Dulces suspiros

Capítulo 28. La vida cambia por amor

La vida te sorprende de formas muy inesperadas, no siempre se tiene la suerte de recibir sólo buenas noticias, no sería un buen balance, solo ganar. Muchas personas dicen que las noticias malas, son retos en nuestra vida que nos enseñan a ser fuertes, pero, ¿quien desea hacerse fuerte de esa manera?, también muchos dicen que las peores noticias llegan rápido, personalmente no lo creo, nadie habla del presentimiento horrible, los nervios y los escalofríos que se sienten antes de recibirlas, ¿es necesario pasar por momentos tan horribles en nuestra vida?, sinceramente no lo sé, ¿qué fin tiene las cosas malas?, no lo sé, pero de algo estoy segura, la vida sigue, nos guste o no, sigue, en ese camino perdemos personas, personas especiales y el problema es que nadie nos enseña a vivir sin ellos.

¿Alguien que muere se va completamente de este mundo?, no lo sé, un nuevo miedo se desbloquea, no a la muerte, no a lo que hay más allá, sino a detenerlos de encontrar la paz, por eso pido que si cada vez que tu recuerdo aparece en mi mente, cada palabra, cada nota músical o el simple olor de tu perfume que me hacen recordarte, te detiene de encontrar la paz, prefiero olvidarte, porque no quiero ser yo quien te atormente.

Carlos aun sin saber acerca de Daina, al salir de la operación lo primero que pidió fue verla, sin imaginar que ya solo su recuerdo vivía. Los cuatro un poco más tranquilos entraron a verlo, el padre de Daina estaba muy confundido, ¿por qué entrarían ellos y no su hija?.

—¿Y Daina?, siendo lo único que Carlos preguntaba.

Susan fue la primera que intentó hablar, sentándose a su lado, tomó las manos de Carlos. 

—¿Qué pasa niña?, ¿por qué están tan tristes?. Al ver que nadie decía nada, Carlos solo decía, —me estoy empezando a asustar.

—Señor, no sé cómo decirlo. La voz de Susan se quebraba poco a poco y sin poder verlo a los ojos, las lágrimas corrían por su mejilla.

—¿Qué cosa?. Susan se quedaba callada y Carlos volvía a verlos a cada uno, pero nadie respondía.— por favor, hablen ya.

Unos segundos pasaron hasta que Jason dijo,—Fue mi culpa señor, yo la dejé. Dejándose caer de rodillas a lado de la camilla. 

—¿De qué hablas, Jason?. Carlos podía notar el gran pesar que el chico venía cargando, el corazón le avisaba que algo malo se aproximaba. Soltando las manos de Susan para tomar las de Jason quien tampoco lo podía ver a los ojos, estaba en espera de esa respuesta, una respuesta que presentía que le dolería para toda una vida.

Tomando un gran suspiro, en medio del llanto y con una rabia acumulada le respondió, —Ella tuvo un accidente cuando venía para acá, yo le dí mis llaves, yo la debí traer, yo la dejé. Carlos al escuchar las palabras de Jason, se quedó pasmado, sin decir nada, sentía como su vida se detenía, como la vida le arrebataba la última esperanza, su única felicidad, sin soltar ninguna lágrima y con una gran impotencia, ordenó. —Quiero verla, ¿dónde está?. Carlos Intentaba pararse, deseaba salir corriendo, solo quería confirmar lo más horrible que pudo escuchar.

—No se pare, se puede lastimar, decía Jason poniéndose de pie y tomándolo por los hombros para detenerlo. —Ella… Jason intentaba hablar pero no encontraba las palabras adecuadas, acompañado de un doloroso suspiro y con grandes pausas, pudo decir. —Daina fue operada.. al mismo tiempo que usted y… no sobrevivió. La voz de Jason estaba rota y él estaba destruido, las últimas dos palabras resonaban en el cuarto, sin necesidad de un eco, Carlos solo escuchaba, -no sobrevivió-.

—No, ¿están jugando no?. Los ojos del padre, se llenaban de lágrimas, siendo las lágrimas más dolorosas que pudo haber sentido, eran ácido que caían de sus ojos, Susan solo pudo abrazarlo, no podía devolverle a su hija, por más que deseará hacerlo, ahora no solo una persona estaba enojada con la vida, eran tres corazones rotos.

Carlos en medio de su llanto y aún abrazado de Susan, solo le reprochaba al destino,—No, mi niña no, ella estaba muy feliz, habíamos logrado avanzar mucho. ¿Por qué se la llevó?, ¿por qué no me la dejo un ratito más?.

—Perdón, si yo hubiera estado para ella, si no la hubiera dejado, si tan solo. Jason continuaba culpándose, no solo cargaba con el dolor de perder a su amada sino también la culpa de dejarla, no estuvo cuando ella lo necesitó. Siendo interrumpido por Susan, ella le decía—Si tú, nada, no es tu culpa.

—Pero yo le di las llaves de mi auto. Sin dejarlo terminar, Carlos tomó su mano  y le dijo,—No es tu culpa, muchacho. Sin responder Jason solo agachó su cabeza, para poder continuar llorando.

Los minutos de llanto, tristeza y silencio se hacían largos, se sentían como horas. Mientras todos lloraban, nadie podía decir ni una palabra, hasta que Dylan se animó a decir. —Yo arreglaré las cosas para el funeral, ustedes no se tienen que preocupar. Todos ellos estaban un poco extrañados por la supuesta amabilidad, pero accedieron pues no tenían cabeza para hacerlo.

Todo se acomodaba perfectamente para que Dylan pudiera ayudar a Anne a recuperar a su hija, suena algo fantasioso que eso pudiera pasar, pero lastimosamente el país se regía por el dinero, por desgracia ellos tenían el dinero y el poder suficiente como para hacer y deshacer lo que se les diera la gana, demostrando nuevamente que el dinero, la supremacía y la corrupción movía montañas, logrando destruir a una familia, para el beneficio de una sola persona. 

Que tristeza que su propio padre estuviera consumido por la avaricia, todo lo que hizo solo por dinero, pero dolía más que Dylan también estuviera haciendo lo que hacía por amor, su primer amor, Anne, lastimosamente era un amor no correspondido, por ello, deseaba hacer sufrir a Carlos, aun sin conocerlo, sabía lo que le dolería perder a su hija y lo hizo, aunque amaba a Kate, el primer amor nunca se olvida.




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