Ecos del tiempo

Capitulo 4

La mansión Ravensdale amaneció cubierta por una niebla densa, como si el día se negara a despertar por completo. Nathaniel recorrió los pasillos en silencio, aún afectado por el sueño extraño de la noche anterior. Había algo en esa visión… esa voz, esa figura, como si no fuese solo una pesadilla.

Caminó hasta la biblioteca. El aroma a madera vieja y papel envejecido sin entenderlo lograba calmarlo. Catherine estaba allí, sentada junto a una ventana, hojeando un libro de tapa de cuero. La luz pálida del día acariciaba su rostro, pero sus ojos estaban perdidos en otra parte.

—Dormiste mal —murmuró ella, sin mirarlo.

Nathaniel no respondió de inmediato. Se sentó frente a ella, observando cómo pasaba la página sin interés real.

—Soñé contigo. Pero no eras tú. Y había alguien más… un hombre.

Catherine cerró el libro con suavidad. Su gesto era sereno, pero su mandíbula estaba tensa.

—A veces, los recuerdos del pasado encuentran formas de colarse en nuestra mente —dijo en voz baja—. Incluso si no son nuestros.

Nathaniel quiso preguntar más, pero antes de poder hacerlo, la puerta se entreabrió y un mayordomo se asomó.

—Milady, ha llegado Lord Bertram. Dice tener noticias del viejo linaje Ravensdale.

Catherine se levantó, visiblemente incómoda.

—Disculpame, Nathaniel. Tengo que atender esto.

Él asintió, pero cuando se quedó solo, algo le llamó la atención. Sobre la mesa baja había una carpeta de documentos antiguos. Uno de ellos sobresalía un poco, y en su margen superior, leía una firma tenue: A. Sinclair.

La curiosidad lo venció. Tomó el papel con cuidado. Era una carta rota, escrita con una caligrafía elegante pero enérgica.

"Si no puedo tenerla, nadie podrá. El tiempo no borra lo que me pertenece."

Nathaniel sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

Más tarde, al explorar uno de los pasillos del ala este, sus pasos lo llevaron a una sala cubierta por sábanas blancas. Un retrato colgado en la pared llamó su atención. El marco estaba desgastado, pero la pintura intacta. Era un hombre alto, de cabello oscuro y ojos intensos que parecían observarlo.

Bajo el cuadro, en letras pequeñas y apenas visibles: Ambrose Sinclair. 1847.

Y por un instante —solo un instante— Nathaniel creyó que los ojos del retrato parpadearon.

**

Nathaniel se sienta en uno de los bancos distribuidos en el pasillo del ala este del lugar. Su mente no ha parado de pensar desde que vio el cuadro del hombre misterioso... Especialmente en la fecha.

"¿1847? ¿Cómo?" Se pregunta. La ropa que usaba el hombre del cuadro era identica a la que usaban en éste lugar. Los modales, los gestos, la ropa con la que el había despertado nada se parecía a la de allí.

Recuerda el sueño, la ropa que llevaba la Catherine de ahí. Esa ropa si concordaba con la que el tenía puesta antes. Intenta recordar más, y durante un momento su cerebro reproduce una fecha

"31 de marzo de 2025"

Queda en shock... Faltaba muchísimo desde esta fecha hasta la que pensó hace un momento. Intenta pensar con más lógica, niega.

"Es imposible" piensa. Otro pensamiento llega.

Está limpiando ese mismo laboratorio, algo vibra... Y lo absorbe.

Parpadea y mira a su alrededor. Está en

Está en el pasado.

Automáticamente su cerebro reproduce la imagen de Catherine y el asiente para si mismo.

Debe contarle su posible gran hallazgo.




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