Dulces mentiras amargas verdades: Revelaciones (libro 2)

CAPÍTULO 17

Samuel entraba al gimnasio con una toalla blanca sobre el hombro derecho, y las mezclas de ARMIN retumbaban en el lugar, mientras Thor hacía desplantes con pesas en cada una de sus manos.

—¿Qué haces primo? —saludó Samuel en un grito de buen ánimo, tomando la toalla y estirándola, la soltó con fuerza largándole un latigazo al rubio en el costado izquierdo.

—¡Te parto la cara! —exclamó Thor ante el dolor al tiempo que dejaba caer las pesas y se levantaba la camiseta negra que llevaba puesta, observando la marca enrojecida e hinchada que se le hizo inmediatamente ante el aguijonazo.

—Tampoco es para tanto —acotó Samuel en medio de una carcajada y tomando el control para bajarle un poco el volumen a la música.

—Te puedo poner una pesa por la cabeza y diré tampoco es para tanto —dijo con tono burlón mientras se acariciaba la zona afectada.

—Thor últimamente, es decir desde hace unos meses te noto algo cambiado, más serio… Ni siquiera traes amigas al apartamento…

—No vengas con tus mierdas de sexólogo de mala muerte, que estoy bien, estoy perfectamente bien… Solo que ahora voy a otro lugar.

—Será de día… Me entero que hay un club para reverse gangbang que abre sus puertas en horarios de oficina.

—Para tu información los hay para las veinticuatro horas del día, yo sí busco lugares aptos, no como tú que andas comiendo encima de la barra —dijo lanzándole la indirecta de haberlo visto con Rachell.

—¿Acaso no es ese el lugar para comer? —inquirió con sarcasmo—. No creo que te hayas traumado por eso, así que deja de joder con el temita sí.

—No lo digo por ti, sino por la diseñadora… —Soltó una carcajada—. Quien la viera tan elegante por la calle y le da a la intensidad con los jadeos, te estabas destacando primo. —Se acercó y le palmeó un hombro, con la mirada brillante ante la picardía.

—Solo son las ganas que le tengo —contestó guiñándole un ojo y encaminándose al reproductor de sonido—. Se me acumulan durante la semana.

—Yo traigo unas ganas acumuladas desde hace algún tiempo, que voy a necesitar de un milagro para comportarme —dijo sin pensar, solo dejándose llevar por sus deseos.

—¿Le traes ganas a una desde hace tiempo? ¿Tres días? —preguntó Samuel con ironía, sabiendo que a su primo no había mujer que lo rechazara y mucho menos que él esperara.

—Más o menos —murmuró y en ese momento se dio cuenta de que había alargado el tema de conversación con Samuel, ese en el cual le diría que mantenía una relación de noviazgo completamente casto con Megan, algo que estaba seguro él no iba a creer, por lo que no se atrevía a contarle, nunca había sido un cobarde, pero temía que Samuel no lo entendiera y entonces enemistarse con su primo, prefería eso a que Megan saliera de su vida, ya era demasiado tarde, era la mujer que había escogido para que entrara, la que quería que se quedara, le dio y se dio la oportunidad—. Bueno, me largo porque se me hace tarde… ¿Hoy sí vamos a almorzar juntos? —preguntó encaminándose a la salida.

—Sí, yo te llamo para acordar el lugar, invita a Diogo —pidió mientras buscaba una música acorde para practicar capoeira.

—Pensé que almorzarías con tu diseñadora —dijo endulzando el tono de voz, haciéndole saber a Samuel que se daba cuenta de cómo lo traía Rachell.

—Aún está de viaje, llega mañana.

—Se está tardando, seguro se habrá encontrado a un gigoló por allá, ya te mandará una postal con letras mayúsculas “VAI ALLA MERDA RIMANGO A MILÁN”. —Soltó una carcajada después de haber pronunciado la frase en un perfecto italiano.

—¡Se te hace tarde Thor! Largo de aquí —exigió sintiendo una extraña punzada en el centro de su pecho, como su primo con su broma lo había trastocado y no le agradó el comentario, en otra circunstancia habría hecho un juego de eso, pero esta vez definitivamente no fue así.

—Ufff eso dolió —prosiguió con la burla solo por ver a Samuel molesto de manera tan estúpida.

—Te llevarás un latigazo en uno de los ojos. —Agarró la toalla, preparándola para agredir a su primo—. Aún no me decido por cual… ¿Derecho o izquierdo? Te doy la opción de elegir.

—Está bien, me largo… —dijo saliendo del gimnasio, pero cuando iba por el pasillo empezó a cantar—. Envidia, me muero de celos y envidia, pensando en la forma en que el italiano te acaricia.

Samuel dejó libre un pesado suspiro, sabía que, si contrariaba a su primo, solo lograría que se empeñara más en mofarse de él, por lo que lanzó la toalla sobre una de las máquinas y se dispuso a buscar la lista de reproducción que siempre usaba para practicar el deporte que le apasionaba y eligió el orden aleatorio. 

Las notas tropicales y contagiosas de Vem Magalenha de Sergio Mendes trasladaron a Brasil al gimnasio.

Samuel corrió al área dispuesta para practicar y entró en medio de una acrobacia que requirió gran altura, girando en el aire y cayendo de pie limpiamente, se paró sobre su pie derecho y elevaba al límite la pierna izquierda, tomando impulso y en un movimiento sumamente rápido cambió todo el peso de su cuerpo al pie izquierdo, para después girar sobre este, lanzando patadas al aire y encontrando equilibrio cuando apenas se apoyaba, mientras la letra del tema daba vida.




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