El amante mestizo

Capítulo 12

Después de esa primera cena que marcó el inicio de una sana relación entre las familias Sato-Nagata y Müller-Inoue, el acercamiento de Yuriko a Mika no se hizo esperar. Tras la partida de Kenji, Natsuki, Takeo y Midori hacia Nagoya, la médica invitó a almorzar a Mika junto con la escolta y el chofer al hogar que había construido al lado de su amado Bastian. Luego se haría una costumbre que todos los domingos la hija Sato y las dos personas encargadas de su cuidado y protección se trasladaran a la casa de los médicos para compartir con ellos las horas de la mañana y de la tarde del día de descanso. A Akira le encantaba que Mika congeniara a la perfección con sus padres y hermano, ya que Hiroto estaba fascinado con su cuñada, quien le ayudaba a mejorar con su práctica de piano, puesto que la jovencita era una muy buena pianista al haber conocido ese instrumento desde que fuera una niña de cuatro años.

Como no quería que hubiera malentendidos, Yuriko se comunicó con Natsuki para comentarle su interés de invitar a Mika a pasar alguna mañana o tarde de chicas en el spa. La médica solía tomar el servicio de masaje y cuidado de la piel para lidiar con el estrés de su trabajo, pero siempre lo hacía sola, ya que sus hijos y esposo tenían otros intereses. Al no tener una hija, la médica siempre soñó con el momento en que sus hijos le dieran nueras, para con ellas compartir aquellos pasatiempos femeninos que tanto le gustaban. Natsuki comprendió los sentimientos de Yuriko porque a Kenji le había sucedido algo parecido al tener cuatro hijas, las cuales no gustaban del kendo –arte marcial que el Director Sato practicaba desde que era un niño, guiado por su padre para seguir con la tradición de sus antepasados samurái-, por lo que no tenía a quién guiar por ese camino, hasta que nació el pequeño Yori. «Yuriko, que te acerques a Mika y compartas con ella rutinas muy propias de las mujeres es para mí una gran ayuda. Estoy lejos de mi hija y tengo un niño pequeño, quien me trae muy atareada, por lo que viajar seguido para ocuparme de lo que Mika necesita se me complica demasiado. Por favor, cuida de mi hija como si fuera la tuya. Además, el día en que nuestros hijos decidan casarse, ella será tu hija, y creo que no deben esperar a que el matrimonio se oficialice para que ustedes compartan alguna rutina», con la venia de Natsuki, futuras suegra y nuera se dispusieron a pasar tiempo de calidad juntas.

Con la relación de Mika con Los Müller-Inoue yendo bien, era hora de que Akira pueda afianzar los lazos con Los Sato-Nagata, por lo que Kenji y Natsuki creyeron conveniente que el joven futuro médico y su familia pasaran en Nagoya las fiestas de Fin de Año. Por ello, a inicios del mes de noviembre, extendieron la invitación a Yuriko y Bastian, la que ambos aceptaron contentos porque su primogénito tendría la oportunidad de conocer a la gran familia que Mika tenía. Al llegar la semana de vacaciones de invierno, Akira y su familia viajó a Nagoya y se hospedaron en la gran casa Sato-Nagata, sintiendo el calor de ese hogar que con mucho amor habían levantado Kenji junto a Natsuki. En un principio las otras hijas se mostraban tímidas y algo temerosas de departir con Yuriko, pero Hiroto, quien era mucho más sociable y amiguero que Akira, se hizo de inmediato amigo de Mai y Naoko, las hijas Sato que eran un año mayor y dos años menor que el benjamín de la Familia Müller-Inoue, por lo que él fue el medio para que las niñas perdieran los prejuicios contra la médica y pudieran tener una buena convivencia entre ellos. Con Saori -la hija tres años menor que Mika- no hubo ningún problema porque al tener dieciséis años y hablar constantemente con su hermana mayor, porque eran mejores amigas, ella entendió que la madre de Akira no era una mala persona por haberse enamorado de un hombre que no era para ella, y que nunca tuvo una firme intención de hacer daño a Natsuki, solo que la tristeza de la desilusión la hizo confesar la verdad que Kenji ocultaba porque no le convenía que saliera a la luz.

Al tercer día de haber arribado a Nagoya se haría oficial la presentación de Akira y su familia antes es resto de los familiares de Mika. El Bonenkai –que es la celebración con que se pretende dejar en el pasado, en el olvido, todo lo sucedido en el año que está por terminar- que se celebraría ese año en la Mansión Nagata y congregaría a los miembros de las dos familias dueñas del Conglomerado Sa-Na, más aquellas con las que mantenían relaciones políticas por los matrimonios de sus hijos, fue el momento elegido por Kenji y Natsuki para hacer la presentación formal de Akira como enamorado de Mika.

La noche anterior al Bonenkai, Kenji y Natsuki llevaron a Mika y Akira hacia la Mansión Nagata para que Yori, antes que el resto de familiares, conozca de la relación que su nieta sostenía con el joven estudiante de Medicina. Yori, quien siempre estuvo muy pendiente de Mika por ser la nieta que de alguna manera homenajeaba a quien fuera su amada esposa al llevar el nombre de esta, se alegró hasta las lágrimas por su nieta, a quien abrazó y felicitó porque había logrado vencer sus temores sobre relacionarse con los demás. Akira se sorprendió gratamente de que el anciano Nagata no pusiera peros ni objetara de alguna manera la relación que tenía con su nieta, ya que esperaba que opusiera resistencia al amor que se tenían porque él era un mestizo.

  • ¡Ay, por favor! Tengo cuatro nietos mestizos, los hijos de mi hija Megumi junto a su esposo James, quien es una excelente persona. Al verte, siento como si tuviera enfrente de mí George o Andrew, y a ellos nunca les desearía que sean infelices. Si tu felicidad está al lado de Mika, ¡bienvenido seas a la familia! –Yori sonreía muy animado mientras abría los brazos y se acercaba a Akira para darle un abrazo. El joven Müller no esperó a que el abuelo de su amada llegara hacia él, ya que le dio el alcance y recibió gustoso el gesto de cariño de ese hombre que aprendió a ser tolerante y aceptar la felicidad de los demás como propia.
  • Gracias, Nagata san –dijo Akira al dejar el abrazo y hacer una reverencia de 90° grados.
  • Nada de Nagata san, desde ahora me puedes llamar ojii chan porque algo me dice que esto terminará en boda.




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