Dulces suspiros

Capítulo 7. El parque de los enamorados

No lo busques, deja que te encuentre. El amor, las tristezas, las risas, los llantos y las personas. Todo se mueve a través de conexiones. Solo ten paciencia y todo llegará.

En el peor momento puede nacer el mejor encuentro, si el amor de Jason lo ayudó a encontrarla, esperamos que la ayude a salvarla.

Daina, se encontraba en silencio sentada pensativamente en la banca, el clima se tornaba un poco más frío, pues el atardecer casi llegaba.

Ella no contemplaba como pasaba el tiempo, ya que, aunque su cuerpo estuviera presente, su alma y mente se encontraban dándole vueltas en lo mismo, -su padre, la pastelería, Susan, el chico misterioso, su vida-.

Cada pensamiento era un golpe de desesperanza, un aumento a su ansiedad y la invitación a que la depresión se presentará.

Al llegar Jason al parque la miró a lo lejos, allí estaba la linda chica con su mirada perdida, aquella chica que desde el primer momento en que la conoció quedó perdidamente interesado, con todo y sus nervios.

Decidió acercarse a ella sin decidir ni una sola palabra, lo único que hizo fue sentarse contra esquina de la misma banca.

A Daina le tomó por sorpresa su llegada, pero no tenía ni los ánimos ni las fuerzas para iniciar la conversación.

Los primeros minutos permanecieron ambos callados, de vez en cuando, sus miradas se cruzaban e inmediatamente volteaban a cualquier otro lugar. Cuando Daina por fin logró sentirse más confiada y tranquila, rompió el momento de silencio.

—¿Cómo supiste dónde encontrarme?. Preguntaba aún con la mirada fija y concentrada en la planta de rosales que se encontraba frente a ella.

—Susan me lo dijo, no sé si estás informada pero no es muy buena guardando secretos.

Daina sonrió y le dijo: No me sorprende, ¿qué te contó si se puede saber?.

— No te puedo decir, porque yo si soy bueno guardando secretos.

Jason deseaba poder animar un poco a la chica.

—Ah, mira, eres tan misterioso que ni siquiera me has dicho tu nombre, te das cuenta que llevas semanas visitandome y nunca me lo has dicho.

Segura de sí misma, Daina volteo su cabeza para poder mirarlo de frente.

—Oye, tú tampoco preguntaste, aunque realmente nunca preguntas, todo el tiempo Susan hace tus preguntas, deberías ser más valiente, ¿qué pasó con Daina, la chica llena de harina que me enfrentó aquella vez? y hasta fue tan atrevida que me regaló una galleta, deliciosa por cierto.

Pequeña mentira, pues Jason nunca probó esa supuesta galleta.

—Sabes mi nombre, no me parece justo yo no sé el tuyo -la sonrisa de Daina se transformó en un cara de sorpresa al no esperar que él conociera su nombre-, si te soy sincera, yo también quiero saber que paso con ella, pero la vida a veces transforma a las personas.

—En primer lugar, en estos momentos mi nombre no es relevante y en segundo creo que la vida no te transforma para mal, al contrario, te enseña lecciones para poder ser cada vez mejor.

La mano de Daina se encontraba temblando recostada en la banca, cada segundo que pasaba Jason hacía pequeños movimientos para poder acercarse lo más posible, hasta quedar tan cerca de ella y su mano.

—La vida me ha fallado tantas veces, que una más o una menos, no me sorprendería, cuando era niña mamá nos abandonó a mi padre y a mi, él es todo lo que tengo, él me enseñó todo lo que sé, siempre se esforzó por cubrir los errores de mi madre, me enseñó todo lo de la pastelería y panadería, me enseñó a ser honrada, humilde, valiente, inteligente pero también me sobre protegió, ahora le temo a salir al mundo, a conocer más allá de lo que es mi zona de confort, le temo inclusive a ser amada, nunca tuve novio porque tenía miedo a que eso fuera una manera de faltarle al respeto y ahora de la nada la vida se quiere llevar a mi padre. -Decía Daina de una manera amarga y resignada a las cosas malas.

Sus hombros estaban tan juntos que se podía escuchar la respiración acelerada y profunda de Daina, Jason decidió tomar la mano de ella, mientras le decía: —Oh, nunca habrá manera correcta de responder ante tales situaciones, las palabras de apoyo nunca serán suficientes, puedo ponerme en tu lugar y ser empático, pero realmente no sé lo que pasa totalmente en tu cabeza, ni en tu corazón, solo te puedo decir que te entiendo, mi madre Kate, es una mujer muy fuerte ha luchado con su depresión y ansiedad desde que ella era una niña, a veces no sé cómo ayudarla, pero créeme entiendo tu miedo, tu frustración y sobretodo tu enojo.

Ambos se quedaron callados por unos instantes, en la mente de Jason buscaba una manera de ayudarla, de estar allí para ella y aunque en la mente de Daina los problemas con su padre la aturdía, por unos pequeños momentos en su mente resonaba lo que Jason le había dicho, su madre era Kate la misma que había visitado la pastelería tiempo atrás, ahora también sabía su nombre, el chico misterioso es Jason.

—Ya es tarde, es mejor que nos retiremos a descansar. Habló nuevamente Jason un poco triste porqué no sabía si se verían después.

—Tienes razón, es mejor irnos.

—Solo una cosita antes de irme, ¿dijiste que nunca habías tenido novio?.




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