Tras la muerte de Peter Clark, su esposa tuvo que recurrir a su hija mayor, Astrid, quien estaba casada desde hace unos cinco años atrás y vivía en Francia junto a su esposo e hijos. Benoit Lefebvre, un acaudalado empresario francés dejó a cargo de sus hombres de confianza sus negocios en su país natal para dedicarse junto a su esposa a manejar la fortuna que dejara Peter y no tuviera a quién entregar al estar Arthur encerrado por los delitos que cometió. Los Houston recordaban a Astrid como una niña muy dulce y amable, así como a su esposo, quien vivió un tiempo en Sisters cuando estuvo de novio de la hija mayor de Los Clark, pareciéndoles un joven encantador y muy bien educado, respetuoso y nada soberbio. Sin embargo, la llegada de la pareja no beneficiaría para nada a Los Houston.
El testimonio de Ann fue el que confirmó la culpabilidad de Arthur en la muerte del muchacho hallado atropellado a las afueras de Sisters y la existencia del clandestino night club, por lo que era señalada por Madison Clark como la responsable de que su único hijo varón estuviera privado de su libertad hasta el día que le llegara la muerte. La Señora Clark culpaba a la joven Houston porque no quería aceptar que el monstruo en que se había convertido su hijo fue producto de haberlo alejado del hogar, de la protección y cuidados que ella y Peter Clark estaban obligados a prodigarle, permitiendo que un asqueroso pederasta lo dañara, rompiera su alma y su mente al llenarle la cabeza de mentiras que solo ponían a Arthur como único responsable de lo que ese pervertido hombre le hacía.
Como ya había perdido a su padre, Astrid no quería ver morir a Madison, por lo que no le quedó de otra que ponerse del lado de su progenitora y convencer a su esposo de que Alfred Houston no podía seguir trabajando para los negocios de la Familia Clark. Al francés le pareció una injusticia, pero aceptó la postura de su esposa porque su suegra estaba a punto de perder la cordura por tanta desgracia que había caído sobre su familia de un día para el otro, ya que, en menos de un mes de haber sido apresado, Arthur fue sentenciado a vivir encarcelado ciento veintitrés años, matándolo en vida, y días previos de escuchar esa condena, Peter dejó este mundo de manera tan sorpresiva.
Alfred Houston fue citado por Lefebvre al día siguiente de que acabaran los funerales de Peter Clark, los cuales se dieron tras la llegada a Sisters de Madison junto a su hija y yerno después de dejar a Arthur purgando su condena. Como comenté anteriormente, el empresario francés no estaba de acuerdo con el despido de Alfred, pero lo aceptó porque fue una exigencia de su suegra que su esposa vio a bien acceder por la salud de la madre Clark. El padre Houston se presentó a la cita manteniendo en todo momento la cabeza en alto, ya que él tenía muy claro que Arthur se había aprovechado de su posición para ganarse la confianza de su familia y poner a Ann en tan delicada situación, una que había dejado a la joven con notorios traumas por los eventos desafortunados que mantenía en su memoria, algunos que la atormentaban más que otros y que no sabían si en un futuro podría olvidar y sanar. Alfred sospechaba el motivo por el que le habían citado, así que no fue una sorpresa escuchar de Lefebvre que estaba despedido, que en dos días iba a recibir en su casa la visita del liquidador de la empresa para que firme la documentación requerida por el fin del contrato de trabajo y se le haga entrega de un cheque por el dinero que la empresa le debía al terminar la relación laboral con él.
El padre Houston se iba a retirar sin decir ni una palabra de más, ya que el francés se había comportado con cortesía, y, además, recibiría un dinero con el que podría mantener a su familia mientras conseguía un nuevo empleo, algo difícil en Sisters al ser un pueblo pequeño; sin embargo, la presencia de Madison gritando insultos contra él, Ann y toda su familia, hizo que no se aguantara más y le lanzara en la cara las verdades que esta intentaba ignorar. Todos aquellos que pudieron presenciar ese deplorable momento para la viuda de Peter Clark le dieron la razón a Alfred, por lo que en los siguientes días el nombre de Madison estuvo en la boca de cada poblador de Sisters, quienes la señalaban como la culpable de la desgracia de Arthur junto a su fallecido esposo.
Aunque quisieron evitar que Ann se enterara del despido de su padre, esta lo supo al escuchar la conversación que sostenía un par de señoras en la sala de espera de los consultorios donde iba todos los días a recibir el tratamiento psicológico que el juez indicó para ella. Al entender que su familia al final sí salió perjudicada de alguna manera, Ann rompió a llorar muy afectada y se alejó de Abigail, quien la acompañaba, sin un rumbo fijo. Al no ser un poblado tan grande, Ann desistió de ir dando vueltas sin sentido y se dirigió a la iglesia, donde una vez más cayó arrodillada enfrente del altar.
Como si de un déjà vu se tratara, Bryan vio a Ann corriendo hacia la iglesia cuando llegaba desde el poblado de Bend para saludar al reverendo de Sisters. El joven misionero no dudó en ingresar a la iglesia y buscar a la joven que nuevamente recurría a Dios al sentirse desesperada. Como sucedió casi dos meses atrás, Bryan se acercó y tocó suavemente el hombro de la joven Houston, quien volvió a mirarlo con sus hermosos ojos azules llenos de lágrimas.
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Editado: 11.09.2023