Convivir con Ann Houston empezó a ser un infierno después de la noche del estreno de la obra de teatro. Al despertar y levantarse como siempre lo hacía, aunque se había quedado fuera de la cama un par de horas más de lo que habituaba hacer por la celebración del estreno, Emma estaba de un buen ánimo y esperaba hablar con su tía para que le dé su opinión sobre el trabajo que hizo la noche anterior, pero Ann no salió de su alcoba a la hora de siempre para preparar el desayuno. Emma se acercó a tocar la puerta de la habitación donde dormía su tía para preguntarle si estaba todo bien. Al no recibir respuesta la joven se atrevió a girar el pomo de la cerradura pensando que Ann podía estar enferma y necesitar ayuda, pero antes de que pudiera dar un paso al interior de la habitación, apareció su tía con una cara muy seria y ya lista para salir a trabajar.
Todo el día Emma estuvo distraída pensando en la actitud que había mostrado Ann durante la mañana. «No me dijo que debía salir temprano. De seguro fue porque llegué tarde de la celebración y ella dormía», trataba de justificar la sobrina a su tía. Mientras tanto en su oficina, Ann se reprochaba el haber sido tan ruda con Emma. «Pero ¿qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy de tan mal humor? Emma no tiene la culpa de que yo me sienta triste, no debo desquitarme con ella, menos cuando sus padres me entregaron la responsabilidad de velar por ella. ¡Contrólate Ann! No está bien que te hayas comportado así esta mañana. Emma no se merece el trato que le diste», se reprochaba la Houston al reflexionar sobre su comportamiento.
Al llegar la noche y ser el momento de presentar una vez más la obra al público, Ann no llegó a verla. Phelps había separado el mejor asiento para ella, pensando que esa noche le gustaría apreciar el trabajo de su elenco y equipo de producción desde otro ángulo del teatro, pero ella simplemente no apareció. Cuando ya terminó la presentación y era hora de ir a descansar, Emma no sabía si hacía bien o no en llamar a su tía y preguntarle si todo estaba bien, si llegaría por ella para ir a cenar al restaurante. Ryusei estaba parado y muy callado al lado de Emma porque estaba decepcionado al no haber recibir los comentarios de la Houston sobre su trabajo en el escenario, algo que deseaba que sucediera esa noche, pero todo daba a ver que no sería así. El teléfono de Emma empezó a sonar, y al ver que era su tía, contestó de inmediato.
Algunos paparazzi esperaban a las afueras del teatro con la esperanza de captar algo que valiera la pena, y al ver a Ryusei y Emma caminando juntos, este jalando de ella, apurados por llegar al auto de Ann Houston, para ellos significaba que ese par de actores ya eran pareja y la tía de la inglesa se estaba callando la noticia. Ann vio acercarse a Ryusei, pero no veía a Emma, ya que el japonés la tapaba con su cuerpo. La Houston sintió que el corazón se le iba a salir del pecho al ver al actor japonés caminando hacia su auto, con un semblante serio, decidido. Ella quiso arrancar para evitar que el japonés suba a su auto, pero no pudo; el semáforo cambió a rojo y los autos que circulaban se detuvieron, así que el suyo quedó entre el auto correctamente estacionado y el que estaba pasando. Al ver que un grupo de paparazzi corría hacia su auto se dio cuenta que venían detrás de Ryusei, y al lograr ver a su sobrina detrás de él, temió que los abordaran sin respeto ni cuidado, por lo que abrió las puertas del auto, señal de que debían subir. Ryusei empujó a Emma por la puerta del asiento trasero y él subió al del copiloto. La luz roja cambió a verde, los vehículos empezaron a andar y ella pudo salir de ese atolladero, dejando atrás a los muy molestos paparazzi.
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Editado: 11.09.2023