Capítulo 2
- ¿Es absolutamente necesario que vaya a esa cena? –preguntó Mika a su padre después de recibir la invitación a la cena de bienvenida que el Rector de la Universidad de Tokio extendió a los mejores ingresos de cada programa académico de ese año. Ella había llegado al estudio donde su progenitor se encontraba esa mañana de domingo, previo al desayuno, viendo unos temas que quedaron pendientes de su trabajo, exclusivamente para conocer la respuesta de su padre.
- Es importante que conozcas a las autoridades de la universidad donde estudiarás, así como a los profesores que impartirán la cátedra de tu especialidad, y también a otros alumnos que, como tú, han obtenido el máximo promedio de ingreso al programa que van a estudiar –respondió Kenji Sato, padre de la hermosa Mika, de quien la joven había heredado la condición de no poder expresar físicamente emociones ni sentimientos.
- Ese tipo de formalidades no me gustan –comentó Mika con la fría tonalidad de voz que siempre usaba para expresarse, una que no daba a notar su felicidad o desdicha.
- Lo sé, pero no puedes cerrarte al mundo, más ahora que irás a la universidad, donde debes destacar para tener un futuro brillante –respondió Kenji mientras enviaba un correo electrónico, el último para poder dedicarse a disfrutar de su familia durante ese día de descanso.
- ¿Acaso no trabajaré para ti, padre? Creo que en ese aspecto ya tengo mi desarrollo profesional asegurado –lo que dijo Mika hizo que Kenji pusiera toda su atención en su hija.
- Es verdad, trabajarás para el conglomerado, y mi sueño es que tú seas quien me reemplace cuando haya llegado el momento de retirarme. Sin embargo, si no destacas en estos años de universidad, la Junta de Accionistas podría negarse a apoyar tu promoción como Directora General –mencionó el padre con el mismo serio y frío semblante y tono de voz que la hija también usaba.
- Pero eres el Presidente de la Junta de Accionistas, tu palabra pesa.
- Sí, pero no es absoluta. Por ello es necesario que brilles durante estos años de estudios que empezarás dentro de poco, para que no quede duda de que mereces ser la Directora General del Conglomerado Sa-Na, para que nadie diga que ese puesto te lo heredé solo porque eres mi hija.
- Papá… tengo miedo –no percibir en las palabras y gestos de su hija dicha emoción causaba que Kenji sintiera frustración. Para el Director Sato siempre fue un reto lidiar con Mika porque era como él, y en la vida le enseñaron a lidiar con las personas comunes que sí muestran lo que sienten y les afecta. Por ello había acordado con su hija que entre ellos era necesario decirse directamente lo que estaban sintiendo para que el otro sepa lo que está sucediendo, y así poder ayudarse mutuamente.
- Mika, nada malo te sucederá en la universidad. Esto no es como la escuela, donde los niños van obligados por sus padres, de ahí que te topes con cualquier clase de persona. A la universidad asisten aquellos que en verdad quieren crecer y aprender sobre una especialidad para desarrollarse en ello durante el resto de su vida. Allí las personas son más responsables y dedicadas.
- Pero igual me van a despreciar porque no soy como ellos.
- Ten por seguro que eso no va a suceder, Mika. Tú demuestra tu valor, y la gente te seguirá porque te tomarán como un buen referente. No te predispongas a lo negativo. Piensa que todo irá bien, y así será.
A sus diecisiete años Mika Sato no tenía ni un solo amigo. En la escuela nunca pudo compatibilizar con alguna compañera porque las niñas no querían jugar con ella al no poder sonreír o llorar, y al no saber qué pasaba con ella, simplemente la hicieron a un lado. Al recibir ese trato de las niñas, Mika decidió no acercarse a los niños porque pensó que con ellos sería peor. Al crecer en soledad, solo se dedicaba a obtener las mejores calificaciones y destacar en artes y deportes, ya que sus padres siempre la impulsaron a que explotara todos sus talentos y habilidades, por lo que Mika era buena en todo lo que se proponía hacer.
De alguna manera lo talentosa que era la primogénita de Kenji Sato despertaba la envidia de las demás niñas, por lo que siempre utilizaron su especial condición de no revelar sus emociones o sentimientos a los demás como un arma para insultarla y castigarla, buscando relegarla. Sin embargo, aunque socialmente no fuera la más popular ni tuviera cientos de amigos que la invitaran a fiestas o demás reuniones sociales, el nombre de Mika Sato siempre aparecía en las conversaciones de maestros, padres de familia y alumnos porque era la mejor estudiante del plantel, la que representaba a la escuela en todos los concursos y la que ganaba siempre el primer lugar en cualquier asignatura o disciplina deportiva y artística.
- Además, debes ir porque has obtenido algo que yo no pude alcanzar cuando fue mi momento de ingresar a esa universidad para estudiar mi carrera –comentaba Kenji dejando su sillón enfrente de su escritorio para sentarse al lado de su hija.
- ¿A qué te refieres, padre?
- A que yo solo pude ser el mejor promedio de ingreso a la Facultad de Economía, pero no el mejor en el cómputo general de la universidad, algo que tú sí lograste.
- Ni sabía que podía obtener algún reconocimiento por ese detalle –mencionó Mika restándole importancia al hecho que su padre resaltó, aunque el desprecio que quiso poner en sus palabras no se notó-. Espera, ¿había alguien más inteligente y hábil que tú, padre?
- Sí, una joven estudiante que quería ser médica –el recuerdo de cuando conoció a Yuriko Inoue llegó al Director Sato, y este solo puso desear que todo en la vida le haya salido bien a quien fue su primer amor-, pero solo me ganó por décimas.
- Interesante. ¿Y te hiciste amigo de ella? Pregunto porque creo que, si conoces a alguien que puede ser mejor que tú y darte dura competencia, deberías hacerlo tu amigo, ¿no lo crees, padre?
- Efectivamente, por eso tu tío Manuel se convirtió en mi mejor amigo –Manuel Tuesta era un estudiante proveniente de Perú que Kenji conoció durante el MBA que hizo en la Universidad de Stanford, y al reconocer en él su alta capacidad y talento, además de que era una muy buena persona, no dudó en profundizar la amistad y en llevarlo a Japón para que trabaje primero representándolo en unos negocios, y luego haciéndolo su mano derecha en el conglomerado que dirigía.
- Pero a él lo conociste durante el primer postgrado que estudiaste. ¿No llegaste a conocer a esa joven que demostró ser un poco mejor que tú en el pregrado?
- No, no la frecuenté porque éramos de carreras distintas –Kenji se negó a hablar sobre Yuriko después de que se terminara la relación que sostuvieron por diez años. No es que en el Director Sato haya quedado algún sentimiento de rencor hacia la médica, solo quería evitar que sus hijas supieran más de ella, ya que las niñas consideraban a la primera novia de su padre una mala persona por haber hecho llorar a la madre el día de la boda al confesarle la relación que sostenía con Kenji, la cual había durado diez años. Para el Director Sato, Yuriko era una buena mujer que no se merecía que piensen mal de ella, más cuando él fue el responsable de todo, al prometerle lo que no podía cumplir y al no terminar la relación cuando el amor que sentía por Natsuki ya no podía ocultarse más.
- Entonces, no es necesario que vaya, no haré amigos en esa cena.
- Debes ir porque el Rector de la Universidad de Tokio quiere darte la bienvenida enfrente de todo el profesorado y los mejores ingresos de este año, ya que él era el Decano de la Facultad de Economía cuando yo estudié. Velo de esta manera, tu presencia en esa cena será más por cortesía a ese buen profesional y excelente persona. Por favor, Mika, ve a la cena con tu mejor disposición. Quizás te topes con alguna sorpresa que te tiene deparado el destino.