La salud de Umiko había recaído considerablemente desde que Masaki partiera de este mundo. Ella había sobrevivido a la muerte de su amado por tres años, tiempo que no llevó una buena vida porque se la pasaba llorando, deprimida al añorar aquellos momentos al lado de aquel hombre que en un comienzo de su matrimonio temió que fuera como su padre y que ella terminara como su madre, pero que para su dicha resultó ser todo lo contrario, enamorándose de él, llamando su atención para que el amor también naciera en el corazón de su esposo y así empezar una vida plena al descubrir que ellos eran el uno para el otro.
Shiro había estado de viaje por los últimos tres meses, ocupándose personalmente de la selección de nuevos directores de negocios para las sucursales que abrirían en Latinoamérica. Su abuela tuvo que ser hospitalizada porque una neumonía la atacó al haberse debilitado su salud desde que se convirtiera en viuda. Al sentir que la vida se le iba, Umiko le rogó a Kazumi que hiciera hasta lo imposible por conseguir que Shiro llegara pronto porque necesitaba conversar con él. La médica no supo cuál era el tema que le apremiaba a la abuela compartir con su nieto, pero entendió que para ella era muy importante, por lo que se comunicó de inmediato con Shiro, quien al terminar de hablar con su esposa coordinó su regreso a Tokio.
Akiko tenía dieciséis años cuando le dieron la noticia de que se casaría con el menor de los hijos Omura. Su padre, quien era propietario de un banco y necesitaba una fuerte inyección de capital para evitar la bancarrota en la que muchas empresas cayeron durante esos años de crisis económica, fue a pedirle al patriarca Omura que se convirtiera en su socio, pero este aceptaría la propuesta con la condición de que la hermosa Akiko se uniera a su hijo Keita en matrimonio. El patriarca Sakuma aceptó de inmediato, ya que le pareció que le pedía muy poco para tremenda inversión que haría a su negocio, sin pensar en su hija y la clase de vida que le podría esperar.
Keita era el último hijo de la Familia Omura, el quinto de todos y el tercer varón. Al haber nacido diez años después de la cuarta hija, era el único de los vástagos que se mantenía bajo el amparo de los padres, ya que el resto de hijos ya se habían casado y estaban haciendo sus vidas. Sus padres decidieron que él se casaría joven porque temían que la muerte los sorprendiera antes de tiempo, ya que enfermedades crónicas habían llegado para afectar la salud de ambos progenitores y porque querían que tuviera una familia que lo pudiera ayudar a continuar con el legado que su padre le entregaría. Keita, al ser el menor, no era el destinado a ser el heredero Omura, pero desde pequeño demostró un gran talento para los negocios y una facilidad con los números que sorprendía a cualquiera, algo que hacía pensar a su padre que debería ser él quien se encargue de la empresa familiar cuando el progenitor tenga que partir hacia una mejor existencia.
Cuando Keita cumplió dieciocho años y ya había terminado la escuela, su padre indicó que ya era el momento adecuado para tomar una decisión sobre cuál hijo sería su heredero. Esas palabras sorprendieron a la familia, ya que pensaron que sería Kotaro, el primogénito, pero el padre decidió que fuera Keita, algo que molestó a sus otros dos hijos varones. Desde ese día la rivalidad entre los hermanos nació y crecería hasta niveles no imaginados, haciendo que en algún momento la vida del heredero Omura estuviera en peligro. La violencia en la que había caído su existencia al tener que jugar de la misma manera que sus hermanos mayores para poder sobrevivir, hizo que el carácter del joven Omura cambiara, volviéndose más frío, calculador, casi dejando de ser un humano.
Al llegar Akiko al matrimonio, se encontró con que su futuro esposo era apenas tres años mayor que ella, algo que agradeció porque no quería que la casaran con alguien que pudiera llevarle más de diez años y que fuera desagradable, pero la edad de Keita no le aseguraría que este fuera una buena persona, algo que descubrió más adelante. Sin amor, consumaron el matrimonio en la noche de bodas. Keita tuvo un comportamiento tan gélido, casi mecánico a la hora de tener sexo que la pobre Akiko se desilusionó por completo de su esposo, ya que había pensado que por ser joven como ella podría comprenderla y ser más amable, pero el heredero Omura había cambiado tanto que era incapaz de sentir amor por aquella adolescente que al igual que él había llegado a esa relación obligada por sus padres.
Un año después, cuando Akiko tenía diecisiete años y Keita veinte, nació Umiko. La primera vez que el heredero Omura vio a su hija hizo algo que le dolió a Akiko y causó que esta se alejara más de él. Como Los Omura tenían esa particular característica de los ojos dorados, haciendo que todo hijo de padre o madre de esa familia heredara ese color de iris, lo primero que hizo Keita fue abrir los ojos de la bebé, quien era una recién nacida, para corroborar que sea su hija. La bebé lloró al sentir que bruscamente alguien tomó su cabeza y subió sus párpados sin ningún ápice de delicadeza. Akiko lo detestó por ello y porque con ese acto le estaba diciendo que no confiaba en ella, que pensaba que era una mujerzuela que podría revolcarse con cualquiera mientras él estaba ocupado dedicándose a hacer crecer el negocio de pescado y frutos de mar congelados, innovación que Los Omura introdujeron en el mercado.
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Editado: 01.05.2023