El amante joven

Capítulo 8

Convivir con Ann Houston empezó a ser un infierno después de la noche del estreno de la obra de teatro. Al despertar y levantarse como siempre lo hacía, aunque se había quedado fuera de la cama un par de horas más de lo que habituaba hacer por la celebración del estreno, Emma estaba de un buen ánimo y esperaba hablar con su tía para que le dé su opinión sobre el trabajo que hizo la noche anterior, pero Ann no salió de su alcoba a la hora de siempre para preparar el desayuno. Emma se acercó a tocar la puerta de la habitación donde dormía su tía para preguntarle si estaba todo bien. Al no recibir respuesta la joven se atrevió a girar el pomo de la cerradura pensando que Ann podía estar enferma y necesitar ayuda, pero antes de que pudiera dar un paso al interior de la habitación, apareció su tía con una cara muy seria y ya lista para salir a trabajar.

  • Buenos días. ¿Se te perdió algo? –la sequedad del saludo de Ann sorprendió a Emma, dejándola muda-. ¿Qué sucede? Mucho celebrar te hizo daño –el tono áspero de la Houston hería los sentimientos de la joven White.
  • Tía, ¿estás bien? –preguntó en un susurro Emma, ya que sentía que podía ofender fácilmente a Ann, quien lucía molesta-. No te levantaste a preparar el desayuno como siempre y eso me hizo pensar que podrías estar enferma.
  • Estoy muy bien, solo que ya debo irme al canal –dijo la periodista saliendo de su habitación y caminando hacia la puerta.
  • Pero ¿no vamos a desayunar juntas? Aún es muy temprano. Además, tú todos los días me llevas al teatro, ¿cómo me iré sola? –preguntaba Emma sintiendo que quería llorar porque la manera de comportarse de Ann la estaba haciendo sentir triste.
  • No puedo, hoy no. Llama al amigo Ryusei y pídele que pase por ti, toma desayuno con él, y ya por la noche te recogeré –Ann empezaba a sentirse mal ante las silenciosas lágrimas que vio cayendo por el rostro de Emma, así que suavizó un poco su mal carácter-. ¿Te parece si cenamos juntas? Me han hablado de un restaurante especializado en carnes –al usar un tono más calmado y sonreír un poco, Ann hizo que Emma se sintiera mejor.
  • Está bien, tía. Nos vemos en la noche.

Todo el día Emma estuvo distraída pensando en la actitud que había mostrado Ann durante la mañana. «No me dijo que debía salir temprano. De seguro fue porque llegué tarde de la celebración y ella dormía», trataba de justificar la sobrina a su tía. Mientras tanto en su oficina, Ann se reprochaba el haber sido tan ruda con Emma. «Pero ¿qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy de tan mal humor? Emma no tiene la culpa de que yo me sienta triste, no debo desquitarme con ella, menos cuando sus padres me entregaron la responsabilidad de velar por ella. ¡Contrólate Ann! No está bien que te hayas comportado así esta mañana. Emma no se merece el trato que le diste», se reprochaba la Houston al reflexionar sobre su comportamiento.

Al llegar la noche y ser el momento de presentar una vez más la obra al público, Ann no llegó a verla. Phelps había separado el mejor asiento para ella, pensando que esa noche le gustaría apreciar el trabajo de su elenco y equipo de producción desde otro ángulo del teatro, pero ella simplemente no apareció. Cuando ya terminó la presentación y era hora de ir a descansar, Emma no sabía si hacía bien o no en llamar a su tía y preguntarle si todo estaba bien, si llegaría por ella para ir a cenar al restaurante. Ryusei estaba parado y muy callado al lado de Emma porque estaba decepcionado al no haber recibir los comentarios de la Houston sobre su trabajo en el escenario, algo que deseaba que sucediera esa noche, pero todo daba a ver que no sería así. El teléfono de Emma empezó a sonar, y al ver que era su tía, contestó de inmediato.

  • Emma, estoy a fuera. Sal, por favor –dijo Ann nuevamente con ese tono serio y muy hostil.
  • Pregúntale si puede pasar un rato al teatro –le pidió Ryusei, quien al saber que la llamada la hacía Ann se puso muy atento a escuchar.
  • Tía, Ryusei quiere saber si es posible que ingreses al teatro, te quiere saludar –dijo la joven sonriéndole a su amigo, quien lucía muy preocupado al no entender qué pasaba con la periodista.
  • Hoy no. Por favor, sal rápido que estoy estacionada en doble fila. En cualquier momento un policía de tránsito me va a amonestar –y tras decir esto, colgó la llamada. Emma miró con preocupación a Ryusei.
  • Te acompaño al auto de Ann chan –soltó el japonés y sin medir su fuerza, tomó a Emma del antebrazo y la jaló hacia el exterior.

Algunos paparazzi esperaban a las afueras del teatro con la esperanza de captar algo que valiera la pena, y al ver a Ryusei y Emma caminando juntos, este jalando de ella, apurados por llegar al auto de Ann Houston, para ellos significaba que ese par de actores ya eran pareja y la tía de la inglesa se estaba callando la noticia. Ann vio acercarse a Ryusei, pero no veía a Emma, ya que el japonés la tapaba con su cuerpo. La Houston sintió que el corazón se le iba a salir del pecho al ver al actor japonés caminando hacia su auto, con un semblante serio, decidido. Ella quiso arrancar para evitar que el japonés suba a su auto, pero no pudo; el semáforo cambió a rojo y los autos que circulaban se detuvieron, así que el suyo quedó entre el auto correctamente estacionado y el que estaba pasando. Al ver que un grupo de paparazzi corría hacia su auto se dio cuenta que venían detrás de Ryusei, y al lograr ver a su sobrina detrás de él, temió que los abordaran sin respeto ni cuidado, por lo que abrió las puertas del auto, señal de que debían subir. Ryusei empujó a Emma por la puerta del asiento trasero y él subió al del copiloto. La luz roja cambió a verde, los vehículos empezaron a andar y ella pudo salir de ese atolladero, dejando atrás a los muy molestos paparazzi.




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