Capítulo 1

Nathaniel Blackwood se encuentra en su horario laboral. Su trabajo como limpiador en un laboratorio le demanda mucho tiempo que, a sus 25 años, puede utilizar en otras cosas como divertirse o juntarse con familia o amigos.

Trabaja porque su carrera universitaria demanda una matrícula bastante cara, que no puede costear con su dinero.

Y a pesar de ser estudiante de Derecho, no consiguió trabajo más que en ese lugar extraño lleno de personas con batas largas de color blanco, lentes y cabello muchas veces despeinado.

Hace unas semanas había pedido unas vacaciones, pero se las habían negado. Asi que sin mucho que responder tubo que seguir asistiendo a limpiar el lugar.

– Blackwood, la Sala de pruebas necesita ser limpiada ya mismo! –se escucha desde un altavoz proveniente de una de las paredes pulcramente blancas del laboratorio.

El asiente como si lo observaran; cosa que si hacen, debido a los montones de cámaras instaladas alli; y se dirige al lugar mencionado.

Al ingresar observa papeles arrugados, paquetes de comida chatarra, botellas de agua vacías y demás cosas inservibles desparramadas por todo el suelo.

"¿Como pueden ser tan desordenados?"–piensa Nathaniel mirando a las personas allí paradas sin dirigirle la mirada, completamente concentrados en computadoras y anotando cosas en sus libretas.

Sin retrasar mucho la tarea, comienza a barrer todo haciendo una montaña con toda la basura para luego juntarla. Al empezar por una de las esquinas, sin querer, golpea algo que automáticamente vibra y llama su atención.

Al observarlo, el objeto tiene forma de espejo de cuerpo completo. Sin bordes de madera o marco, únicamente un vidrio gigante.

Mira con recelo el objeto. Y automáticamente su subconsciente de pregunta "¿Para que necesitan un espejo en este lugar? ¿Para ver lo mal que se ven en esa bata?".

Ríe inconscientemente y por un momento escucha a los trabajadores hablar entre ellos.

– Los números no cuadran, debemos utilizar un objeto con más masa –dice uno de ellos, señalando sepa dios que en la computadora que está utilizando.

– ¿Que planeas usar? ¿Una computadora? –pregunta de forma ironica otro mientras levanta una ceja–. No tenemos más objetos con masa mayor a lo que utilizamos la última vez.

Dejan de hablar y Nathaniel no entiende nada de lo que dicen. Por lo que, para no parecer entrometido, sigue con su labor de terminar de limpiar. Hasta que nuevamente les escucha hablar:

– Prendé la máquina, iré yo –propuso uno de los chicos de bata. Sus compañeros lo observan y luego de hablar algo que Nathaniel no pudo escuchar, asintieron.

De manera automática todos escriben cosas en sus computadoras. Nathaniel hace caso omiso a lo que hacen y termina de juntar la montaña de basura que hace un momento hizo.

De repente, uno de ellos oprime un botón naranja que se ocultaba bajo una caja de cristal y de la nada, se escucha un sonoro ruido en una de las paredes de la sala.

Al dirigir la vista al lugar, Nathaniel logra ver como el espejo que antes estaba en ese lugar empezaba a moverse como si estuviera derritiéndose, pero sin tocar el suelo o deformar su forma rectangular.

Se asusta y intenta retroceder, pero una fuerza mayor lo atrae al espejo y el gira con desesperación hacia los trabajadores.

– ¡Apágalo esto! –grita con temor hacia ellos. Lo que los hace salir del trance y empezar a teclear nuevamente.

– ¡No se puede, algo está haciendo fallar el sistema! –le responde de igual forma uno de los trabajadores y Nathaniel se pone peor.

La fuerza del espejo lo estaba arrastrando cada vez más, mientras los científicos siguen tecleando tratando de apagar el artefacto.

Nathaniel observa que el espejo ya casi lo absorbe por completo, por lo que vuelve a mirar a los trabajadores.

– Ayúdenme, por favor–. Dice, y es lo último que se escucha de él antes de ser completamente absorbido por el espejo.