Dulces suspiros

Capítulo 12.Las personas que menos piensas son las que más están para ti cuando más lo necesitas

El padre de Daina mejoraba poco a poco, a pesar de los malos ratos que pasaban con cada pelea, ella no se alejaba de su lado, con la esperanza de convencerlo para que tomará las quimioterapias de nuevo.

Pasaba cada hora intentando dialogar, sin embargo, no lograba ningún avance, su padre permanecía firme ante su decisión de no continuar sufriendo sino existía la posibilidad de salvarse.

Con una gran tristeza Daina decidió salir de aquel cuarto de hospital, un tanto desilusionada y desesperada se encontraba sentada en la sala de espera con las manos entrelazadas sosteniendo su cara y los codos sobre sus rodillas.

Por su mente miles de pensamientos, emociones y sentimientos, nuevamente su cuerpo se encontraba pero su mente no estaba presente.

Después de que Susan le diera la dirección del hospital, Jason llegó tan rápido como le fue posible, buscándola con la mirada, volteaba por todos lados hasta que logró encontrarla sentada en la última silla de la esquina, deteniéndose inmediatamente, de lejos la miraba perdida en sus pensamientos.

Cuando por fin reunió fuerzas, comenzó a acercarse lo más rápido que pudo, llegando directamente a sentarse en la silla de al lado.

—No me preguntarás ¿cómo te encontré?.

—Susan. Respondió Daina, sabiendo perfectamente que ella había sido y sin voltearlo a ver, continuaba mirando el piso.

—Si, ya te lo dije una vez y hoy lo compruebo, no es la mejor guardando secretos. Decía Jason mientras se acomodaba en la silla.

—No, te equivocas, es la mejor guardandolos, solo que sabe perfectamente a quien contarle cuando necesito ayuda. Daina se enderezaba para poder voltearlo a ver.

—Entonces, ¿no te enoja que esté aquí?.

—No, al contrario, gracias por estar. Contestaba Daina, recostando poco a poco la cabeza sobre el hombro de Jason y aunque la situación no era la mejor, Jason sonreía al tener ese contacto, recargando así también su cabeza.

Permaneciendo unos momentos en silencio, Daina limpio los residuos de sus lágrimas y le contó,—Hablé con tu madre y me invitó a tu boda básicamente, se puede saber ¿quién es la afortunada? o tal vez la que tiene tan mala suerte.

—Hey, -Jason conocía ya el sarcasmo con el que se comunicaba Daina-. Si te soy honesto, espero que en un futuro sea contigo.

Daina comenzó a ponerse roja y nerviosa, descargando toda su adrenalina con sus manos, las colocaba en una poción muy extraña, pasando su dedo anular sobre el dedo gordo mientras empuñaba las manos, Jason al verla separó el nudo que hacía con sus dedos y tomo sus manos, mirándola directamente a los ojos mientras decía: —No te quise incomodar, tranquila, solo fue un poco de sarcasmo.

—No hay problema…

En ese momento el doctor llegó a informarles que podían pasar a ver a su padre, Jason le dijo que la esperaría afuera, pero insistió en que entrará con ella, tomando su mano, Jason y Daina entraron a verlo.

—Hola papi, ¿cómo te sientes?. Preguntaba Daina mientras se acercaba a la camilla.

—Estoy mejor, niña. -Su padre al ver a Jason, lo primero que dijo fue: ¿quién es este galán?

—Soy Jason… decía mientras mostraba una pequeña sonrisa de los nervios y sin soltar la mano de Daina solo cambiaba de mano para seguir sosteniendola, procedió a saludarlo.

—Tu eres el famoso Jason.

—No sé si famoso, pero si soy Jason.

—Si es muy guapo, justo como me dijiste, mi niña.

—Si lo es. Decía Daina mientras hacía un guiño, Jason se sonrojaba y reía, pues Daina ya le había contado a su padre sobre él, eso le daba entender que ella sí estaba más que interesada.

—Jason te voy a pedir un favor. Decía el padre de Daina mientras se sentaba en la cama.

—Papá, no empieces con lo mismo, por favor.

—No, escúchame Jason.

—Sí dígame, cualquier cosa en que pueda ayudarlo.

Daina conocía tan bien a su padre, que sabía que le iba a pedir algo en relación del matrimonio o mencionaría algo sobre su muerte, por lo que, prefirió interrumpirlos, contándoles lo primero que se le vino a la mente.

La noche llegó y Daina estaba tan cansada que se estaba quedando dormida sentada, Jason al verla la ayudó a recostarse, poniendo su cabeza en su regazo y usando su saco para poder taparla.

Las horas pasaron y el padre de Daina despertó de su siesta con la intención de poder hablar a solas con Jason, al ver a su hija dormida, supo que era el momento perfecto para hacerlo.

—Jason, Jason. Susurraba el padre de Daina, sin intención de despertarla, solo buscaba llamar la atención de Jason, quien se encontraba concentrado en su celular.

—Dígame, ¿necesita qué despierte a Daina para algo o en qué lo puedo ayudar?.

—No, por favor, no la despiertes, quiero que me hagas un favor, pero necesito que me prometas que no le dirás nada a ella, ya ha pasado por mucho junto conmigo.

—Por supuesto, señor, lo que esté en mis manos lo ayudaré.

—Daina está tan cansada, aunque lo niegue lo puedes notar, está débil, ha sido la única que me ha donado sangre, mi niña ya no puede, necesita descansar, necesita que yo no esté para que ella sea libre.




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