Tus palabras son mi guía,
la brújula que orienta mis pasos,
tu sonrisa la luz que ilumina el camino,
haciendo que la oscuridad se disuelva.
Y al final de todo el recorrido,
cuando ya no hay más dudas,
estás tú, esperando,
con los brazos abiertos,
como un refugio que acoge mi alma.
Esperando mi llegada con una gran sonrisa,
una sonrisa que atraviesa los muros del tiempo.
Acariciar tu dulce piel,
provocando un sonrojo en tu rostro,
mientras mis dedos exploran lo que siempre he deseado.
Reír, rompiendo el silencio
que antes nos inundaba,
y dar pasos al frente,
quedándonos a centímetros,
casi suspendidos en el aire.
Cerrar los ojos,
y juntar nuestros labios,
en un cálido beso de encuentro,
donde todo lo que somos se fusiona.
Separarnos solo un instante,
buscando el aire entrelazados,
y sonreírnos mutuamente,
como si en ese gesto se cerraran todas las distancias.
Abrazarnos con fuerza,
como si no quisiéramos soltarnos,
y en un profundo beso,
sellar el momento,
como si fuera el final de todo,
pero en realidad,
el principio de algo eterno.