El amor de la bestia

Capítulo 17

Narra Mondrag.

Decir que me sentí molesto por la repentina llegada de mis amigos es poco comparado con lo que estoy sintiendo, aunque debo disimular para no crear ningún conflicto, sé muy bien que parte de la culpa es de Beriatric. Ella es la única que se atreve a desobedecer mis órdenes. 

Comprendo el hecho de que ellos estaban drenados de energía al estar por tanto tiempo dentro de la piel de su dragón y que mi pueblo necesita de mí, pero eso antes no fue excusa para desobedecer. Beriatric tenía conocimiento que yo estaba preparando todo para el regreso de la princesa Eire, y eso la hace actuar como si fuera la novia celosa, eso último es mi culpa; ella se ha dado cuenta más de lo que yo imaginé de los sentimientos que me atan a la princesa de Eirlea.

En los últimos años me estuvo afectando más de lo que pensé el vínculo que ella y yo tenemos, mientras ella crecía en el mundo mortal, los sueños se presentaban a mí de una forma más real, era como si yo siempre estaba observando a través de sus ojos, sintiendo sus emociones sin poder hacer nada, de cierta forma viví una tortura lejos de mi princesa. 

No puedo encontrar explicación a lo que me sucede con ella, más que el vínculo que su madre aceptó en nombre de su bebé. Esa noche me marcó de por vida cuando acepté la propuesta del rey: atar mi vida a la de ella fue la solución para salvarla de las garras de la muerte; sabía que tendría consecuencias, pero nunca imaginé este resultado, por eso es que de alguna forma yo puedo sentir y controlar sus emociones. Aún así, hay más, algo que yo tampoco sé.

Mi princesa no lo sabe, pero gracias a la conexión que tenemos he sentido al maldito de Breymont en el palacio, no sé qué tanto le habrá contado y tampoco entiendo el porqué ella no lo aleja, muchas veces he tenido el impulso de ir y asesinarlo, para mí eso no sería problema, mi poder es mayor al de él, pero no puedo actuar de esa forma, no cuando ella está empezando a confiar en él. 

Sé que el desgraciado ya se dió cuenta y también sé que está sospechando de nuestro vínculo, ahora es más cuidadoso pues se ha sabido camuflar, pero las emociones de Eire me hacen saber que aún sigue acechandola. 

Mi princesa, ella me pertenece a mí, estoy consciente de las malditas leyes de nuestro mundo, pero ella es diferente y por eso estoy apoyando al rey Luisandrium, se que él encontrará la forma de que todo eso cambie.

Él no está muy seguro de lo que él vínculo provoca en nosotros, por sus recientes charlas sé que lo sospecha, pero no me lo ha dicho abiertamente.

Ayer estaba nervioso por la reacción de Eire, no sé qué tanto sabe de mi especie, ni lo que pensaría si me ve como realmente soy, por eso he mantenido mi verdadera apariencia invisible para ella y he hecho lo mismo con la de mis amigos, claro está, sin consultarlo, y solo a los ojos de ella, no quiero que piense que soy un monstruo, pero al final terminó sorprendiéndome.

También he de confesar que no puedo evitar siempre estar al pendiente de ella, por eso me di cuenta lo incómoda que estuvo en la cena, cuando se levantó quise seguirla, hacerle saber que no está sola que me tiene a mí, pero Beriatric como siempre se entrometió, sé que yo tengo la culpa, todas mis frustraciones las desahogué en la cama con ella, pero nunca podré amarla, cedí mi corazón de manera voluntaria a una mujer que ni siquiera había nacido.

No sé si esto me hace igual o peor que el perro faldero de Breymont, pero mis razones fueron genuinas; juro por los dioses que yo he tratado de alejarme de ella y no utilizo el vínculo para acercarla a mí, no sé si esa sea la forma correcta de lidiar con mis sentimientos, pero si ella me ama deseo que sea de forma voluntaria, algo que nazca en ella.

Niego ante esos pensamientos, no quiero terminar como el que duerme ni tampoco quiero que Eire haga lo que hizo ella.

Si soy honesto conmigo mismo debo aceptar lo difícil que es controlar mis sentimientos, más cuando veo en sus ojos verdes mi reflejo. Ayer me di cuenta que escuchó la plática entre Beriatric y yo, tuve el impulso de ofrecerle una explicación, pero no podía ponerla en evidencia, prefiero dejar que todo siga su propio curso.

Resoplo molesto, yo el líder y gobernante de Mindrac, tampoco tuve el valor suficiente para ir a despedirme de ella, no después de lo que escuchó y ahora me arrepiento, seguro ya sabe que Beriatric me acompañó, pero realmente muchas veces no sé cómo lidiar con mis sentimientos y más aún con su rebeldía.

Mis batallas internas continúan y sin darme cuenta ya hemos llegado a mi hogar: una parte de Mindrac es un conjunto de interminables montañas rojizas, y el otro extremo, el que está prohibido, son planicies áridas y azufradas. El calor de mis tierras me envuelve, reconfortando mi ser.

—Has estado muy callado, Mondrag, yo puedo ayudar a que te relajes un poco. —Beriatric me ve de una forma coqueta, pero no estoy de humor para sus juegos.

—Es mejor que te comportes, no voy a dar un espectáculo frente a mi gente —respondo.

Pronto mi pueblo se reúne para recibirme.

 

Con solo mi presencia el ánimo de los míos cambia.

—Mi señor, es bueno tenerlo de vuelta —Me saluda uno de los mayores.

Yo solo asiento y hago un ademán para que mis siervos repartan a cada clan lo que le corresponde.



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En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

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