El amante mestizo

Extra 2

El amor de Osamu

Akira salió de la habitación de Natsuki en el hospital y se encontró con Kaya y Osamu, quienes lo esperaban. La sonrisa en el rostro del joven Müller no podía significar más que la alegría de sentirse aceptado por la madre de su enamorada, lo que significaba que había dado un importante paso en el objetivo a largo plazo que tenía al lado de Mika. Durante el recorrido hacia el apartamento de Osamu, pudo notar por primera vez los detalles que el chofer tenía para la escolta. Akira había crecido viendo el actuar de un caballero, por lo que sabía diferenciar cuando un gesto se hace por educación y cuando tiene un trasfondo romántico. El joven Müller sonreía sin decir nada porque no quería apenar a Osamu con algún comentario desatinado, ya que era obvio que las intenciones del chofer con la escolta eran amorosas.

  • Creo que ya entiendo lo que quisiste decir ayer al terminar nuestra conversación –soltó Akira sonriendo con picardía a Osamu cuando ingresaron al apartamento del chofer.
  • ¿Qué fue lo que dije? –preguntó confundido Osamu.
  • Que, aunque no hagas nada para lograrlo, las personas igual se te acercan, excepto una. ¿Te refieres a Kaya san? –el rubor en el rostro de Osamu fue la respuesta a la pregunta de Akira-. No es necesario que respondas, ya lo hiciste –Akira bromeaba con el chofer, quien se notó nervioso, algo que no era propio de su carácter.
  • Bueno, tarde o temprano alguien se daría cuenta –soltó Osamu junto a un suspiro, calmándose de los nervios que sintió por ser descubierto.
  • Pero no tiene nada de malo, Osamu san. Kaya san es bella y una persona muy agradable. A veces es muy seria y ruda, pero son cositas mínimas –decía Akira mientras miraba la alacena buscando qué podía cenar.
  • Lo sé, ella es perfecta –dijo Osamu suspirando y sonriendo como un bobo enamorado-, pero no quiere nada conmigo.
  • ¿Cómo sabes que ella no quiere nada contigo? –preguntó Akira con mucha duda.
  • Porque ya me confesé ante ella, y mi corazón fue bateado tan fuerte que salió del campo –respondió Osamu a la par que hacia el gesto de golpear con un bate de béisbol.
  • ¿Y qué te dijo para fundamentar su rechazo? –preguntó Akira mientras seguía en su búsqueda de comida.
  • Que ella no estaba interesada en tener una pareja –la tristeza en la voz de Osamu hizo que Akira dejara de buscar por la pequeña cocina-. Me dijo que el amor es algo que no le interesa porque siempre termina haciendo sufrir a las personas, y ella no quiere sufrir en esta vida.
  • Bueno, en parte tiene razón Kaya san. A veces, las circunstancias no son las mejores para que una relación de pareja se desarrolle, como la que Mika y yo tenemos, que no somos completamente sinceros con nuestras familias porque tememos que se opongan a lo nuestro, pero no veo que ese sea el caso de ustedes, que son adultos y no tienen familia –comentó Akira tratando de animar al chofer.
  • Pienso igual que tú, pero en la vida de Kaya sucedieron ciertos hechos que, de alguna manera, influyen en su forma de ver al amor –empezaba Osamu explicando por qué la escolta no quería enamorarse-. ¿Sabes cómo falleció el padre de Kaya? –preguntó el chofer al joven Müller.
  • Mika me comentó que sus padres tuvieron un accidente de tránsito, donde el padre murió inmediatamente y la madre quedó discapacitada.
  • Pero, ¿sabes por qué se produjo ese accidente? –Akira negaba moviendo la cabeza-. El padre de Kaya se había enterado que su esposa llevaba años siéndole infiel con un tipo que conoció en uno de esos concursos de belleza a los que la inscribía –el rostro de Akira lleno de sorpresa no se hizo esperar-. El padre le exigió a la madre que le diera una explicación, pero esta nunca lo hizo, solo armó una maleta y se disponía a abandonar el hogar familiar para irse con su amante, quien ya había logrado divorciarse de su esposa, y ese era el momento de ella para dejar a su marido.

»La madre de Kaya había tomado las llaves del auto, así que subió al vehículo para marcharse, pero su padre no dejaría ir, quería que le diga qué hizo mal para que ella le fuera infiel, así que se subió en el asiento del copiloto para obligarla a que confiese lo que necesitaba saber. La madre arrancó y salió hacia donde era su destino, a encontrarse con su amante, pero, en el camino, perdería el control del auto ante la insistencia del padre. Ella no vio que venía un camión repartidor de bebidas, no pudo girar rápido, así que chocó con el vehículo.

»Cuando a Kaya le avisaron, demoró como dos días para llegar a ver a su madre e iniciar los funerales del padre porque la base militar donde estaba prestando servicio estaba en la isla de Hokkaido. Ella primero fue a ver el cadáver de su padre, a llorarle porque nunca más lo volvería a ver con vida, solo en sus sueños y recuerdos. Antes de ir al encuentro con su madre, el médico le explicó que la señora había perdido la movilidad de sus piernas irreversiblemente. Con esa información se dirigió a verla, pero no estaba sola. El hombre que era su amante, y que Kaya reconoció como el padre de una de las niñas que concursaba junto con ella, estaba ahí, en la habitación, terminando con su madre la clandestina relación porque él no se haría cargo de una inválida.

»Cuando su madre confesó cómo se dio el accidente, Kaya no quería saber nada de ella, pero durante los funerales de su padre, entendió que no podía darle la espalda, ya que era el único familiar que le quedaba. Así fue que decidió renunciar a la marina y dedicarse al cuidado de su madre hasta que se estabilice, con la intención de luego buscar ayuda para que alguien cuide de ella durante las horas que se dedicaría a trabajar. Sin embargo, su madre murió al año del accidente, más que nada porque se dejó morir al deprimirse cuando entendió que el hombre a quien amó en verdad nunca la quiso, y el que sí la amaba, ella lo mató de a pocos cuando comenzó a serle infiel».

  • Y por eso Kaya san no cree en el amor –concluyó Akira con la confirmación de Osamu al mover la cabeza afirmativamente-. Pero lo ocurrido con sus padres no tiene por qué darse con ustedes –agregó el joven Müller.
  • ¡Lo sé! Pero ella no entiende ese punto –comentó Osamu suspirando-. Kaya es tan terca como bella –por un instante quedaron en silencio-. Bueno, dejémonos de dramas que tengo que prepararte una riquísima y nutritiva cena.




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