El amante perdido

Capítulo 22

Muchas fueron las veces en que Kazumi se sintió completamente sola mientras crecía. La ausencia de sus padres en las presentaciones de la escuela fue tan obvia como el que nunca llegaran a visitarla durante los cinco años que estuvo viviendo en Estados Unidos. Lo grave de todo esto fue que ella era una niña pequeña o aún una menor de edad que requería el apoyo y protección de su familia, pero ellos siempre se comportaron con ella como si no formara parte de ese grupo, como si su presencia en él fuera un error, un hecho que no pudieron evitar y con el cual debieron cargar. El desinterés de todos sobre sus logros, las proezas que alcanzaba, los estudios que realizaba y el trabajo tan importante para la sociedad que ejercía nunca lo entendió; sabía que era diferente a sus padres y hermana menor, pero no por ello debieron excluirla de sus vidas.

Cuando la médica dejó la casa de Los Shimizu para empezar a vivir sola porque en ella ingresaría un hombre que empezaba a acosarla al proponerle una relación clandestina, inmoral, ni sus padres y hermana menor lamentaron que no la volverían a ver. Que Kazumi desapareciera de sus vidas fue más un alivio que una pena, ya que no sentían que estuvieran perdiendo a alguien importante para sus vidas. Y es que Kenzo y Akane nunca creyeron que por medio de su primogénita conseguirían algo que les proveyera de bienestar, riqueza, comodidad o de un estatus superior dentro de la alta sociedad japonesa, ya que sus limitadas mentes nunca se imaginaron que ella podría resaltar por sí misma y llamar la atención de alguien que al unirse a ella la convirtiera en una persona completamente exitosa, no solo en lo profesional, algo que ya había alcanzado, sino que también en el ámbito social.

La futura unión con la Familia Fukuda llamó mucho la atención de Kenzo. Él, un hombre que solo era capaz de reconocer el valor de las personas según cuánto dinero podían producir o tenían en sus bolsillos, por primera vez se fijó y le importó lo que hacía su hija mayor cuando la vio caminando del brazo del heredero de una de las familias más ricas y poderosas de Japón. Aunque Suki había comentado el encuentro que tuvo con Kazumi en un exclusivo restaurante, que la había visto cenando con el nieto de Masaki Fukuda y que este acompañante lucía muy interesado en ella, Kenzo no le dio importancia porque pensó que su hija menor pudo haberse equivocado al estar parloteando con sus amigas. En ese momento, que pudo ver con sus propios ojos que lo comentado por Suki no fue una alucinación, Kenzo quiso acercarse a su hija médica y preguntarle cómo había hecho para que un Fukuda quisiera tenerla cerca y no la rechace, pero no necesitó hacerlo porque la reacción del heredero Fukuda, evitando que la incomode con sus cuestionamientos después de haber pasado más de un año sin verla, sin interesarse por saber de ella, le confirmó que ese joven estaba enamorado de su hija, y verlo más tarde hincarse enfrente de ella para pedirle matrimonio no dejó dudas de que Kazumi había logrado asegurar su futuro al unirse a esa familia, unión de la cual el interesado hombre de negocios sacaría partida cómo sea.

Kenzo Shimizu tenía bien en claro que para beneficiarse del futuro matrimonio de su hija mayor debía retomar la relación que alguna vez tuvo con ella. Al recordar que nunca había sostenido una real relación con Kazumi, se lamentó por lo ciego que fue, pero el arrepentimiento no le duró mucho al pensar que eso no importaba porque, al fin y al cabo, él era el padre de la novia, la futura Fukuda san, así que creyéndose con derechos marcó el número de la médica para pedirle que coordine con su madre Akane la reunión que sostendrían las familias para que Los Fukuda visiten a Los Shimizu y pidan la mano de Kazumi en matrimonio.

Como Shiro pasó junto a la médica toda la semana que estuvieron libres de sus responsabilidades laborales, Kazumi se olvidó de su celular porque su prometido cambió la configuración del equipo a silenciosa para que nada los interrumpiera, y como ella pasó ese tiempo muy entretenida gracias a él, así como no escuchó sonido alguno proveniente de su celular, no reparó en que este estuviera recibiendo las llamadas insistentes de Kenzo hasta que la batería se descargó y se apagó el móvil.  Recién la última noche que pasaría con Shiro en su penthouse, después de regresar de la cena que tuvieron en la Mansión Fukuda y  en la que acordaron que se casarían la próxima primavera, la médica reparó en que no había chequeado su equipo hace días y lo buscó, encontrándolo descargado. En la mañana siguiente, después de haberlo cargado durante la noche, cuando ella lo encendió llegando al hospital, se encontró con más de cien llamadas perdidas de Kenzo, las cuales había realizado durante la semana que la médica disfrutó al lado de su amado prometido.

Al tener que apurarse para prepararse e ingresar a cirugía, Kazumi guardó su celular en el bolso pensando en devolver la llamada a su padre cuando terminara la intervención quirúrgica que pronto iniciaría, pero su atención se perdió en el desarrollo de la labor médica, olvidándose de las llamadas perdidas de Kenzo. Ya en su consultorio, a minutos de dejar el hospital, el celular se iluminó nuevamente y dejó ver una nueva llamada del padre de la médica ingresando.

  • ¿Papá? –así respondió Kazumi a esa llamada, con mucha duda y asombro, ya que no se creía que su progenitor estuviera intentando comunicarse con ella.
  • Kazumi, hija, pensé que habías cambiado de número porque insistí tantas veces en comunicarme contigo sin lograrlo –Kenzo hacía su mejor esfuerzo en sonar agradable y comprensivo, hasta un poco preocupado.
  • No, sigo con el mismo número, solo que estuve la semana pasada de vacaciones –respondió Kazumi sonriendo al pensar que su padre quería acercarse a ella para recuperar la relación que hubo entre ellos y que ya creía perdida.
  • ¿Junto a tu prometido? –la pregunta de Kenzo fue con la intención de iniciar el tema que le importaba.
  • No, no he viajado a ningún lado, solo me quedé descansando en Tokio. Shiro kun estuvo trabajando mientras pasaba los días acompañada de su tía y abuela –a Kazumi no le gustaba mentir, pero no podía decirle a su padre que se la pasó en la cama, junto a su prometido, sin salir ni un día a ver el sol.
  • Y hablando de tu compromiso, ¿cuándo vendrán Los Fukuda a nuestra casa para pedirnos a tu madre y a mí tu mano en matrimonio? –Kazumi no sabía qué responder ante la pregunta que su padre acababa de hacer.
  • La verdad es que no hemos hablado de ello, puesto que no creo que deban ir a pedir mi mano cuando yo ya no vivo en la casa de la Familia Shimizu–dijo con sinceridad la médica.
  • Aunque no vivas con nosotros, porque el irte fue un capricho tuyo, sigues siendo una Shimizu, y la tradición marca que la familia del novio visite la de la novia para pedir su mano en matrimonio. Tú eres una señorita de buena familia, por lo que Los Fukuda no pueden dejar de seguir las buenas costumbres, ¿o acaso ya no eres una señorita pura? –la pregunta que hiciera Kenzo sorprendió a Kazumi, pero supo controlar sus nervios y evitar que estos la delataran.
  • Padre, Shiro kun me ama y respeta, así que ese no es el motivo por el cual Los Fukuda no hayan mencionado el tener que cumplir con lo estipulado por la tradición de nuestros ancestros. Déjeme conversar con mi prometido para saber qué piensa al respecto y me estaré comunicando con usted para hacerle llegar la respuesta de su familia. Por lo pronto le puedo confirmar que el 18 de marzo se ha fijado como fecha de la boda –soltó Kazumi emocionada, queriendo compartir con su padre su alegría.
  • ¿Y por qué tan pronto? ¿Acaso estás embarazada? –la falta de confianza de Kenzo le dolió a la médica.
  • No, padre, solo que con Shiro kun no queremos esperar un año a más para ser esposos.
  • Espero que así sea, Kazumi, no quiero sorpresas de que ese Fukuda se haya aprovechado de ti. Pueden tener todo el dinero del mundo, pero eso no les da el derecho de hacer lo que se les pegue la gana –en realidad, a Kenzo le importaba muy poco que su hija se haya acostado o no con el heredero Fukuda, pero debía aparentar que se preocupaba por ella y que quería protegerla.
  • Descuide, padre, que Shiro kun me ama, respeta y cuida, además que ojii chan Masaki no lo permitiría –escuchar que su hija llamaba “abuelo” al poderoso Masaki Fukuda aumentó la avaricia de Kenzo  y se cegó al pensar que él y su familia tenían derechos sobre Kazumi y por lo tanto debían verse beneficiados con su unión con tan acaudalada familia.
  • Está bien, hija. Estaré esperando tu llamada para coordinar la visita de Los Fukuda a nuestra casa para pedir tu mano y acordar el compromiso como la tradición lo indica. Buenas noches –y así Kenzo cortó la llamada y Kazumi se quedó pensando sobre la insistencia de su padre porque la familia de Shiro tenga que pedirle su permiso cuando ellos ya no cuidan de ella.




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