Dylan y Malena

VIII.- El motivo real

Yo quiero llamar esto amor a primera vista

Dylan y yo crecimos como amigos de vecindario. Se que nuestras familias se llevaban mal pero nunca impidieron que fuéramos amigos. Crecimos, jugamos y aprendimos todo lo que un niño podía saber hasta llegar a la adolescencia.

Quizás fue la primera vez que lo vi con otros ojos. No sé cómo fue para él pero para mí, una vez que nuestros ojos se encontraron había una cálida sonrisa que hacía estremecer mi corazón. Nervios, timidez y miedo al rechazo, solo deje cultivar esos sentimientos que estaba descubriendo por primera vez, esperando que solo fuera mi confusión adolescente y olvidará lo que estaba comenzando.

No sé, quizás intente ocultarlos de él y de todos. No quería que me vieran como una niña precoz, no quería que notarán que me atraía el sexo opuesto cuando los demás apenas estaban aprendiendo lo que era su cuerpo en la etapa adolescente. Dylan nunca me trato diferente, salíamos a comer algo después de la escuela, recorrimos el centro de la ciudad platicando del último capítulo de nuestra serie favorita y en ese momento sentí que el trato que recibía de su parte era diferente.

Dylan siempre fue tímido frente a otros. Crecer con hermanas mayores solo le hizo no entender lo que piensa una chica y sus amigos quedaban fuera de nuestra comprensión por ser un poco morbosos. Él a lo mejor lo fue pero no podía culpar por sentir curiosidad sino que su actitud era distinta y trataba de tomarlo con naturalidad

Lo que yo veía solo hacía crecer mi interés en él, mis ojos lo buscaban a veces con desesperación, imaginaba cómo combinaría mi nombre y su apellido incluso pensé que si tuviéramos un hijo, que tipo de nombre seria el indicado… Era curioso cómo pasó de ser mi amigo a primer interés amoroso.

Curiosamente quería convencerme de que era normal hasta que mi amiga más cercana le regaló un chocolate. Desconozco si fue con segundas intenciones pero no me gustó. Él no lo aceptó y después vino a decirme que lo rechazó, no entendí porque lo hizo y aún así, me sentí bien al saber que solo aceptaba mis regalos.

Quería ser discreta pero mi hermana mayor se enteró. Se burló de mí y fue a contarle a mi mamá quien también se burló. Lloré por primera vez en mucho tiempo, no lograba entender qué había de malo que un niño me pareciera atractivo pero ellas lo contaron como si de un mal chiste se tratara y me humillaron frente a desconocidos.

Se que pasó algún tiempo. Dylan era diferente, más alto y atlético. Aún me acompañaba a casa pero sus sudaderas se acumulaban en una silla de mi habitación así como sus dibujitos en mi escritorio.

Su primera confesión fue para mí. Sonreí tontamente al saber que durante meses él sintió que era linda. No eran los mismos ojos con los que creció, se imaginaba tomarme de la mano y robarme besos.

¿Quieres ser mi novia?

Si

No necesité pensarlo tanto. Quería guardar en secreto lo que sentía para no ser el hazmerreír de nuevo pero saber que sentíamos lo mismo me hizo feliz

Estudiamos la preparatoria juntos. Hubo chicas que se le declararon pero él con orgullo dijo que tenía novia a la que amaba mucho. Las palabras quizás eran exageradas pero no dejaban de ser sinceras. Le dio mi primer amor, mi primer beso, no me imaginaba abrazar a alguien más que él y nuestra primera noche juntos, aún inexpertos, torpes y con timidez, pudimos compartirla como un grato recuerdo que solo nos pertenecía a los dos.

Llegó el momento de las decisiones de un adulto, él no podía pagar su carrera y su padre se negó a ayudar. Decidió comenzar a trabajar y ahorrar para estudiar. Yo solicité becas para continuar mis estudios pero incluso en el tiempo que pasábamos planeado, juntos compartimos un futuro que estábamos escribiendo. Probablemente pensó tanto que le salía humo de los oídos pero antes de nuestra graduación yo escuchaba los susurros de su corazón prometiendo una vida juntos.

Somos jóvenes. Tenemos muchas cosas que pensar pero estoy seguro de que la vida que quiero vivir tiene que ser a tu lado… ¿Te casarías conmigo?

Sí quiero

No había nada más que pensar. Yo soñaba todas las noches con casarme con él, sé que éramos jóvenes, sabía que sería difícil pero a su lado tenía la certeza que atravesaría todo sin reparos.

Después de la graduación, fue difícil convencer a nuestros padres sobre nuestro matrimonio. Lo entiendo completamente, era joven y tonta además quería jugar a la casita con otro joven y tonto. Primero pensaron que estaba embarazada lo cual negué. Después de varios interrogatorios y exámenes médicos entendieron que nuestro capricho al querer ser marido y mujer era una decisión racional basada en sentimientos pasajeros y aún así, dieron su aprobación.

Ese otoño dimos el sí acepto y nuestra vida cambió.

Yo inicié la universidad y él comenzó a trabajar. Su padre dejó claro que nunca nos ayudarían y mi padre dijo que si él me trataba mal sería bienvenida mientras no tuviera hijos. El cambio de rutina, estudio y trabajo me hizo engordar un poco lo que alarmó a mis familiares imaginando la verdadera razón de nuestra prematura unión. Rentamos un apartamento pequeño pero no dejaban de quejarse que era demasiado para tres personas.

Dylan estaba pensativo, no teníamos planeado tener hijos así que éramos cuidadosos con el asunto.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.