Llegar del apartamento de Kazumi al restaurante donde se cobijaba por la noche le tomó algo de tiempo, ya que aquellos dos lugares estaban a varias cuadras de distancia; pero eso no le preocupó ni fastidió a Shiro, ya que él regresaba feliz, ilusionado porque tendría su primera cita con su amada niña, con la que soñaba despierto desde esa noche cuando la conoció. Eran cerca de las 11 pm, por lo que el servicio de cena del restaurante ya estaba terminando. Aunque vestía apropiadamente para ingresar por el salón comedor, prefirió tomar el acceso para los empleados. Cada miembro del equipo encargado de la cocina empezó a felicitarlo por haber encontrado a la joven de la que tanto hablaba, ya que suponían que la mujer con la que lo vieron cenar era su añorada niña, la que tanto recordaba.
Él solo asintió y sonrió sonrojado. Todos aplaudieron el verlo tan feliz, ya que conocían su historia, hasta aquella parte en la que tuvo que soportar el acoso de Takahashi san, por lo que sabían que su vida no había sido nada fácil. Que empezara a acomodarse su destino para que experimente la felicidad era algo que se debía celebrar, de ahí que los cocineros le ofrecieron un vaso con sake, y cuando ya no había ni un cliente más en el local, todos vitoreaban el nombre de Shiro. Después de beber un poco y compartir unos aperitivos que los dueños del restaurante permitieron que prepararan para festejar la buena fortuna del joven al haber encontrado a su niña amada, Shiro se despidió para ir a dormir, ya que debía levantarse temprano, como siempre, para iniciar con el trabajo de repartir los periódicos.
Por más que trataba de conciliar el sueño, este no llegaba. Haber encontrado a Kazumi lo había emocionado tanto que su cerebro no dejaba de pensar en ella. Aunque no podía dormir, se obligó a mantenerse relajado y con los ojos cerrados sobre la cama para que su cuerpo descanse y no lucir trasnochado cuando vaya a verla. En ese estado, empezó a imaginarse cómo sería la cita que tendría con Kazumi, y sin esperárselo, el sueño arribó y pudo sumergirse en él. Muy temprano despertó y empezó su jornada de todos los días, ya que el repartir el diario no tenía descanso. Llegó corriendo al restaurante y empezó la limpieza, pero sin parar, con mucha energía y rapidez, por lo que antes del mediodía había acabado con todo el lugar. Después de bañarse se puso unos pantalones jeans negros con una camisa verde, que combinaba muy bien con sus ojos dorados, la cual remangó, y calzó unos zapatos deportivos color negro de bota alta. Esta vez no sujetaría su cabello, lo llevaría suelto, pero que se notara acicalado. Shiro no era vanidoso, pero sabía que era guapo, así que por ello se arreglaba para causar un agradable impacto en Kazumi, a quien quería conquistar.
Ese domingo no fue el único día que salieron a comer algo y luego a caminar por alguna llamativa zona de la ciudad, ya que ambos tenían la necesidad de mantenerse cerca. Las conversaciones sobre cualquier tema fluían entre ellos, pero cuando Kazumi buscaba saber el motivo por el cual dejó la casa en donde Maeko san y Reiko lo habían encargado, Shiro cambiaba el contenido de la plática de inmediato. Esa parte de su pasado la enterró para olvidarse de ella, como si todo lo que vivió esos siete meses hubiera sido una pesadilla que al despertar ya no tenía propósito el recordarla. A dos semanas de estar saliendo y comunicándose a diario con Kazumi, su amigo Tomeo, quien trabajaba en el restaurante como lavaplatos, le preguntó sobre la médica y la relación que sostenía con ella, ya que no la volvieron a ver por las instalaciones del restaurante.
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Editado: 01.05.2023