El amante mestizo

Capítulo 9

  • Yuriko está acabando una cirugía –dijo Bastian mirando el reloj en su muñeca izquierda-. En una hora podrá responder llamadas, aunque sería mejor que yo mismo vaya al hospital y la traiga. No sé si ella querrá venir a este edificio –Takeo sonrió al médico alemán entendiendo por dónde iba su comentario.
  • Entonces, ¿les parece si conversamos los tres primero? –propuso Takeo mirando a Kenji y Bastian-. Akira, anda a la habitación de Mika y vela su sueño. No te preocupes por tu padre, confía en que es un hombre de razones y no de golpes –el joven Müller miró con duda a su padre, pero Bastian lo calmó al asentir con la cabeza que podía ir tranquilo.

Akira se alejó subiendo la escalera hacia el segundo piso y los tres adultos caminaron hacia el estudio. Takeo le pidió a Osamu que se sume a la conversación, ya que él era un espectador neutral a quien podían recurrir para narrar los hechos objetivamente. Ya en el estudio cerraron la puerta y empezaron a hablar sobre lo ocurrido.

  • ¿Por qué explotaste de esa manera, Kenji? –preguntó Takeo después de tomar asiento en uno de los sofás de la pequeña sala en el estudio.
  • Porque me sorprendió ver a Mika sentada a horcajadas sobre un muchacho de quien no tenía idea, y para colmo de males, este estaba sin remera, con las manos acariciando la espalda de mi hija por debajo de su blusa –Kenji no mostraba su enojo al recordar esa escena, pero Takeo se imaginaba que lo estaba porque él también tenía una hija, un año menor que Mika, a la que no le gustaría encontrar en la situación que fue hallada su sobrina.
  • Entiendo que esa no fue la mejor manera de conocer sobre la existencia de mi hijo en la vida de la niña Mika, pero tampoco debiste gritar y amenazarlo. Eso no te lo paso, Sato –comentó Bastian mirando fijamente a Kenji, quien le mantenía la mirada sin mostrar ninguna emoción.
  • Por favor, sé que es difícil que se desliguen de sus sentimientos paternales, pero ¿pueden analizar la situación objetivamente? –pidió Takeo blanqueando los ojos porque ya esos dos empezaban nuevamente a dejarse llevar por la ira al querer defender su posición, aunque a Kenji no se le notara-. Oikawa, por favor, ¿desde cuándo mi sobrina sostiene una relación con Akira Müller? –preguntó Takeo al chofer.
  • Desde el siguiente día de la cena de bienvenida a la que asistió –respondió Osamu.
  • ¿Eso es hace año y medio?
  • Sí, Nagata san. La semana pasada cumplieron los jóvenes dieciocho meses de relación.
  • ¿Por qué no se me informó lo que ocurría con mi hija? –preguntó Kenji a un Osamu que lo miraba avergonzado.
  • ¡Discúlpeme, Sato san! –dijo el chofer dejando la silla en donde se había sentado para caer al suelo del estudio en una reverencia de absoluta sumisión-. Usted me dio la oportunidad de mi vida, la que me sirvió para reinsertarme en esta sociedad, pero entendí que ocultarle la relación de Mika san era requerido para que ella sea feliz.

»En los siete años que trabajo para usted he conocido a su hija, a quien estimo como si fuera mi hermana menor. La soledad de Mika san siempre me entristeció y lamenté más de una vez el no poder hacer nada por ella porque no soy un joven de su edad ni de su condición social con quien pueda hablar y entablar una amistad. La llegada de Akira san fue muy oportuna, desde mi humilde punto de vista, ya que ella empezaba otra etapa de su vida lejos de casa, una oportunidad para comenzar de cero a interactuar con jóvenes como ella. Él pudo ver lo valiosa que es Mika san, y se enamoró de ella. Quizás fue demasiado pronto, el iniciar una relación al no haber pasado ni veinticuatro horas de haberse conocido, pero cuando las almas de aquellos que existen para ser uno se encuentran, se reconocen y no pueden mantenerse alejado uno del otro.

»En estos meses de relación que han sostenido, los jóvenes han demostrado que su unión ayuda a que sean mejores cada día, ya que han logrado sus objetivos académicos al ser uno soporte del otro y darse ánimos para seguir adelante. Sé que soy nadie y que mi opinión vale nada, pero Akira san es un buen muchacho que le hace bien a Mika san, así como ella es una maravillosa jovencita que aporta mucho en la vida del futuro médico».

Kenji no despegaba la mirada de Osamu, quien seguía postrado en el suelo del estudio; Bastian no dejaba de observar al Director Sato, esperando encontrarse con alguna reacción, y Takeo sonreía mientras su mirada iba de su cuñado al médico alemán. Lo que ese joven de veintisiete años había comentado era la pura verdad. Todos aquellos que amaban a Mika pudieron percibir que desde que se alejó de Nagoya para vivir en Tokio por sus estudios universitario, la jovencita era feliz y se sentía completa, aunque no lo demostraba con una sonrisa en el rostro. El que pudiera comentar sobre anécdotas que tenía con sus compañeros de clase y las reuniones sociales a las que asistía junto a ellos era señal de que algo cambió en la vida de Mika, pero ninguno imaginó que ese cambio se debía a la llegada de alguien especial que la amaba, y por ello le ayudaba a realizar exitosamente aquello que se le complicaba por la rara condición con la que nació.

  • Osamu, ¿acaso he sido una mala persona para que creas que soy capaz de interponerme en la felicidad de mi hija? –nadie pudo notar que Kenji hizo esa pregunta sintiendo tristeza.
  • No, Sato san, usted es un gran hombre, pero no puede negar que con sus hijas es demasiado sobreprotector. La vida no es perfecta, y por más que seamos afortunados como lo es Mika san al haber nacido en una familia que la ama y es adinerada, no está a salvo de experimentar con el sufrimiento. Justo hoy ha sufrido un shock nervioso, uno provocado por usted, quien juró evitar que su hija pasara por situaciones como esta. Esto solo es prueba de que nadie está exento de sufrir.
  • Kenji –al escuchar a Takeo pronunciar su nombre, el Director Sato miró fijamente a su cuñado-, ¿en verdad tanto te asusta el que puedas corromper tu alma al buscar venganza si a una de tus hijas le hacen daño? –Takeo sospechaba que había algo más que el confundir venganza con justicia lo que causaba el temor de su cuñado, y creía que ese miedo estaba relacionado con Yuriko Inoue, ya que nunca más volvió a hablar de ella tras acabar la relación. Kenji miró a Bastian, quien frunció el entrecejo porque entendió que la respuesta del Director Sato tenía que ver con su esposa.
  • Yo, después de haber sufrido un ataque nervioso como el que padeció Mika, nunca más volví a hablar sobre los motivos por los cuales no podía aceptar que llevaba años amando a Natsuki –dijo Kenji. Bastian miró a Takeo con duda, y este se la despejaría.
  • Kenji no se enamoró de mi hermana durante el primer año de matrimonio, sino que lo estuvo desde varios años atrás –Takeo miraba con algo de tristeza a su doblemente cuñado, ya que recordaba el trauma que hizo que este no pudiera romper la relación con Yuriko, sufriendo al negar el amor que sentía por Natsuki.
  • ¿Por qué no rompiste la relación con Yuri si amabas a otra? –preguntó Bastian calmado porque podía percibir la congoja de Kenji.
  • Porque creía firmemente que un hombre después de haber tomado todo de una mujer le debía a esta el hacerla su esposa y compartir la vida hasta que la muerte llegara a separarlos –respondió Kenji sin demostrar su pena.




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