Ecos del tiempo

Capítulo 10

El sol aún no había salido cuando Nathaniel despertó, pero no pudo seguir acostado. Su mente no lo dejaba descansar. Los recuerdos de la noche anterior se mezclaban con los pensamientos que lo habían estado atormentando durante días. ¿Era real lo que había sucedido? ¿Era posible que todo lo que había experimentado, cada sueño, cada sensación, fuera solo producto de su mente?

Se levantó de la cama rápidamente y, sin pensar, comenzó a caminar por la mansión en busca de respuestas. La casa estaba silenciosa, sus pasillos vacíos, pero aún así, una extraña sensación de claustrofobia lo invadió. No entendía lo que estaba pasando, ni por qué se sentía tan perdido en un lugar que, en teoría, debía sentirse como su hogar temporal.

Al llegar a una pequeña biblioteca, se sentó frente a una mesa de madera, mirando fijamente las páginas de un libro de historia que apenas podía leer. Las palabras se deslizaban por su mente sin sentido, como si no pudieran asirse en su memoria. ¿Era este el mundo en el que debía estar? ¿Era este el mundo al que realmente pertenecía?

En sus sueños, había visto a Catherine, pero ahora, en el silencio de la mañana, la incertidumbre lo invadía. Si sus sueños eran una puerta al pasado, ¿por qué sentía que no podía regresar? Si su conexión con ella era tan real, ¿por qué no podía entenderlo completamente?

Nathaniel cerró los ojos, buscando encontrar algo que lo guiara, algo que le explicara las sensaciones extrañas que no lo dejaban vivir en paz. Pero cada vez que pensaba en el reloj de bolsillo, una sensación de angustia lo envolvía, como si el tiempo fuera un enemigo que no podía comprender.

¿Podría estar perdiendo la razón? O peor aún, ¿sería posible que Ambrose estuviera detrás de todo esto? Sus últimas palabras lo perseguían. Hablaba del tiempo, de cómo no debía alterarse, pero ¿era solo una advertencia, o algo más?

Nathaniel se levantó abruptamente, incapaz de permanecer más tiempo en un lugar donde las respuestas seguían siendo inalcanzables. Tenía que saber más. No podía dejar que la duda lo consumiera. A partir de ese momento, no descansaría hasta encontrar la verdad, aunque eso significara perderlo todo.




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