Pestes

En días posteriores al suceso de la plaza se había acordado que Elena y Frederick salieran una vez más a ir por la ciudad, entre ese tiempo finalmente se concretó la idea y 3 días después de lo acontecido se acordaron los lugares a visitar, por lo que el lunes de aquél día llegó y ambos partieron de la misma cafetería de la otra vez para recorrer la zona

Ellos tomaron como primer punto el Gymnasium donde ambos estudiarían, pensaron en que sería buena idea que pudieran ir juntos al colegio y en cuestión de unos minutos finalmente llegaron a tal lugar, era un edificio algo antiguo, tal vez de unos cuantos siglos, pero se veía limpio e intacto, tan bien cuidado por los años como un vino fino.

La visita no duró mucho y se fueron directo hacia otro punto: Kleinmarkthallen, el cuál era un mercado local y turístico, plagado de lugareños y uno que otro turista aventurero que tenía ansias de probar las carnes alemanas, fue idea de Frederick llevarla aquí para que pudiera degustar y observar toda la variedad y diseño que poseía dicho mercado

-¿Podré comprar todo tipo de alimento en este lugar?

«Hasta de los corderos más finos y suaves» Como cortesía él le compro un tipo de chorizo extranjero, veía como Elena se llevaba tan bien con los comerciantes que incluso hasta los mismos le permitieron a realizar unos cortes y embutidos, por lo que decidió regalar un pequeño recuerdo de la ocasión

El día siguió y el siguiente punto fue el Römerberg , grandes edificios medievales que parecían sacados de los cuentos más viejos del país, casas altas y coloridas que decoraban el lugar, maravillando a la joven chica por su majestuosa arquitectura

Retomaron el viaje y continuaron para que está vez fueran hacia el coloso de la ciudad, la majestuoso Maintower, el edificio económico más poderoso de la ciudad, un gigante postrado en el cielo que resaltaba entre todo el vasto mundo que lo rodeaba

«¿Qué tan alto podrá ser?» Se preguntaba Elena mientras admiraba al gigante, ella tendría su respuesta minutos después cuando subieran a la cima del Maintower y observarán la ciudad entera desde el rascacielos, era como sentirse Dios entre los cielos, nunca antes Elena había sentido la sensación de poder mirar a todos desde el trono de los cielos

Pero terminando con ello, se dirigieron hacia el punto central del lugar, el jardín de las palmeras, el lugar más vasto en flora existente en Frankfurt, era como si el mundo entero se encogiera en un solo lugar, así que la oportunidad era imperdible

No había pasado 5 minutos para que el lugar los recibiera de manera grata, las grandes y exóticas palmeras del Palmenhaus inundaban el invernadero, se sentía como una isla inhabitada por cualquier ser viviente, dónde la única vida existente era silvestre, nunca ante los ojos de aquellos chicos se había visto tanta vegetación junta

Pensar que esa era la única atracción de aquel lugar era un gran error, el lugar estaba lleno de tantas maravillas, como lo era el Rhododendrumgarten, el lugar que albergaba toda mezcla híbrida de plantas del Este asiático y Norteamérica, La rocalla, un jardín de plantas montañosas en la cual se podía observar tantos puntos del jardín, la casa alpina, dónde se veía el año y fecha de cada planta del lugar como una cronología misma del lugar, entre tantos vastos lugares

Habiendo pasado horas en el lugar y recorrido casi todo sitio del mismo, fueron hacia el último punto restante: La casa de las flores que se encontraba casi vacío, la gente andaba por el resto de invernaderos o en el lago, por lo que fue la oportunidad perfecta para visitar el lugar sin molestia alguna

Las flores florecían siempre en el lugar, era común ver cómo se renovaban y crecían entre el amplio cielo cubierto de cristal, la maravilla y el aroma cautivaba al olfato y a la vista, incluso en el mismo habían unas cuantas mariposas recorriendo éste, no había un solo grito o susurró que rompiera la paz del lugar, aquél recinto se convirtió en una tranquilidad pasajera

Sentados en una banca del mismo lugar, ambos decidieron tomar un descanso del tan agitado día, miraron el ambiente en búsqueda de una sola alma vagando entre los caminos, pero era inútil, solo ellos estaban en aquel momento. Cuándo parecía interminable el silencio, Elena decidió preguntarle algo a Frederick antes de retirarse e irse a su casa

«¿Qué tan cierto es que hay una chica que va hacia tu ventana todas las noches?» Desconcertó en un santiamén a Frederick, por un momento sintió la soga al cuello dando pasos en un abismo, su primera idea fue mentir, pero pensó que tantas mentiras serían difíciles de mantener, por lo que tomó unos segundos de silencio y afirmó dicha sentencia

-¿Qué tan ajena es ella hacia ti?

-Ajena por completo no lo es, es una simple conocida que un día apareció en mi habitación y hasta hoy sigue volviendo, incluso si supiera como evitar que venga parecería imposible hacerlo, por lo que no queda más remedio que aceptar su estadía hasta que se aburra

-¿Y nunca opinaste al respecto?

«Ni una sola palabra» Respondió tristemente, Elena se calló por lo quedo de tiempo en el lugar, pareciese que dichas respuestas le causaron incomodidad al solo pensar en los actos que ambos habrían de hacer, pero evitó juzgar por completo y confiar en Frederick, por lo que después de aquel abrupto momento que cortó la paz del lugar, se fueron retirando deliberadamente

Cómo si nada hubiese pasado volvieron al mismo lugar de antes, se abrazaron antes de partir y cada quien tomo el rumbo hacia su casa, Frederick caminó unos minutos hasta llegar a su hogar, todo era tranquilo y no había un solo Dealer por las calles, cruzo la calle hacia su casa y en la puesta de su casa vio a 2 personas hablar, una su madre rubia y el otro un tipo encapuchado, tomo lugar detrás de un basurero y miro discretamente

El encapuchado entro a la casa con Elena, Frederick pensó en ir pero decidió esperar hasta que salieran, pasaron 10 minutos hasta que finalmente salió el encapuchado, tomo su auto y se fue del lugar, Frederick no dudo en ir corriendo hacia su casa y averiguar