El amante joven

Extra 5

Onur Güler

A sus treinta y seis años, Onur Güler no sabía lo que era amar y ser amado. Desde niño su historia estuvo marcada por la tragedia. En el comienzo de su vida, su madre murió cuando era un pequeño de tres años, por lo que no tenía recuerdo de ella en su memoria, solo unas fotografías que le mostraban lo bella que fue y que de ella heredó el cabello rojo. Ante la falta de su progenitora, su padre, un millonario empresario de la ciudad de Ankara, lo recogió e integró a su familia. Onur era hijo de una relación extramatrimonial, donde su madre, veinticinco años menor que su padre, era una empleada administrativa que resaltó ante los ojos del adinerado hombre por su belleza. Ella, de veintiséis años, cayó rendida a los cortejos del poderoso empresario, quien al haberse enamorado no dudó en sacarla del trabajo y colmarla de comodidades, pero siempre en secreto.

El nacimiento de Onur fue una sorpresa para su millonario padre. Dos años después de hacer a la joven empleada su amante, ella le informaría del embarazo. El magnate tenía cincuenta y cuatro años cuando su único hijo varón nació, ya que de su matrimonio solo nacieron tres hijas mujeres. Al haber parido su amante a un varón, el adinerado hombre de negocios no dudó en aumentar las comodidades para la madre y el niño, pero ella moriría en un accidente de tránsito que no quedó del todo explicado para la sociedad, pero para el acaudalado empresario sí: su esposa se había enterado de la existencia de la amante y quiso acabar con ella.

Al ser el único hijo varón de la Familia Güler, a la esposa del padre de Onur no le quedó de otra que aceptar que el niño ingresara a la mansión familiar, pero, sabiendo que el pequeño no era del agrado de esta y que podría hacerle lo mismo que le hizo a la madre, el progenitor se aseguró de que Onur sea cuidado y protegido por un equipo que empleados domésticos y guardaespaldas que no estaban obligados a seguir los mandatos de la esposa. Así fue como la Mansión Güler terminó dividiéndose en dos: un espacio en donde vivían la esposa y la hija menor del matrimonio, que a sus veintitrés años aún no contraía matrimonio, y otro en donde estaban los aposentos de Onur y su padre.

Vivir en ese ambiente tenso haría que Onur no aprendiera a sonreír ni a confiar en las personas. Su padre siempre le decía que era mejor ser temido que amado, así que creció creando un personaje que lo mantuviera a salvo al infundir miedo a quien lo conozca. Con el entrecejo siempre marcado, una mirada felina, la mandíbula tensa y los puños apretados, era el mensaje que desde niño Onur daba a quienes socializaban con él, ganándose el apelativo de “Ira”. Sí, en la escuela nació esa peculiar forma de nombrarlo, siendo Onur “Ira” Güler para sus compañeros de clase. Adicional a los gestos y expresiones no verbales que lo hacían ver como un sujeto peligroso, que gustara vestir siempre de negro o colores afines a la escala de grises fue algo más que contribuyó a su escalofriante imagen. Y ni qué decir que al sobrepasar el 1.90 m y desarrollar excesivamente su musculatura al dedicarse a fondo a moldear su cuerpo para hacer de él un imponente hombre, completaron la imagen que se propuso proyectar para intimidar a aquellos que quisieran arremeter contra él, como su madrastra. Sin embargo, Onur no era ese hombre que se mostraba iracundo y nada empático, por lo que sufrió mucho por mal de amores, aunque nadie lo notó porque había practicado tan bien el papel de hombre rudo que después de varios años había aprendido a no llorar, sino a demostrar su tristeza con violencia, destrozando un carísimo auto o las muy bien decoradas habitaciones de la mansión donde vivía.

Cuando Onur cumplió veinticinco años ya había terminado sus estudios, incluyendo una maestría. Su padre, de setenta y nueve años, ya quería descansar, por lo que soñaba con la jubilación. Al haber casado a sus tres hijas con los hijos de otras importantes familias que les proveían de todas las comodidades a las que estaban acostumbradas y más, estas no hicieron nada para pelear por la fortuna de Los Güler que estaba destinada para Onur. La madrastra, que diez años atrás había salvado de morir de un terrible cáncer de estómago, había desistido de toda acción en contra del hijo que nació de una relación extramatrimonial de su esposo, por lo que no implicó un problema para que Onur se hiciera cargo de los negocios de su padre.

Uno de esos negocios era la casa de moda masculina Sartori, y al convertirse en el nuevo accionista al haber recibido de su padre el porcentaje de acciones que tenía en su poder, terminó siendo socio de James Egerton, por quien conoció a Takeo Nagata y Kenji Sato, quienes pagaban por los derechos de la marca que utilizaban para promocionar la línea de autos de lujo y de carreras que junto con el duque inglés gestionaban. Fue así cómo se hizo amigo del Director Sato al encontrar a alguien que mostraba frialdad y un alto nivel de estoicismo, aunque fuera una persona de corazón muy cálido y empático; alguien más que escondía sus verdaderos sentimientos y era incapaz de sonreír con notoria alegría, salvo que estuviera cerca aquella mujer que le complementaba y era el amor de su vida.

Al conocer el efecto que producía en Kenji la adorable Natsuki, su esposa, Onur llegó a pensar si él también lograría encontrar a aquella persona especial con quien no tuviera que sentirse siempre alerta, para defenderse y contraatacar, como su padre le había enseñado que se debe andar por la vida, ya que empezaba a hartarse de seguir cargando con el disfraz que se había inventado para evitar ser herido. Y esa persona llegó a la vida del turco la noche que Kenji le pidió que ayude a Ryusei con los problemas causados por la sorpresiva llegada de Harumi a New York.




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