El amante mestizo

Capítulo 14

Cuando Mika escuchó lo último dicho por Peter, el corazón empezó a dolerle. En un comienzo, ella no quería aceptar lo que ese extranjero había dicho, pero luego la realidad la golpeó duro. «¿Akira tiene un hijo con esa chica? ¡No puede ser! ¡Es mentira!», se decía la hija Sato, tratando de mantener la calma porque todo podría ser solo un mal entendido. Akira apretaba cada vez más fuerte la mano de Mika, queriendo evitar que ella se suelte y se aleje. Él no podía verla a la cara, por la vergüenza que sentía por lo que estaba pasando, por lo que ella estaría pensando de él, porque lo dicho por Peter Wilde podría hacer que sufra.

  • ¿Qué acabas de decir? –preguntó muy molesto Bastian.
  • Lo que oyó. Mi hermana dejó Japón embarazada de su hijo.
  • Eso fue hace cuatro años. ¿Por qué no vinieron a reclamarnos antes? –Bastian empezaba a elevar la voz al estar perdiendo la paciencia.
  • ¡Mika! –se escuchó la voz de Akira con mucho miedo. La hija Sato había empezado a llorar como lo hiciera esa tarde que Kenji amenazó con alejarla de su amado Akira. El espasmo del sollozo volvió a presentarse, por lo que sus pulmones empezaban a quedarse sin aire-. Amor, respira, por favor, respira.
  • Trae hielo y una servilleta. ¡Ve rápido! –pidió Bastian muy exaltado a Takeo, quien salió disparado por lo que necesitaban para que Mika reaccione.

Los apuros de Takeo por conseguir lo que le habían pedido llamó la atención de Kenji, quien caminó detrás de su doblemente cuñado, encontrándose con que su hija nuevamente estaba padeciendo un espasmo del sollozo. De inmediato apoyó a Bastian a ayudarla a respirar, cosa que lograron hacer sin que pase mucho tiempo. Kenji estaba aliviado de ver a su hija mejor, pero no se olvidaba de que algo debió causar ese estado de tristeza en ella. Al mirar a su alrededor se encontró con que Akira lloraba con la misma intensidad que Mika y con las figuras de los dos extranjeros cuyas identidades desconocía. Ya estaba enfocando su atención en estos dos, ya iba a preguntar quiénes eran, cuando Mika le habló y le pidió que la ayude.

  • Dime, hija. ¿Qué quieres que haga por ti? –preguntó Kenji sintiendo mucha ternura, pero imposible de expresarla al no tener a Natsuki a su lado.
  • S-sácame d-de a-aquí, p-papá –Mika aún sollozaba, y a él le dolía ver a su princesa mayor sufriendo de esa manera.
  • Sato, por favor, llévate a la niña Mika. Yo te llamo en una hora, cuando entienda mejor lo que está sucediendo –pidió Bastian, y Kenji aceptó sin preguntar porque la mirada de tristeza, miedo y rabia del médico alemán le hizo entender que algo grave estaba ocurriendo.
  • Voy contigo, Kenji –dijo Takeo, quien estaba preocupado por su sobrina.
  • No, Takeo. Quédate y apoya a Bastian. Manuel, Kemal y mis cuñados me ayudarán a dejar el restaurante y pedir a los asistentes que se retiren –dijo Kenji tomando en sus brazos a Mika y dejando el balcón.
  • Mika chan, amor, no te vayas, escúchame –pedía Akira llorando. Él tampoco estaba bien tras oír lo que Peter Wilde soltó sin medir consecuencias. Takeo jaló del brazo a Akira, y con una mirada de reclamo y decepción lo haría caer sentado en el suelo del balcón donde se encontraban.
  • Cállate. Tu padre solucionará esto en lo que estás metido por idiota, así que no digas ni una palabra más si no quieres que Kenji tome una decisión apresurada y haga que nunca más vuelvas a ver a Mika –soltó Takeo con un tono de molestia mezclado con lamento.

El primero en ver a Kenji con Mika en sus brazos fue Manuel Tuesta, el mejor amigo y la mano derecha del Director Sato en todos los temas empresariales y de la vida. Manuel corrió hacia su amigo para enterarse lo que debía hacer. Después de ayudar a Kenji a bajar por las escaleras con Mika, sin que los demás asistentes al festejo se dieran cuenta, regresó al salón para pedirle a Kemal Çelik –el abogado turco encargado de la parte legal de los negocios que el Conglomerado Sa-Na tenía fuera de Japón- que junto a Hiro, Kano, Takeshi e Ichiro empezaran a despedir a los invitados, ya que Mika se había puesto mal y la celebración se daba por terminada. Al no entender Natsuki lo que sucedía, Manuel se acercó a ella para llevarla junto a Kenji y su hija, quienes la esperaban en el estacionamiento para partir hacia el dúplex.

Tras empezar los invitados y familiares de Mika a dejar el salón, Manuel se acercó a la familia de Bastian, explicándole que algo desafortunado, pero que desconocía había sucedido con Akira. Al escuchar eso, Yuriko dejó su asiento y corrió a buscar a su hijo a donde el mejor amigo de Kenji le indicó que lo encontraría. Akira estaba tirado en el suelo de uno de los balcones llorando. Takeo estaba al lado del joven Müller, más conteniéndolo de no ir detrás de Mika que calmándolo. Bastian estaba unos pasos distanciado de ellos, hablando con dos extraños que no reconocía.

  • Akira, hijo. ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué estás así? –Yuriko se acercó a consolar a su hijo, quien la abrazó desesperado.
  • Mamá, por favor, que Mika no me deje. Me muero si ella no quiere volver a verme –repetía Akira entre sollozos.
  • Takeo, por favor, dime qué ha sucedido –imploraba Yuriko con ganas de llorar al sentir la desesperanza invadiendo a su hijo.
  • Yuriko… -Takeo hizo silencio por unos segundos; necesitaba ordenas lo que iba a decir para no soltar la ira que sentía contra Akira-. Ese par que vez hablando con Bastian aseguran que Akira tiene un hijo de tres años, y han venido para que lo reconozca –lo dicho por Takeo golpeó de tal manera a la médica que cayó al suelo. La conmoción en ella era tanta que al percatarse Akira de ello, dejó de llorar para animar a su madre, quien estaba entrando en un shock nervioso.
  • Mamá, por favor, ¡reacciona! –pedía Akira a Yuriko encarecidamente. Al escuchar a su hijo llamando a la madre, Bastian giró la cabeza hacia ese lado del balcón, y al ver a Yuriko sobre el suelo en estado de shock, corrió a auxiliar a su esposa.
  • Yuri, amor, tranquila. Todo va a estar bien. Vas a ver que vamos a solucionar todo esto –le decía Bastian a su esposa, quien después de unos segundos pudo enfocar su mirada en el médico alemán.
  • Dime que mi historia con Kenji no se va a repetir una vez más por culpa de mi hijo –soltó Yuriko mirando a su esposo. Akira entendió que su madre estaba así por su culpa-. Por favor, Bastian, dime que es mentira que Akira tiene un hijo no reconocido porque si es verdad, la relación, el compromiso, el matrimonio, el amor que tiene por Mika tendrá que morir, y eso significa que perderé a mi hijo –a Bastian le afectaba verla tan preocupada a su esposa.
  • Yuri, todo va a estar bien. Aún no sabemos si lo que dicen es verdad. Estate tranquila.
  • ¿Está poniendo en duda el honor de mi hermana? –se escuchó decir a Peter-. ¡Por supuesto que es verdad! Akira es el padre de mi sobrino, y lo va a reconocer, así como se casará con Valery –la voz elevada de Peter terminó sacando de sus casillas a Bastian, quien, con una rapidez y fuerza que el estadounidense no se esperaba del alemán de sesenta y dos años, dejó el suelo donde estaba sentado animando a su esposa para ir a tomar el cuello del rubio de traje negro.
  • Vuelves a abrir la boca para decir alguna estupidez más y yo mismo me ocuparé de que no llegue más oxígeno a tus pulmones, ¿entendiste, mocoso? –la furia de Bastian asustó a Peter, haciendo que calle. Valery miraba horrorizada la reacción del médico alemán.




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