El amante perdido

Capítulo 18

A mediados del sétimo mes de entrenamiento, Shiro había manifestado un enorme progreso. Yuna y los catedráticos lograron que recuperara ciertas costumbres que en la escuela tenía para estudiar y que le sirvieron para hacer de él un buen estudiante, superando las considerables deficiencias económicas y sociales que por esos años le afectaban. Con ello, más el sacrificio de horas de sueño, quien conversara con él de negocios pensaría que era un erudito en el tema, con varias maestrías y quizás un doctorado en su haber. Esto animó a Masaki a proponer a su nieto para que sea quien lidere el grupo de negociación que se encargaría de analizar las opciones sobre una nueva sociedad que llevaría a Los Fukuda a un nuevo rubro: la gestión de terminales aéreos.

La Familia Sakurai era dueña de una de las aerolíneas más reconocidas en todo el continente asiático, pero ciertos problemas de orden político hicieron que el negocio se viera afectado, por lo que desistieron continuar con este y cambiaron de horizontes. Como conocían las actividades que se realizaban en un aeropuerto y contaban con el dinero para construir uno, participaron en Vietnam en la pugna por ser la empresa elegida para la edificación, puesta en servicio y administración de un terminal aéreo en una de las ciudades del interior de ese país donde atenderían tres aerolíneas de vuelos locales. Ese fue el resurgimiento de Los Sakurai, ampliando a otros países su participación en el mercado de gestión de aeropuertos.

Ryu Sakurai era un buen amigo de Masaki Fukuda. Aunque este ya no se encargaba de los negocios, sino lo hacía su hijo Kotaro, vio necesario contar con un socio fuerte en lo económico y en lo político para que las pretensiones de su familia de ingresar al mercado aeroportuario japonés se den, y ese socio solo podía ser el Grupo Empresarial Fukuda. A Masaki le encantó la propuesta que le hiciera su amigo, por lo que accedió a escuchar al hijo de este y actual Director General de Sakurai Airport Group. Por medio de una vídeo conferencia, Masaki y Yuna escucharon la propuesta de Kotaro, la cual los invitaba a participar como socios para presentarse ante el Gobierno de Japón como una de las empresas que postulen a la concesión de la edificación y gestión de un nuevo aeropuerto en la Prefectura de Hokkaido, en la segunda isla más gran del país, con miras a que puedan entregársele otras concesiones a futuro.

El abuelo y la madre de cariño de Shiro estuvieron de acuerdo en que el negocio era atractivo, pero aún debían analizar las condiciones de la sociedad. Kotaro Sakurai indicó que para llegar rápido a un acuerdo con Los Fukuda, que les permita presentarse formalmente ante las licitaciones que el Gobierno lanzaría en el próximo mes, había designado la labor de negociaciones ante ellos a su hija Kyomi, quien se había graduado hace unos meses del MBA de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, justamente con una tesis sobre la expansión del negocio aeroportuario de Los Sakurai, y al haber obtenido el grado de Excelencia, estaban iniciando las gestiones para hacer realidad el estudio que la talentosa joven había propuesto.

Kyomi Sakurai apenas iba a cumplir los veintiocho años, por lo que tenía la misma edad de Shiro. Había estudiado Administración de Negocios en la Universidad de Tokio y llevaba dos maestrías, además del MBA, relacionadas al tema de la gestión de empresas. No cabía duda que la joven Sakurai era inteligente y estaba capacitada para hacer la labor que su padre le indicó y su abuelo avaló, por lo que, al día siguiente de la conversación entre los Directores de ambas empresas, Kyomi arribaba a Tokio.

Al considerar la edad de la cabeza de las negociaciones por parte de Los Sakurai, Masaki consultó con Yuna si Shiro ya tenía el nivel académico necesario para entregarle la responsabilidad de liderar el equipo Fukuda que discutiría los pormenores de la sociedad con Los Sakurai, algo que les tomaría un par de semanas de trabajo, y que a su vez les permitiría comprobar si podrían dejar bajo el cuidado de su nieto el trabajo de negociación ante el Gobierno. Yuna no dudó en confirmar que Shiro podía hacerse cargo de negociar la sociedad y de continuar con la gestión para conseguir ganar la concesión e iniciar la construcción del terminal aéreo. Ante ello, Masaki llamó a su nieto para explicarle la oportunidad que tenían de ingresar a un nuevo rubro de negocios y le propuso ver el tema de la sociedad con Los Sakurai, cosa que Shiro aceptó emocionado porque sería su primer trabajo liderando.

Como Los Sakurai eran amigos de Los Fukuda, Masaki le pidió a su nieto que vaya al aeropuerto a recoger a Kyomi. Shiro así lo hizo y se encontraba en la sala de espera para vuelos internacionales privados enviándole un mensaje a Kazumi cuando Kyomi junto a dos profesionales que formaban parte del equipo que verían el tema de la sociedad y su guardaespaldas ingresaron a la sala. Shiro dejó su asiento y se acercó con una amable sonrisa hacia los recién llegados, saludando primero con una reverencia y luego con un «buenos días y bienvenidos» para luego extender la mano hacía la joven Sakurai. Al tomar la mano de Shiro, Kyomi sintió una electricidad que nunca antes había percibido con otra persona. El heredero Fukuda también percibió esa sensación eléctrica, pero no le dio tanta importancia como sí lo hizo la hija de Kotaro Sakurai.

De camino a las oficinas del Grupo Empresarial Fukuda, Shiro conversaba amenamente con el abogado y el ingeniero que acompañaban a la hija Sakurai. Kyomi no participaba mucho de esa plática porque más que nada se ocupó de observar al nieto del amigo de su abuelo. Ella había quedado impactada por Shiro. El joven Fukuda era de atractivo rostro, alto, con un cuerpo de agradables proporciones, pero lo que la tenía embobada eran esos ojos dorados. Siendo niña había conocido a Masaki, pero no a su esposa Umiko ni a los hijos de estos, mucho menos a los nietos, hijos de Oyuki, por lo que no sabía de la peculiar mutación de Los Omura que la abuela había compartido con su descendencia. El heredero Fukuda llamó la atención de la hija Sakurai, y si le sumamos esa inexplicable descarga eléctrica que apareció cuando unieron sus manos en un saludo, algo que Kyomi tomó como una señal del destino, esta no desaprovecharía la oportunidad que se le dio de estar cerca de un guapo espécimen del sexo opuesto, japonés como ella y heredero de una importante familia como la suya.




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