Una noche lluviosa de verano tomaba lugar en Frankfurt, aquél día era uno mucho más pasivo que los demás, pues el clima evitaba a los caminantes nocturnos y dejaba vacía las calles de la ciudad, mismas calles que reclamaban vagabundos y drogadictos que realizaban sandeces ante las gotas de agua. Durante aquel chubasco, había un joven que tomaba rumbo hacía los bordes de la ciudad, donde las ratas de las cloacas y las malas hierbas se juntaban en un solo basurero: Las calles del navegante
Entre esas calles, residía el escondite de varias de esas ratas que trabajan bajo la sombra del resto del mundo, misma sombra que sería tocada por un joven orgulloso con la nobleza. Detrás de unos edificios, había un callejón que dirigía secretamente a un tipo de almacén subterráneo, en el cual se amontonaban los pandilleros de todos los lados de la ciudad.
Cuando Frederick llegó hacia el lugar, la puerta del escondite estaba custodiada por varios hombres con chamarras negras y rifles de asalto
-¿Pero que mierda es esto Nikita?- preguntaba Frederick mientras susurraba al oído de Nikita
-¿Pensaste que los pandilleros solo eran tipos de mala cara que vagan por la ciudad? Pues es más complejo que eso, esta es la cloaca mayor, aquí está la pandilla más grande de Frankfurt y parte del estado de Hesse, también hay miembros pandilleros de distritos y estados vecinos, como igual hay pandilleros de otros lugares del mundo, así que déjame hablar con los guardias y por primera vez en tu vida, mantén tu orgullo guardado en el culo-
Ella se había acercado a uno de los guardias que permitía que la barrera se abriera, mientras los demás miraban fijamente a Frederick, uno de ellos incluso lo apuntaba discretamente con una pequeña pistola. Tras aquella charla, los guardias permitieron el paso y dejaron abrir las puertas del almacén, cuya entrada era un túnel subterráneo lleno de luces verdes y humedad
Mientras caminaban por el túnel, los gusanos y moscas infestaban el pasadizo por completo, pegándole a la ropa de cualquiera
-Demonios, me imaginaba que un nido de ratas sería anti-higiénico, pero nunca a estos extremos-
-Estas en un jodido escondite de escorias ¿Creías que tendríamos pisos de mármol y cuadros renacentistas, mínimo agradece de que hay baño…Además de que no te quejes, este lugar no fue hecho para débiles de resistencia, aquí solo están duros y horribles robles de madera-
Al llegar hacia el almacén, Frederick encontró algo totalmente distinto a lo que antes había visto, era un lugar enorme, lleno de autos, mesas e incluso barras de bebidas por doquier, con decenas de pandilleros sentados mientras inhalaban líneas de cocaína o fumaban rollos y tostones de Mariguana y mota, varias prostitutas vagaban por el lugar y sobretodo, había charcos de agua, sangre y orina por todos lados, era prácticamente la definición perfecta de una cloaca
-Bienvenido a El Nido, aquí está todo aquello a lo que has despreciado y aborrecido por años, malas hierbas y perras malas abundan en este lugar, como un gran éxtasis al estilo callejero y una carta de amor al purgatorio, si existe algo que Satanás creará para dañar o corromper al hombre, te aseguro que debe estar aquí-
El caminar por el área solo confirmaba las sospechas de Frederick, no había ningún lugar que no estuviera manchado o ensuciado con algo, en un mal despiste termina chocando con un tipo alto, de tez negra, haciendo que derrame una copa de vino al suelo, no tardo nada en responder con un derechazo a la nariz, para luego tumbarlo y patearlo varias al estómago, cuando se detuvo, saco un revolver de su chaqueta y dijo:
-Fíjate muy bien por dónde vas negro, la próxima vez que hagas una estupidez, haré que tú cuerpo se llene de plomo por cada una de tus partes-
-No es mi culpa que tengas el sentido de una piedra y no te des cuenta por dónde estás parado-
-Ho ho, parece que tenemos a un chiquillo orgulloso ¿Eh? Escúchame con atención niño; Está ciudad la dominan las personas como yo, salgo a la calle y lleno de agujeros a todos los negros y perras de cuello blanco que explotan a mis hermanos y hermanas de América, doy un poco del enorme pito que Dios me dio y me encargo de hijos de puta como tú, que no tienen la más mínima idea de cómo es vivir en un infierno, por qué estás malas calles las manejan las ratas y cuervos marginados como yo, por qué está ciudad la controlan los perros como yo y por que está mala ciudad la controló yo, negro-
La mano del tipo estaba a punto de jalar del gatillo, cuando Nikita saco una pistola y apunto hacia la cabeza del tipo:
-Escucha con atención Dave; Podrás ser el pandillero más rudo de todo Frankfurt o la región de Hesse, pero estás calles están regidas por un hombre, el dueño de este lugar y por jerarquía, también por mí, así que atrévete a andar de chulo con cualquiera y sobretodo con “el chiquillo de ahí” y te dejare con más hoyos que un puto queso suizo ¿Entiendes?-
-Pff ¿Crees que tengo miedo a una Hood-rat cualquiera?-
-Escucha bien perra…No soy una Hood-rat cualquiera, soy la Hood-rat más grande de toda Frankfurt, pero aún así, eso no evita que tú seas mi maldita perra… Así que baja el puto arma y siéntate o tendremos que probar la velocidad de mi nueva Glock en tu cabeza-
Al oír ello, el se aleja lentamente de Frederick sin antes decirle:
-Mira por dónde caminas niño, la próxima vez que no estés con esa perra, me aseguraré de dejarte un pequeño regalo de navidad al estilo de Los Angeles-
Los demás pandilleros estaban mirando fijamente a Frederick, el incitar a un disturbio en aquel lugar era sinónimo de muerte, todos tenían sus pistolas listas para disparar si no fuera por la intervención de Nikita
-Mira bien por dónde caminas,- dijo Nikita mientras limpiaba la sangre de la boca de Frederick-vuelve a hacer eso y te aseguro que tendrás una bala en medio del cráneo-
Con las aguas más calmadas, ambos ingresaron hacia los cuartos del lugar, donde se guardaban suministros de comida, armas y municiones, además de algunos cuartos para dormir de ciertos miembros de la pandilla. Para sanar un poco las heridas de Frederick, Nikita lo lleva a un cuarto especial para ella, una habitación amueblada y con varios tipos de recipientes, llenos de líquidos extraños y polvos y ungüentos, semejantes a los de una enfermería