— Hum… eso me deja carcomiendome por dentro de la curiosidad.
Le contesté muy emocionado.
Luego se despidió y colgó. Realmente yo también quería establecer un lazo de amistad con Dios. Mi ignorancia me lo impedía. Este milagro me ha recordado que él es misericordioso y que sí está ahí.
Me faltaba poco para mi graduación de licenciado en educación.
Algo interesante pasó. Uno de mis compañeros me presentó a un programador de libros. Este conocía a varios escritores famosos de la época y a personas que podrían ayudarme con el impulso que necesitaba para convertirme que en el mejor escritor.
Agendé una cita con él. Pedí permiso en el instituto y fui. Era un señor de aproximadamente cuarenta años, desde que me vio me preguntó:
— ¿Quieres ser grande en la escritura?
— ¡No! Quiero ser el mejor escribiendo. Quiero crear una generación nueva e innovadora.
— Wao, sí que tendrás mucho trabajo de por medio. Pero no es imposible.
Después de decir esto, tomó su celular y me comenzó a dictar algos número de teléfonos para que me comunicara con las personas indicas. Aquellas que me ayudarán a moldear mi forma de escribir, mis pensamientos y mi bagaje literario.
Terminada la sección de números dictados, continuó preguntando:
— ¿Cuántos libros o poesías tienes escritos?
Me quedé unos segundos pensando, ya que no me acordaba la cifra de poesías que me había inspira Flor. Había días que hasta cinco poesías componía. Entonces respondí:
— Algunas 170...
El sujeto un poco sorprendido siguió preguntando:
— ¿Cuántos años tienes escribiendo?
Lo pensé y dije la verdad:
— Desde que conocí a la musa mía. Algunos cinco años.
— Ah. Interesante. Perdón, no hemos tenido la oportunidad de presentarnos, mi nombre es Juan Carlos Berzosa.
Dijo esta última oración extendiendo su mano. Procedí a saludarlo y a presentarme también:
— Mi nombre es Brandy Díaz.
— Pues, veamos lo que tienes ¿Trajiste las poesías?
Saqué dos cuadernos y le enseñé todo lo que había escrito.
Entonces continuó preguntando:
— ¿Tienes todos tus escritos sin digitar?
Inclinó su cabeza y pasando sus manos promulgó:
— Por lo menos déjame ver tu potencial.
Le pasé el primer cuaderno, allí estaba plasmado todos mis primeros escritos. Ahí empezaba la historia de amor. Todo eso que me hizo sentir en un principio, estaba plasmado en ese cuaderno.
Leyó algunas poesías. Me miró entre ojos y dijo mientras seguía mirando las poesías:
— Tu capacidad no se puede limitar a solamente poesías. Puedes escribir novelas extraordinarias.
Fue cuando clavó su mirada en mí. Pasándome el cuaderno me dijo:
— ¡Vete! Y escribe más poemas y poesías. Pero quiero que te concentres en escribir novelas. Empieza por esta historia que narras en estas poesías. Te aseguro que será grande ese libro y tú lo serás con él.
Mi expresión me cambió en su totalidad. Salí de aquella oficina dispuesto a convertirme en el mejor escritor.
Volví al instituto muy contento. Y resulta que cuando estaba entrando a la habitación, había allí en mi cama muy acostada una joven. Era una de mis compañeras de clase. No entendía que hacía aquí. Se supone que las hembras viven del otro lado del pabellón y además mi puerta estaba cerrada con seguro.
¿Cómo habrá entrado? En lo que mi mente buscaba una respuesta, Laura se levanta de la cama. No lo voy a negar, su cuerpo es extraordinariamente fascinante; su cara redondita, su pelaje largo y liso, sus delanteras bien firmes y sus posaderas parecían un colchón doble.
Estaba delante de mí. Su vestido negro le hacía notar su cuerpo de guitarra. Me miraba con deseo. Yo parecía una escultura, nada de moverme, creo que hasta la respiración se detuvo.
Me tomó de la camiseta, me besó apasionadamente y luego me tiró a la cama y me exigió:
— Produce ahora mismo la mejor poesía que hayas realizado y que tú inspiración sea yo, mi cuerpo, mi atrevimiento...
— Eh...
— Deja de balbucear y comienza a producir. Quiero deleitarme con tus palabras. Casi logró un éxtasis cuando describiste al amor en el curso.
Dios ¿qué era esto?, Acaso esta muchacha se volvió loca. Pero si lo que quiere es eso, poesía le daré. Cerré mis ojos y rebusqué en mi cabeza las palabras indicadas para darle su poesía, pues, sin desearlo mis pensamientos me hicieron a hablar:
— La repentina llegada de un viento frío, ha descubierto la razón de un corazón hundido en un sucio y estrepitoso río. Largos días faltaron para saber que un solo era el lío, que se desataba en la tormenta jamás vista. Se acercó la calma de un día cargado de feroces vientos, su belleza era la cumbre de su poder, la figura de su cuerpo era la forma de la paz perpetua de Kant. Quería ser limpiado con su filtro tan fino, quería ser seducido por sus labios carnosos, quería ser envolvió en su cuerpo tan perfecto y ser más que un mentiroso. Sin embargo, quería escapar de este momento único e irrepetible, amaba a otra y rechazar a uno, sino a dos sería el acto más horrible. Vete antes de que diga que sí, no soy a quién buscas, no, no soy así. Amo a una y dos no caben en este contexto, Vete antes que ponga un pretexto.