El amante mestizo

Capítulo 18

Maddison citó a Valery en la recepción del hotel donde se hospedaba según el plan acordado por Kenji, Bastian y Shiro. Para que Peter no vaya detrás de su hermana, ya que habían podido confirmar que este no la dejaba ni a luz ni a sombra, Yuriko junto a Kemal Çelik –abogado turco que trabajaba para el Conglomerado Sa-Na- y Manuel Tuesta –mejor amigo de Kenji, a quien la médica conocía también de años- se citaron con Mark Wilde y su hijo para llegar a un acuerdo sobre la paternidad de Akira en el mismo horario en que se daría el encuentro de las amigas, para que Valery pueda ir sola. Habían analizado tan bien al embajador que sabían que no impediría que su hija se encuentre con Maddison, ya que podría esta sospechar que algo sucedía con su amiga y comentárselo a su padre, que en ese momento trabajaba muy de cerca con el Secretario de Estado, por lo que no le convenía levantar sospechas de ningún tipo.

Valery llegó en un auto con personal de seguridad de la embajada, el cual se quedó en la recepción del hotel. Al ver a Maddison saliendo del elevador, la hija Wilde corrió hacia su amiga, quien también empezó a apresurar el paso. Ambas jóvenes se fundieron en un abrazo sincero, lleno de la amistad y el amor que se tenían. Valery soltó algunas lágrimas, detalle que le permitió a Maddison proponerle subir a su habitación para conversar con mayor comodidad y sin la mirada curiosa de quienes pudieran estar en el restaurante del hotel. Le propuso pedir algo para comer y beber, así pasarían una buena tarde juntas. Valery aceptó la propuesta, así que subió junto a su amiga hacia la habitación donde esta se hospedaba.

Al ir conversando, Valery no se percató que las puertas del ascensor se abrieron en el último piso, donde la suite más cara se encontraba. Caminaron juntas hasta la puerta que abrió Maddison, cruzando el umbral de ingreso sin problema. Tras cerrar la puerta, la hospedada en el hotel la guio hasta la sala, encontrando que no estaban solas. Kenji, Bastian, Shiro y Akira las estaban esperando. Valery quiso retroceder y salir de la habitación, pero Maddison no se lo permitió. «Basta de soportar tanta miseria y maldad, Val. Ellos te pueden ayudar. Hazlo por tu hijo, por Koji», las palabras de su amiga hicieron que acepte quedarse.

  • Buenas tardes, Val –dijo Akira saludándola-. Estamos aquí porque queremos conversar contigo. A mi padre ya lo conoces – Akira señaló a Bastian, quien saludó a la hija Wilde-. Los otros distinguidos señores que nos acompañan son Shiro Fukuda, Director General del Grupo Empresarial Fukuda, y Kenji Sato, Director General del Conglomerado Sa-Na. Sato san es el padre de Mika, mi novia, y Shiro uno de sus primos.
  • ¿Qué quieren de mí? –la voz temblorosa de Valery hizo que Maddison se acercara a ella y la abrazara rodeando sus hombros.
  • Queremos hablar contigo para poder ayudarte –dijo directamente Kenji, cuyo semblante inexpresivo ponía más nerviosa a Valery. Shiro se daría cuenta de ello, por lo que intervino para tranquilizar a la joven.
  • Estimada Valery san, por favor, no temas al tío Kenji. Él nació con una peculiar incapacidad de expresar físicamente sus emociones y sentimientos, por lo que suele intimidar cuando, por primera vez, tratas con él. Te aseguramos que tanto mi tío y yo somos buenas personas como lo son Bastian y Akira –la cálida y dulce sonrisa de Shiro hizo que la joven se sintiera más tranquila. Ella no entendía cómo esos dos japoneses podían ser familia, si uno era frío como un témpano y el otro cálido como el sol.
  • Lo siento, no fue mi intención insultarlo –dijo Valery mirando a Kenji apenada.
  • No te preocupes, estoy acostumbrado a dar esa primera impresión. Como te dije, queremos conversar contigo para poder ayudarte. ¿Estás dispuesta a que podamos conseguir para ti lo que más anhelas? –preguntó Kenji a Valery, quien miró con mucha duda a Maddison.
  • Confía, Val. Kenji san es amigo del Secretario de Estado de los Estados Unidos. Mi papá me confirmó esa información al comentarle que me encontré con Akira y él me contó que estaba en una relación formal con la hija del Director Sato del Conglomerado Sa-Na. Ellos son buenas personas que tienen mucho poder –las palabras de Maddison convencieron a Valery, ya que ella sabía que su amiga nunca decía algo solo por salir del paso, así que era verdad que pudo confirmar la buena reputación del hombre cuyo semblante estoico la intimidaba.
  • Está bien, confiaré en ustedes –dijo Valery y miró a Kenji a los ojos, aunque le costaba mantenerle la mirada-. Lo que más anhelo es tener a mi hijo conmigo –la voz de Valery se quebró al no poder aguantar las ganas de llorar al recordar a Koji-. Solo lo tuve un par de minutos en mis brazos después que nació, pero ese tiempo fue suficiente para grabar en mi memoria su rostro, lo suave de su piel, lo fuerte con que sujetaba mi dedo con sus pequeñas manos. Ahora él tiene tres años, y lo quiero de vuelta. Quizá va a ser difícil despegarlo de quien le han hecho creer que es su madre, pero estoy dispuesta a luchar por todo el tiempo que sea necesario para que él me reconozca y me diga mamá.
  • Dijiste que Koji está en Japón, ¿eso es cierto? –preguntó Bastian.
  • Sí, pero aun así no me han dejado verlo. Esa casa es tan grande que permite que me mantengan separada de mi hijo.
  • Val, ¿por qué le dijiste a tu padre que Koji es mi hijo? –Akira hizo esa pregunta porque sentía que era importante que ella explique sus motivos para decir esa mentira.
  • Tú siempre fuiste muy amable conmigo. Me cuidabas y protegías. Cuando quedé embarazada de mi bebé, quise que fuera tuyo, pero no es así –Valery se arrancaba las cutículas de sus uñas al estar tan nerviosa porque empezó a recordar a Ishikawa-. Al ponerme una condición tan injusta para devolverme a mi niño, no me quedó de otra que decir tu nombre. En ese momento me sentí rota. Me había hecho pedazos al darme cuenta que no era suficiente ni para ser la madre de mi propio hijo porque necesitaba a un hombre para que puedan validar mi maternidad para que se me entregue lo que es mío y se me quitó injustamente. Ante esa situación, y sin poder decir la verdad, mentí –mirando fijamente a Akira continuó hablando-. Yo me enamoré de ti, Akira. No te lo confieso esperando que me respondas afirmativamente, ya que sé que eso sería por pena, lástima, porque tu corazón ya tiene dueña, pero quiero que sepas que por ese amor que te tuve fue que pensé en ti cuando mi padre me presionaba con que le entregue el nombre del padre de mi hijo.
  • ¿Quién es el padre de tu hijo? –preguntó Kenji. Valery empezó a llorar sin emitir sonido alguno. Maddison podía sentir el temblor que aparecía en el cuerpo de su amiga por el recuerdo de esa terrible experiencia-. No te lo pregunto por morbo, lo hago porque es tiempo de ser valiente y enfrentar la realidad. Toda tu vida simplemente has actuado siguiendo un patrón que conviene a la gente que está a tu alrededor, sin ser tú misma. Las mechas de color púrpura en tu cabello rubio, las uñas pintadas de negro, el uniforme modificado y otros detalles que llamaban la atención de tu presentación cuando eras adolescente no bastan para gritar el dolor que tienes adentro. Ahora es el momento de pelear por tu libertad, de sanar tus heridas, aceptar la ayuda que se te ofrece y ser feliz al lado de tu hijo, pero todo eso solo lo podrás conseguir si reconoces el daño que te hicieron y a tus verdugos –las palabras de Kenji movieron algo en Valery que nunca antes había sentido: rabia, furia, ira, resentimiento, odio. Ella había guardado todos esas emociones y sentimientos para no salirse del papel que le tocaba actuar en la Familia Wilde.
  • El maldito de Taishi Ishikawa –Valery había hecho puño y apretaba el mentón por el odio que empezó a sacar de su interior-. Ese desgraciado me violó. Por más de un mes estuvo estudiando mis movimientos, y al notar que Akira ya no estaba a mi lado, supo que no tenía a nadie que me pueda salvar de su perversión. Yo no quería, ¡juro que no quería! –empezó a elevar la voz Valery-. Yo quería cambiar, sanar, quería alejarme de todo lo malo que yo misma me hacía al dejar que otros me utilizaran porque creí que solo para eso había nacido, pero él era más fuerte. Si hubiera sido un japonés de tamaño promedio, de seguro hubiera escapado, pero él es casi del tamaño de Akira, y no pude defenderme.




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