El amante mestizo

Capítulo 15

Echado sobre la improvisada cama que sus primos hicieron con el sofá de la sala de la suite que Levy había reservado para su familia en uno de los hoteles cinco estrellas que había en Nagoya, Akira repasaba lo sucedido esa noche. El recuerdo de Mika riendo entre sus brazos mientras bailaban en la privacidad que les daba el balcón donde se refugiaron, retirados del resto de asistentes a la cena de festejo por la graduación de ambos, era tan cálido que aún le hacía sonreír de lo feliz que se sentía, de lo feliz que ella lo hacía, de lo feliz que él la hacía a ella. «Y sin proponérmelo, la hice llorar tanto que terminó con un espasmo del sollozo», Akira volvía a llorar porque tras el recuerdo de Mika sonriendo, aparecía de inmediato el rostro de su amada lleno de asombro, duda y tristeza, expresión tan dura que le rasgaba el alma porque él nunca quiso ser fuente de dolor, de sufrimiento para ella, sino de gozo, alegría y felicidad.

«¿Cómo puede ser que tenga un hijo con Valery?», era la pregunta que se hacía una y otra vez al no entender cómo pudo suceder si él siempre fue precavido y se protegió, por más que ella le dijera que no era necesario porque tomaba un método anticonceptivo. «El primer error en el que cae un hombre que no quiere tener hijos es dejar en su pareja toda la responsabilidad de la anticoncepción, por eso siempre usé condones, y hasta me venía fuera de ella, aunque estuviera protegido. No entiendo cómo ella pudo quedar embarazada», él trataba de encontrar la lógica a lo que ella y su hermano habían confesado sin pensar en las posibles consecuencias al no reparar en quién escuchaba lo que tenían que decir.

«No entiendo por qué tuvieron que aparecer en plena celebración para soltar esa bomba. Valery tiene mi información de contacto, por lo que pudo llamarme, enviarme un mensaje, un e-mail, y citarnos en algún lugar más discreto para darme la noticia. Siento que el llegar de esa manera, usando las influencias que les da tener pasaportes diplomáticos estadounidenses, fue a propósito. ¿Por qué? ¿Acaso querían hacer escándalo?», Akira no entendía el comportamiento que tuvieron esos dos. «Además, Peter se portó de una manera tan altanera, sin respeto ni prudencia. Él no era así. Recuerdo que siempre nos daba buenos consejos, y que una vez me dijo que no siguiera el juego de su hermana porque creía que estaba un poco loca al ser tan liberal habiendo apenas dejado de ser una niña. Ahora se presenta de esa manera tan amenazante, prepotente, que agotó la paciencia de mi padre», el joven Müller no reconocía a Peter, quien era cinco años mayor que él.

«¿Las personas podemos cambiar tanto en pocos años? Peter es otro, y Valery también. Se le veía más seria, más recatada. Ya no traía el cabello con esos mechones morados que se hacía ni las uñas pintadas de negro. Hasta su energía era otra, muy diferente a la que emanaba cuando estábamos en la escuela. Quizás todo lo que ha sufrido porque le quitaron a su hijo y el deseo de recuperarlo la hayan hecho madurar, y por eso ahora parece en verdad una hija de buena familia y no la rebelde que siempre fue porque nunca le gustó que le digan cómo comportarse», concluía Akira, sin querer justificar a Valery, pero no podía negar que la estadounidense tenía un motivo muy fuerte para llegar a Japón y, sin importarle nada, pretender regresar a la vida de Akira con tal que este le ayude a recuperar a su hijo, aunque eso implique que él tenga que ser infeliz al no poder hacer feliz a Mika.

«Digamos que ese niño es mi hijo. Está bien, lo reconocería y empezaría a trabajar para pasarle una manutención, así como pediría el poder verlo para conocerlo y que nuestra relación no sea fría y distante, pero casarme con Valery, eso jamás lo haré. Yo no me veo compartiendo la vida con nadie más que no sea Mika. Ella es mi amor, mi hogar, la dueña de mi corazón, y no la pienso perder –por un momento Akira calló sus pensamientos y empezó a llorar-. Lo siento Mika, si sigo esta clase de pensamiento, te voy a hacer mucho daño porque voy a ser egoísta. Quizá lo mejor es dejarte ir, que rehagas tu vida con otro. ¡Pero qué mierda estoy diciendo! Mika es solo mía, es solo para mí. Ella no va a estar con ningún otro porque después de esto va a volver a encerrarse entre murallas que alzará para evitar que la dañen. Tengo que encontrar la forma de saber si ese niño es mío o no porque a la persona que más daño le haré si tengo un hijo con Valery es a Mika, y eso no me lo perdonaré jamás».

Aunque no quería dormir al desear seguir analizando lo ocurrido, cayó rendido ante el sueño al estar muy cansado. Había llorado, y mucho, lo que hizo que sus ojos pesaran por lo hinchados que estaban, los cuales al final cerró, y eso permitió que durmiera. A las pocas horas despertó con un intenso dolor de cabeza, el cual Levy ayudó a quitar con los analgésicos que le dio, además de unas compresas frías para deshinchar los párpados de sus ojos, los cuales lucían enormes. Tras obligarlo a desayunar, porque al principio no quería probar bocado, Akira estaba listo para regresar a casa. Mintió a sus primos diciéndoles que ya se encontraba bien, que tomaría un taxi de los que forman parte de la empresa de transporte que trabaja con el exclusivo hotel para ir a casa, cuando en realidad lo que quería hacer era ir al dúplex de Los Sato-Nagata para implorar que lo dejen ver a Mika. Levy estaba a punto de permitir que Akira se vaya, pero la oportuna llamada de Bastian a su sobrino detuvo los planes del joven Müller.

Bastian fue a recoger a su hijo mayor junto con Hiroto, quien abrazó a su hermano ni bien lo vio. El menor de Los Müller-Inoue había crecido bastante en los últimos meses, durante el desarrollo de sus catorce años. Estaba a poco de tener la misma estatura de Bastian, por lo que ya no era un niño a quien podían no tomar en cuenta. Él no tenía muy claro lo que sucedía entre Mika y su hermano, pero sabía que no era nada bueno por cómo esta lloraba en el auto que los llevó al dúplex después de dejar el restaurante. «Todo va a estar bien, hermano. Mika te ama, ella no va a soltar tu mano, así que no tengas miedo que no te perderás», a Hiroto le gustaba mucho la poesía, por lo que a veces usaba frases y juego de palabras que sonaban rítmicamente agradables y muy estilizadas. Akira sonrió al escuchar a su hermano menor, y le agradeció su apoyo. «Mai y Naoko han quedado en mantenerme informado sobre Mika, si llora o sonríe. Claro que va a ser un poco complicado que exprese lo que siente si tú no estás a su lado, pero habrá más información que de seguro sí te servirá para quedarte tranquilo, ya que sabrás de ella», que Hiroto fuera así de servicial y considerado era lo que Akira amaba de su hermano menor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.