El amante perdido

Capítulo 11

Segundos después de estar divagando en su mente, Masaki golpeó rítmicamente la puerta de la habitación para avisar que estaba ahí y quería entrar. Kazumi despertó de la obnubilación en la que cayó al quedarse contemplando a Shiro y dejó la silla para girar y ver quién deseaba ingresar a la habitación. Al observar al anciano caminar hacia ella lo reconoció.

  • Dra. Kazumi Shimizu, pero qué pequeño es el mundo –dijo Masaki sonriéndole a la médica por la alegría de volverla a ver y porque le agradaba que sea tan cercana a ese joven que podría ser su nieto perdido.
  • Fukuda san –dijo Kazumi y le ofreció una reverencia de 90° grados al anciano-. Qué alegría volverlo a ver después de tantos años –la médica sonreía con la misma alegría que Masaki, ya que el recuerdo que tenía de él era uno muy bueno.
  • Quién diría que nos reencontraríamos en una situación un poco complicada de explicar para mí –agregó Masaki mirando al joven que yacía aún inconsciente sobre la cama. Kazumi notó el interés del anciano por su amigo.
  • ¿Qué lo trae por aquí, Fukuda san? –preguntó Kazumi con el mismo tono de voz amable y presto para servir que el anciano multimillonario recordaba muy bien.
  • He venido a ver a este muchacho. Quisiera saber en qué condiciones se encuentra su salud –Masaki estaba muy nervioso al estar tan cerca de saber la verdad, si ese joven era o no su nieto, y acabar de una buena vez con todos esos años de búsqueda del hijo perdido de Aki.
  • Lo siento, Fukuda san, pero esa información solo la podemos entregar a los familiares de los pacientes, y estoy segura que usted no es pariente de mi amigo, ya que él es huérfano, no tiene familia y, además, es de una condición económica bastante austera –informó Kazumi al anciano sintiendo algo de pena por no poder ayudarle, ya que había algo en la mirada de Masaki que le decía que necesitaba saber sobre ese muchacho con mucha desesperación, como si de eso dependiera su felicidad-. ¿Está todo bien, Fukuda san? –preguntó la médica al notar que la mirada del anciano se volvía a enfocar en su amigo.
  • Dra. Shimizu, ¿puedo confiar en usted? –Kazumi lo miró extrañada por la pregunta que le acababa de hacer-. Hay algo que necesito contarle para que entienda mi interés por saber el estado de salud de este muchacho, pero quiero estar seguro de que sí puedo contar con que mantendrá lo que le comparta en secreto, ya que es un tema muy delicado que inmiscuye a mi familia –Kazumi abrió los ojos sorprendida, pero afirmó moviendo la cabeza para que el anciano hablara. Masaki empezó a contarle sobre el secreto de Aki, la búsqueda por cinco años del joven que podría ser su nieto, su heredero, la característica física que lo hace inconfundible y el deseo de resarcir los errores de su hijo dándole el lugar que le corresponde dentro de su familia a ese nieto perdido.
  • Ahora entiendo por qué el tratamiento no funcionó y Aki san falleció –soltó Kazumi más para sí misma que como un comentario para Masaki-, no quiso seguir viviendo al saber que su amada ya no estaba caminando entre los vivos. Qué triste historia de amor –y una lágrima cayó de los ojos de Kazumi, gesto que demostró una vez más al anciano la sensibilidad y empatía de la joven médica-. Pues, mi amigo Shiro cumple con todas las características que busca en quien sería su nieto: su apellido es Morita, tiene veintisiete años, sus ojos son de un tono ámbar muy particular y su madre murió cuando él tenía diez años por metástasis tras sufrir cáncer de mamas.
  • Dra. Shimizu, ¿ahora podrá ayudarme y decirme la condición de salud de este muchacho? –preguntó Masaki esperando que la joven médica pueda apoyarlo para hacer este momento más llevadero.
  • Por supuesto que sí, Fukuda san –y Kazumi empezó a contarle sobre cómo un amigo de Shiro llegó desesperado al hospital para pedirle ayuda, la condición en la que lo encontró en la pieza donde duerme en ese restaurante donde trabaja haciendo la limpieza, el diagnóstico que confirmó la ecografía abdominal y la intervención quirúrgica que practicó para salvarle la vida.
  • Gracias, Dra. Shimizu, una vez más usted se ha convertido en un ángel sanador para mi familia –las mejillas se le sonrojaron a Kazumi tras recibir con mucha humildad las palabras que Masaki le ofrecía con total sinceridad y cariño-. Y concédame pedirle un gran favor, ¿me permite ver los ojos del muchacho? Para mí, esa es la prueba más segura para saber que él es mi nieto.
  • Fukuda san, Shiro aún no despierta del sedante que le suministraron en la sala de operaciones por estar demasiado nervioso ante la cirugía, por lo que tendrá que esperar para confirmar el color de sus ojos. Sin embargo, al ser una mujer de ciencia, sugiero que no solo se fíe en lo que sus ojos vean, sino que se hagan las pruebas que avalen ante la ley lo que su corazón le pueda confirmar. ¿Me permite tomar una muestra de su sangre y la de Shiro para someterla a una prueba de parentesco? –Masaki sonrió a Kazumi mientras aceptaba su ofrecimiento al asentir moviendo la cabeza.

Después de tomar la sangre que necesitaba, Kazumi dejó a Masaki cuidando de Shiro, ya que debía llevar los tubos con las muestras al laboratorio. Al entregar las tomas de sangre, el tecnólogo encargado de hacer el análisis le indicó que debía regresar para recoger los resultados en dos días, pero la médica le dijo que los resultados se necesitaban con suma urgencia, por lo que le pidió priorizar en ese caso. Ella era tan amable con todos y muy servicial que el tecnólogo no se pudo negar a su pedido y le indicó que en seis horas regrese por los resultados. Con una enorme sonrisa y varias reverencias cortas y rápidas, Kazumi le agradeció el que la ayudara.




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