunar? —preguntó Diego entregándole la carta tuteando al joven Garnett, sabía que no le gustaba que lo tratase con distancia.

—Hoy que se vaya a la mierda el régimen… Tráeme un par de esos panqueques con arándanos y crema que ustedes preparan —pidió sin siquiera abrir el menú, descargándolo inmediatamente sobre la mesa.

—Un par de Waz-za. —informó sonriente Diego, refiriéndose a una de las exclusividades del lugar, que eran panqueques con los más frescos arándanos, cubiertos con una tentadora crema de fresas, decorado con plátanos caramelizados y crema batida.




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