La vida pone todo tipo de circunstancias en cada una de las personas, no todas pueden ser buenas, ya que, no se podrían disfrutar de ellas como es debido. Sin embargo, las malas tampoco se deberían presentar todo el tiempo. ¿Qué no?.
En la mente de Daina las múltiples incógnitas volvían a tomar las riendas; —¿Por qué nunca me salen bien las cosas?, ¿por qué siempre tenemos que estar sufriendo?, ¿cuándo será el día en que por fin pueda estar tranquila?.
Se encontraba en un bucle de rabia y enojo ante la vida, ¿qué tan mala pudo haber sido para que le pasarán tantas cosas negativas?.
En el instante no tenía respuestas a estas preguntas, solo sabía que la vida estaba jugando con ella y ella era la perdedora del juego.
Su ausencia, no solo afectaba a Susan y a la panadería, también se reflejaba en las visitas de Jason, él cual todas las mañanas le hacía la misma pregunta a Susan:—¿Disculpe, se encuentra la chica que las semanas pasadas, siempre tenía la cara y su mandil lleno de harina, tiene cabello café oscuro, tipo curly?.
—Oh Daina, ella se encuentra resolviendo algunas diligencias. -Susan sabía perfectamente que él era el muchacho misterioso, sabía todo, puesto que Daina le había contado, aún así, debía pretender que la visita y la pregunta le tomaba por sorpresa.
—Daina, su nombre es Daina. -Repitió en voz baja y la ilusión se reflejaba en la cara de Jason, ahora ya sabía una nueva cosas de la chica, su nombre.
Después de eso, Inglaterra no quiso decir ninguna palabra más y salió de la pastelería.
A la semana siguiente, el padre de Daina fue trasladado a su casa y Daina pudo ir a visitar el local, pero sus ánimos eran tan bajos, que al llegar, ni un buenos días dijo a Susan, al contrario enojada se comenzó a desahogar.
—Sabes, estoy cansada, cansada de que todo lo malo le pase a la gente buena, de intentar e intentar y que la vida solo conspiré en tu contra, ¿cuándo será el día en nos vaya bien?, siempre decimos cuando tenga esto, en un futuro cuando las cosas estén bien, todo va a estar bien, todo saldrá bien, ¿por qué todo se lo tenemos que dejar al futuro, por qué no podemos estar bien en el presente?, estoy harta que intentamos hacer todo bien en el presente, siempre luchando, siempre trabajando, ¿por qué, por qué hay personas que tienen todo sin luchar, sin que les cueste, que tipo de suerte tiene?, ¿por qué las personas como nosotros no tenemos esa suerte?, ¿con quién tengo que hacer un pacto?, ¿qué santo?, ¿qué religión?, ¿en qué debo de creer para que si suceda lo que queremos?, para que si nos vaya bien. Dime ¿alguna vez vamos a estar bien totalmente?, ¿cuál es el punto entonces?. -Cada palabra que Daina decía, lo sentía como un cuchillazo en el corazón, en su energía y en sus esperanzas.
Susan solo espero a que su amiga se desahogará, inhaló un gran bonche de aire y tomó fuerzas.
—¿Terminaste?. Le preguntó con lágrimas en los ojos, mirando a Daina con un poco de pena, con un poco de lástima.
Susan quería ayudar a su amiga, pero no había nada que pudiera hacer.
Daina, solo acento con su cabeza, afirmando que ya había dicho lo que quería decir.
—Sabes, no creo que exista un punto, o al menos nadie lo sabe, no sabemos las cosas, no sabemos cuál es la fórmula para que pasen las cosas, ni sabemos el por qué, sé que son muchas preguntas, muchos miedos y dudas, no sabemos por qué estamos aquí y aunque quisiéramos averiguarlo, cada paso que das se siente como un paso en vano, siempre estas dando todo de ti, ¿para qué?, para que cuando te digan lo buena que eres haciendo las cosas, cuando te agradezcan, cuando te den un cumplido, no te creas lo importante, genial, auténtica y especial que eres, no necesitas tener un punto, no necesitas tener idea de lo que pasa, pero siempre estás preocupada por todo, a veces solo tienes que dejarte llevar por la corriente, no le busques sentido a la vida, sabiendo que no lo vas a encontrar, ¿dónde quedó la niña que a inicios del año tenía las esperanzas de que este iba a ser su año?, de que este año lo iba a lograr, está ahí -señalando el corazón de Daina-, lo sabes, confía ¿en qué? no sé, pero confía y aferrarte. Mejor dime en qué te puedo ayudar. -La voz de Susan, aunque sonaba un poco triste, era firme, no era su voz de ayuda motivacional, era el regaño de una amiga que todos en algún punto de la vida necesitamos.
—En nada, voy al parque a caminar y a distraerme. Al no saber qué hacer o qué decir, decidió ir al parque a acomodar todas las ideas que daban vueltas en su cabeza, al llegar se sentó en una linda banca, donde se podía ver el césped hermoso y verde como nunca, las plantas, los árboles y las flores le recordaban aquellos momentos dónde su padre le decía: "todos podemos plantar cualquier semilla, no necesitas ser experto, ni mucho menos tener buena mano, solo necesitas hacerlo con fé, con amor y cariño, ven todo el tiempo a platicar con ellas y veras que crecerán".
Entendió que su padre al no tener a nadie con quien platicar sus problemas, se lo contaba a las plantas y a los árboles, ellos nunca lo juzgaron y mucho menos dirían cosas hiriente.
Mientras Daina se encontraba en el parque, Jason llegó por su visita diaria, al darse cuenta que era Susan la que se encontraba, su cara de decepción fue inmediata, sin embargo, ya habían pasado semanas desde que él había empezado a visitar la pastelería, por lo que, ya tenía un poco más de confianza.
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Editado: 08.11.2024