El amante joven

Extra 4

Reina Ayase

La romántica fijación que despertó en ella por el actor Takeshi Miura fue incentivada por los comentarios que de niña escuchaba sobre la llamativa apariencia de ese joven que protagonizaba los dramas de temática escolar que estaban de moda. Ume –ese era su verdadero nombre- tenía seis años cuando escuchaba a sus hermanas mayores alabar el atractivo del joven actor Miura. Entre esos comentarios la niña aprendió el concepto de belleza masculina, siendo el primer hombre en el que pusiera sus ojos aquel que veía por las noches aparecer en la pantalla del televisor.

Quizás era demasiado joven para que tuviera algún tipo de interés romántico por algún espécimen del sexo opuesto, pero en Ume despertó a muy temprana edad la atracción por otro varón, específicamente por Takeshi Miura, ya que ningún otro le pareció agradable a tal punto de tenerlo entre sueños, como ocurría con el actor, con quien su subconsciente imaginaba que caminaba tomada de su mano mientras este le sonreía y la invitaba a tomar un helado. Casi a diario, su madre y abuela la escuchaban fantasear, con la inocencia de la niñez, sobre un futuro al lado de ese joven actor que en ese momento tenía dieciocho años.

  • ¿No es demasiado grande para Ume? –preguntaba la madre, tan soñadora como la hija.
  • Cualquiera es demasiado grande para ella. Apenas tiene seis. Debería estar pensando en cómo peinar a sus muñecas y no en hacerse la idea de que cuando crezca será la novia de ese joven que ni tiene la menor idea de la existencia de esta niña –respondía la abuela, más realista por la madurez y experiencia obtenida por los años.

Aunque apenas era una niña, Ume participaba en los encuentros de admiradoras de Takeshi Miura. Sus hermanas –diez y doce años mayores que ella- la llevaban a petición de la misma pequeña, quien lloraba desconsoladamente cuando su madre le decía que no podía ir, y como era una buena alumna y hacendosa en los quehaceres, al final terminaba cediendo con tal que dejara de llorar, además que estaría acompañada por sus hermanas mayores. La falta de padre –este murió cuando Ume tenía dos años en un accidente ocurrido en la fábrica donde trabajaba- hacía complicado para la madre la crianza de la menor de sus hijas, ya que al estar sola le era estresante hacer el papel de padre y madre. Con sus otras hijas había sido más fácil: siempre uno engreía y el otro disciplinaba, pero con Ume no era posible, por lo que la madre rezaba porque su hija creciera adecuadamente, siguiendo el ejemplo de sus hermanas mayores, quienes sí recibieron un «no» del padre, quien con amor las corregía.

Fue en una de esas reuniones de admiradoras donde ocurrió un evento que para los ojos de la niña fue afortunado, pero como se desarrollaría el futuro, otros dirían que la suerte estuvo en contra del actor, por lo que hizo que el camino de esos dos chocara por un breve momento. A los diez años, tras asistir a una reunión del grupo de admiradoras de Takeshi Miura, Ume se separó de sus hermanas y se perdió entre la multitud. La niña empezó a caminar sin rumbo, esperando toparse con algún conocido, pero no fue así. Al comenzar el ocaso, el miedo la invadió y empezó a llorar. Había terminado en una especie de callejón que estaba vacío. Embargada por el miedo, Ume no pudo razonar y buscar alejarse de ese lugar, más bien se sentó en la acera para abrazar sus rodillas y seguir llorando. Minutos después se escucharon unos pasos y la voz cálida que reconoció como la de aquel que la hacía soñar tanto despierta como cuando dormía.

  • ¿Te encuentras bien, pequeña? –era Takeshi Miura quien había salido por la puerta trasera del centro de convenciones en donde se había reunido con sus admiradoras. A Ume se le acabaron las ganas de llorar porque el miedo se fue y dejó el espacio para la sorpresa-. ¿Puedes hablar? No temas, yo no te haré daño, solo quiero ayudarte –Takeshi, a sus veintidós años era un joven muy cordial y educado que siempre estaba presto a ayudar a los demás, por lo que ver a una niña llorando y sola en un callejón despertaría en él sus ganas de hacer algo por su prójimo.
  • Sí puedo hablar y sé que no me harás daño –respondió Ume aún con la sorpresa en la cara-. Me he perdido. No encuentro a mis hermanas, con quienes vine al encuentro de admiradoras –la niña se sonrojó al decir lo último porque estaba enfrente del motivo que la llevó junto a sus hermanas a asistir a esa reunión.
  • Ya veo. Mio san, venga, por favor –Takeshi llamó a una de las asistentes de producción quien era una mujer en sus cuarentas-. Esta niña está perdida. Se separó de sus hermanas al salir del encuentro con mis admiradoras. Por favor, llevémosla al interior del centro de convenciones mientras pedimos al grupo de seguridad que busquen a sus hermanas que deben estar muy preocupadas –la asistente tomó de los hombros a Ume, y junto a una cálida sonrisa la guio hacia el interior del complejo de auditorios. Takeshi también le sonreía a la niña, quien no creía que su amor platónico fuera el que estuviera cuidando de ella.

Sentada en un rincón del salón en donde estaban otras personas que formaban parte del equipo que trabajaba con el joven actor, Ume no sabía qué hacer ni qué decir. Ella solo esperaba que sus hermanas llegaran y contarles que pudo ver a Takeshi Miura muy de cerca, a apenas un metro de distancia, y que era más guapo de lo que se veía en televisión. Los adultos miraban a la niña y comentaban en susurros, que ella sí podía escuchar, sobre lo joven que era para estar participando de las reuniones de admiradoras, llegando a plantear alguno de ellos que debían establecer un mínimo de edad de las asistentes para las siguientes oportunidades.

  • Nada de eso –dijo Takeshi ingresando al salón con una bolsa plástica conteniendo comida y una botella de bebida de frutas-. He participado en películas y series dirigidas a público de siete años a más, por lo que es posible que tenga admiradores que son niños. Lo que debemos hacer es aumentar el número del personal de seguridad para cuidar el correcto desplazamiento de los asistentes, para que no suceda lo que ha ocurrido con… ¿Cómo te llamas, pequeña? –el actor le sonreía dulcemente a la niña.
  • U-ume. Ume Arai –pudo decir al final la pequeña admiradora socorrida.
  • Debemos garantizar que Ume chan –al escuchar que Takeshi la llamó con esa expresión idiomática de cariño, la niña quiso llorar, pero de felicidad-, así como otros niños, pueda asistir a los encuentros con admiradores sin problemas ni complicaciones –después de hablar sobre unos pendientes que el actor tenía con algunos miembros de su equipo de producción, se acercó dónde estaba la niña y se sentó al lado de ella-. Ten, pequeña Ume chan. Debes tener hambre. Espero que te guste. Compré para ti unos onigiri y mochi, que a mí me encantan, y una bebida de frutas.
  • Gracias. No se preocupe, todo está como a mí me gusta –dijo Ume con una enorme sonrisa al mirar el interior de la bolsa y hallar que el sabor del onigiri y mochi que Takeshi eligió, eran también los favoritos de ella.
  • Los agentes de seguridad están perifoneando el nombre de tus hermanas para que se acerquen y poder decirles que te encuentras bien, es cuestión de minutos para dar con ellas –Ume deseó que no sea así, para estar más tiempo cerca de Takeshi.
  • Gracias, Miura san –dijo la niña.
  • Por favor, solo Takeshi, Miura san es mi padre –la sincera sonrisa de su amor platónica la hizo sonrojar.
  • Está bien, Takeshi kun –dijo Ume y el joven actor sonrió.
  • Eso está mejor. Y dime, Ume chan, ¿desde cuándo eres mi admiradora? Porque lo eres, ¿verdad? Si no, ¿qué sentido tiene el que hayas participado del encuentro?
  • Sí soy admiradora tuya, Takeshi kun, desde los seis años, cuando acompañaba a mis hermanas de mayores a ver los doramas en los que participabas como protagonista.
  • Eras muy joven para ver esos doramas que trataban sobre el amor adolescente –criticó con calidez y dulzura Takeshi, ya que no le pareció bien que una niña de seis años esté viendo programas dirigidos a un público de trece años a más.
  • Mis hermanas me explicaban lo que ocurría y me tapaban los ojos cuando no debía ver alguna escena comprometedora –a Ume se le ruborizaron las mejillas y Takeshi trató de recordar alguna escena subida de tono, pero al considerar que hablaba con una niña de seis años, supuso que las escenas comprometedoras eran aquellas en donde aparecía un tímido beso o cuando se hacía alusión a que los personajes tendrían sexo, ya que nada de ello se actuaba de manera explícita.
  • Entiendo. Igual me parece que eras muy pequeña para esos programas. Cuando vengas a los encuentros de admiradores debes prestar más atención por dónde caminas y tomar bien de la mano a tus hermanas. Hoy tuviste suerte, fui yo quien te encontró sola, pero pudiera ser que en otra oportunidad no sea así y corras peligro. Por favor, Ume chan, prométeme que te cuidarás y serás una niña buena y obediente con tus hermanas mayores –el pedido de Takeshi sería más que aceptado y ejecutado por la niña, a quien encontrarse con él fue una gran alegría, ya que pudo conocerlo mejor y saber que el verdadero Takeshi Miura era mejor persona que los personajes que interpretaba.
  • Lo haré, Takeshi kun, me portaré bien y seré cuidadosa -después de esa experiencia al lado de su actor favorito, de ese amor platónico que nació a los seis años de edad, Ume se juró que haría realidad lo que sentía por Takeshi, que crecería y se haría una actriz para que él se fijara en ella y pudieran ser felices juntos.




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