Dulces suspiros

Capítulo 21. ¿Puedes creerme?

Daina

Un jueves muy ordinario.

Toda la mañana recorrí el vecindario con la esperanza de ver a la señora Kate. Llevaba unos cuantos días sin tener idea de ella, y de cierta manera la preocupación lentamente me consumía.

¿Y si le paso algo?

¿Estará bien?

¿Se habrá perdido como la primera vez?.

Muchas preguntas y muy pocas —o nulas respuestas. Preferí irme a distraer a el Suspiro.

Caminé nuevamente todo el trayecto de regreso a la panadería. Justo al llegar a la puerta, por la ventana miré al hombre de traje hablando con Susan, el hombre se miraba muy formal y extremadamente serio.

—Buenas tardes —saludé al entrar, sosteniéndole la mirada.

La sensación de alerta se presentó como un gran escalofrío en mi cuerpo. Mi corazón empezó a latir rápidamente, así que puse mi mano sobre él como una manera de sostenerlo.

—Buenos tardes. Mi esposa me ha informado que usted es su amiga.

Al inicio no comprendía qué estaba pasando. Como si aquel señor me fuera a dar la peor noticia de mi vida.

¿Acaso no sabe que existen millones de mujeres que son esposas de personas sangronas como él?

¿Cómo sabría quién es su esposa?

—Disculpe ¿de qué esposa se refiere? —pregunté, tratando de ocultar mi miedo—. ¿Ha pasado algo?.

No podía terminar mis oraciones sin que mi voz sonara temblorosa.

Susan me lanzó una mirada de complicidad; estaba igual o peor de nerviosa que yo. Ambas intentamos hacerle frente, una a lado de la otra, apoyándonos.

—Mi esposa es Kate. Ella no ha estado del todo bien. Me envió para hacer tratos con usted; bueno, envío a mi hijo primero, pero creo que ya lo conocen.

—Kate —Ambas dijimos—. ¿Está bien?.

Nuestra preocupación disminuyó. Al menos el hombre de traje no era de una funeraria, lo cual era lo que temía. La incomodidad, sin embargo, no se fue.

—Está mejorando, gracias por preocuparse. Creo que mi hijo ya le debió informar sobre la compra; por ello ha estado visitándolas desde hace tiempo.

¿Hijo?

¿Compra?

El hombre elegante me generaba cada vez más preguntas de las que iba respondiendo. Volteé a ver a mi cómplice para saber si estaba en la misma confusión que yo. La cara de Susan me confirmó que no estaba tan loca como creía.

Los segundos que pasaban en silencio le abrieron la puerta a la decepción. Mi cerebro lentamente reconocía de que hijo hablaba, y posiblemente era del chico misterioso.

—¿Compra?¿De qué habla? —Susan se armó de valor, posicionándose firme cuando lo enfrentó.

Habló por mí y mi desesperación. Yo no podía hacerlo; no por falta de valentía, sino porque sabía que la respuesta que seguía acabaría con lo único que me había mantenido de pie en los últimos días. Acabaría con lo único que, por primera vez, creí que era real y me pertenecía.

— Mi hijo ha estado visitando este local para comprárselo y poder construir nuestro nuevo negocio.

Allí estaba.

Lo que esperaba.

Tanto rogué porque no fuera ese tipo de presentimiento, y la vida me destraba nuevamente que no me equivocaba.

—Creo que está confundido —volvió hablar Susan, aún más directa y decidida—. Jason no ha mencionado nada al respecto.

—Entonces, ¿a qué se debieron todas aquellas visitas? —cuestionó el hombre dirigiéndose a mí.

Y sí, una nueva duda se instaló en mí:¿A qué se debieron todas aquellas visitas?. Resonó y retumbó en mi cerebro, sabiendo que la respuesta podía ser todo menos yo.

—No entiendo de qué habla —por fin hablé.

Estaba enfadada. Cualquiera que fuera el motivo de las visitas, se había convertido en algo entre Jason y yo, de nadie más.

Apreté la mano de Susan como mi consuelo ante la situación, y lo confronté como debía ser desde un principio.

—Señoritas déjenme explicarles. Mi hijo y yo nos hemos asociado con la Sra. Anne, la dueña de la empresa cafetera más grande de España, creo que usted debe de saber quién es. Deseamos expandirnos y este local ha sido uno de los elegidos. Jason ha venido desde meses atrás para ello.

—Jason es, es mi amigo y nunca me mencionó nada de eso —respondió ante la tiranía de este tipo.

Susan me dirigió la mirada. Estaba igualmente asustada, pero no dejaríamos que este hombre doblegara.

—Espero que ninguna haya malinterpretado las cosas —siseó el hombre—. Conozco a mi hijo y sé cómo suele tratar a las señoritas.

—Hable claro, por favor —la voz de Susan está vez no era amigable; estaba siendo prepotente de la misma manera en que él lo hacía.

—No es la primera chica a la que él le da la atención. Digamos que ha sido algo muy común desde que llegamos aquí —se atrevió a insinuar, mirándonos despectivamente desde los pies hasta la cabeza,.

—Mire, señor, no estamos interesadas en ninguno de sus negocios o lo que sea que me quiera ofrecer, y no me interesa tampoco nada acerca de lo que me pueda decir acerca de Jason —repliqué con la amargura en mi garganta y mis ganas de llorar.

—Así que fuiste tú —me señaló soberbiamente—. Kate también ha estado visitando este lugar para lo mismo. ¿No se lo dijo?¡Oh, pobre! Usted creyó que la visita que hacía mi hijo justo a las 8 de la mañana a este lugar era por otra cosa. Déjeme decirle que mi hijo tiene mejor gusto. Y las visitas en la tarde de mi esposa tenían un propósito. Como le dije, sé lo que tengo en casa y ninguno desea su amistad. De ninguna —Volteó a ver a Susan y después a mí.

Sujeté a mi amiga aún más fuerte antes de que pudiera golpearlo, y me detuvo yo misma antes de que fuera yo la que lo atacara.

—No lo conozco, y no deseamos hacerlo. No le voy a permitir que ataque ni a mi amiga ni a Kate. Nosotros nos conocemos y sabemos las intenciones de cada uno de nosotros, pero si usted sigue hablando así, le prometo que no tendrá la suerte que Daina me detenga.

— Le pido que.. —Intenté hablar, pero fui interrumpida por el hombre.




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