Priscila llegó corriendo rápidamente ante los gritos de adrenalina y miedo que Vasili emitía, saltó por encima de las extendidas piernas que enjutaron las personas sentadas en el lugar, Victoria sostenía el barrote principal al lado de su hermano, sin embargo, la puerta estaba a punto de ceder.
-Priscila, hay una Kalashnikov debajo de aquel bulto, por favor ve por ella-. Ordena entre gritos el asustado hombre.
-¡Si, ya voy, aguanta un poco por favor!
-¡Rápido, Priscila, nos vamos a morir todos!-. Interrumpe Victoria nuevamente.
Mientras tanto, en la esquina que daba al cuarto que a veces hacía de baño, Valentine observaba ingenuo y curioso aquella escena un tanto perturbadora, las personas presentes en realidad sentían miedo, las mujeres, niños y ancianos se abrazaban unos a otros tirados en el suelo, mientras los hombres empujaban cuchillos y palos, como si esperaran una batalla.
-¡Vasili, deja que entren, ya estoy lista!-. Ordena Priscila en un grito desesperado y firme a la vez, al escuchar aquella orden, Vasili y Victoria se lanzaron hacia un lado de la puerta, mientras Priscila accionaba su arma automática, impactando la puerta y destrozándola al tiempo que el cartucho se descargaba.
-¡Así, Priscila, así!-. Gritó Vasili con evidentes signos de preocupación.
Un ruido entre grito y gruñido se escuchó del otro lado de la destrozada puerta, mientras el cauteloso miedo dejaba de lado sus delicadas ropas para apoderarse de todos los presentes.
-La sangre de Cristo tiene poder-. Dijo Petra, una férrea seguidora de la iglesia ortodoxa en Ucrania, que además había quedado viuda después del desastre.
-No creo que él siquiera tenga una gota de sangre-. Respondió un tanto irritado Valentine, pues hasta ese momento, no era de su agrado lo que había escuchado.
El granero lucía ahora festivo, era como si se celebrara el cumpleaños de un infante que apenas aprende a caminar, sólo que esta vez, no había gritos de alegría y niños corriendo, sino más bien había miradas incrédulas y manos temblorosas, por su parte, Vasili estaba inspeccionando sus ropas mientras se preguntaba si aquella escaramuza no le había arrancado un poco de su ser.
-¿Que fué eso?-. Dice Valentine rompiendo aquel lúgubre silencio que envolvía el recinto.
-Vamos, Valentine, no me vengas con esas cosas-. Interrumpe Nikola, que, desde su rincón, observaba con mirada curiosa a su alrededor.
-¿Disculpe?-. Pregunta Valentine. -Yo sólo pregunto que es lo que pasa aquí, creo que merezco saberlo, además...
-Mire por usted mismo, Nosferatu-. Intercede Victoria un tanto irritada.
Vasili avanza unos pasos para quedar frente a la destrozada puerta que yacía en el suelo.
-¡Vamos, Valentine, ayúdeme!
-Si, claro, enseguida-. El hombre camina a paso ligero para luego meter sus manos debajo de la puerta, y, haciendo un gesto con la mirada, le dice a Vasili que es hora de levantar la puerta.
Ambos hombres logran levantar la puerta de madera para luego dejarla caer un metro atrás de dónde se encontraba, ante los ojos absortos y desorbitados de todos, un animal de color negro se encontraba ahí tirado, con múltiples impactos de la ametralladora que minutos antes, Priscila había descargado en él.
-¿Eso es?...
-Si, Valentine, es un lobo, un enorme y peligroso lobo-. Interrumpe Vasili mientras observaba a aquel animal de más de tres metros de largo, con garras que alcanzaban los veinte centímetros.
-Pero... ¿No es muy grande para ser un lobo?-. Cuestiona Valentine
-Así es, joven Nosferatu, así es, después de la explosión del reactor cuatro, mucha flora y fauna se vió envuelta en la radiación emitida por dicha explosión, los animales que no murieron comenzaron a mutar lentamente, lo que usted está viendo, es un lobo que se vió afectado por la radiación-. Intervino Nikola.
-Eso lo comprendo, lo que no comprendo es su comportamiento, parecía como si supiera que estamos aquí para servir de su cena.
-Vamos Valentine, me sorprende que digas esas cosas, bien sabes que la situación aquí no es la mejor, ahora imagínate para los animales, la escasez de comida hace que se comporten de esa forma, deberías de saber ese tipo de cosas.
-No, Vasili, eso lo comprendo, sin embargo lo que no...
-¡Ahhhhh!, ¡Ayuda!-. Gritó un joven como de unos 16 años, mientras un par de garras atravesaron los tablones del granero para tomarlo y salir corriendo con él.
-¡Maldición!-. Grita Valentine, quien comienza a correr tratando de salir por el hoyo que había dejado aquella escena en el granero, sin embargo, apenas había dado algunos pasos, Priscila se interpuso en su camino.
-¡Amo!, ¿Está usted loco, allá afuera es muy peligroso?
-Vamos, Priscila, sabes que el miedo no es parte de mi.
-¡Que no!, ¿Que no entiende?, Allá es demasiado peligroso, ahora, si lo que quiere es morir, adelante, Nosferatu, vaya-. Interrumpe abruptamente Victoria, quien en sus palabras mostraba signos de impotencia y frustración, más que miedo.
-Señor Valentine, lo mejor será esperar hasta mañana, ir por ese joven sólo nos traerá muerte.
-Entiendo, Vasili, sin embargo, lo que acaba de ocurrir tiene un aspecto raro, esto no es normal-. Interviene Nosferatu.
-Vaya, usted si que es idiota,¿Por qué algo habría de ser normal en la zona arrasada por una explosión nuclear, que además dejó una estela de muerte, y peor aún, Miles de seres mutantes que solo esperan morir?, Usted si que es insoportable-. Se entromete Victoria.
-Sabe, señorita Shevshenko, si es usted hermana de Vasili, creo que no está viendo más allá de sus ojos, ¿Por qué motivo una manada de lobos sacrificaría a uno de sus compañeros para obtener sólo una víctima en su asalto? Aún siendo animales, su instinto de compañerismo es grande, la manera de actuar de estos animales es muy rara, además eso que está ahí, más que un lobo parece un gran oso, nada aquí parece normal, a pesar de todo lo que dice-. Responde Valentine apuntando al cadáver del animal.