Umiko pidió al mayordomo encender por esa noche todas las luces que alumbraban la Mansión Fukuda, como lo hacían cuando ofrecían una fiesta años atrás, antes de que Aki cayera enfermo, para que todo Tokio sepa que ellos estaban celebrando. Solo sería una cena que incluía a los cinco miembros de la Familia Fukuda más la médica, pero el motivo para festejar era muy importante para todos: el inicio de la relación formal y exclusiva de Shiro y Kazumi. Los mejores platillos fueron los elegidos para deslumbrar a los comensales, por lo que desde que Masaki comunicó a su esposa que debían celebrar, esta se organizó con la cocinera y el resto del personal de servicio para comprar lo que se necesitaban, ya que todo debía ser de primera.
Shiro sabía que esa noche Kazumi no tendría que hacer guardia, pero quería que la cena sea una sorpresa, por lo que solo le comunicó por medio de un mensaje de texto que esa noche quería invitarla a cenar para celebrar el inicio del noviazgo, a lo que ella aceptó gustosa. Con ayuda de Yuna y Nara, el heredero Fukuda compró un ajuar de vestido, calzado y joyería para Kazumi que guardó en su auto. Luego fue por la médica al hospital, quien no se esperaba que su ahora novio llegara a recogerla. Shiro ingresó al consultorio y caminando apresuradamente se acercó a ella y la sorprendió atrapando el rostro de la médica con sus grandes y fuertes manos para darle un beso que duró varios minutos, haciendo que luego sus manos se aferraran a la espalda de la ahora novia y la apretaran con mucho deseo.
Si una enfermera no golpeaba la puerta del consultorio para pedir que se le permita ingresar, esos dos se hubieran quedado horas acariciando los labios de uno con los del otro y sus lenguas jugueteando muy animadas. Cuando la enfermera se retiró, Shiro le pidió dejar el hospital para llevarla a su apartamento a que se aliste para la cena. A Kazumi ese pedido le dio curiosidad porque ella pensaba ir tal como estaba vestida, pero conociendo lo majestuosa que es la Familia Fukuda supuso que la cena sería algo más especial, por lo que camino a su dúplex fue debatiendo sobre qué vestido sería mejor usar esa noche. La sorpresa llegó a la médica cuando al bajar del auto de Shiro, este abrió la cajuela y sacó dos grandes bolsas de un reconocido atelier y una más pequeña de una joyería.
Shiro la esperó sentado en uno de los muebles de la sala mientras bebía un jugo y revisaba los correos electrónicos que no tuvo tiempo de leer por la mañana. Cuando ella salió de su habitación luciendo el vestido que le regaló, quedó maravillado y sonreía completamente embelesado. En un hermoso tono rojo, de espalda descubierta, con atadura en el cuello que dejaba sus hombros desnudos, con detalle de perlas cayendo sutilmente sobre sus brazos y entallado a su figura para luego caer en una amplia cola, Kazumi modelaba perfectamente el vestido, acompañándolo con unos tacones del mismo color, con el cabello recogido en un sencillo moño que decoraba con una peineta de oro blanco y perlas, luciendo unos aretes largos con el mismo diseño de la peineta.
Los ojos del heredero Fukuda no podían enfocarse en un solo detalle, así que iban de un lado a otro, causando el rubor en las mejillas de la médica. Cuando se topó con la mirada de la mujer que amaba, que ya era su novia, solo pudo acercarse a ella para decirle al oído lo hermosa que estaba. Kazumi sonrió tímidamente y él tomó su mano, la cual elevó y le pidió que girara en su eje para apreciarla mejor. Shiro percibió que no se podía concentrar, que estaba demasiado extasiado al verla vestida de esa manera: elegante y sensual. «Por lo más sagrado, ya no quiero llevarla a la cena con mi familia, sino quedarme con ella para quitarle ese vestido que le marca tan bien la figura. Estoy infinitamente agradecido con mi madre y mi tía, tienen tan buen ojo para comprar ropa», pensaba Shiro mientras veía la espalda desnuda de Kazumi.
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Editado: 01.05.2023