El amor de la bestia

Capítulo 19

El resto de la semana me la paso entrenando con Dragfor y Shani, con ellos todo es más divertido y de cierta manera relajado, pero mis pensamientos muchas veces están puestos en Mondrag. Ya hace más de tres días que se marchó, pero no me atrevo a preguntar cuándo regresará.

Breymont sigue apareciendo por las noches y mi avance con el uso de magia es realmente significativo, ya he aprendido a manipular el viento, también he podido formar pequeñas gotas de agua, pero eso fue todo. Tener doble jornada me está agotando, algunos días no quiero ni despegarme de la cama, pero sé que el esfuerzo valdrá la pena.

Me reclino sobre la silla, observando el jardín que tanto he llegado a amar mientras acaricio de forma distraída una rosa negra con pequeñas líneas rojas; la suavidad de sus pétalos y el perfume que emana me hacen sentir tranquila.

De pronto siento algo, un pequeño tirón en mi corazón. Alzo mi vista al mismo tiempo que siento que alguien se dirige hacia mí, puedo sentir cada paso aún sin verlo, y luego percibo ese calor familiar que emana del ser que viene en mi dirección. Lo sé, por alguna razón mi cuerpo reconoce de dónde proviene esa energía, pero no hay nadie cerca de donde yo estoy, la sensación empieza a aumentar y luego de varios minutos lo veo.

Unas alas negras sobresalen del cuerpo del hombre que camina en mi dirección, la luz del sol hace que su piel bronceada brille aún más, sus ojos azules se ven más intensos y sobre el lado izquierdo de su cuello se nota un tatuaje que baja perdiéndose entre su hombro. El uniforme que trae puesto es negro, pero sobre su pecho a lado de su corazón lleva bordado un dragón plateado; este se envuelve en una espada, parece que es un escudo con los tonos plata y rojo característico del reino de Mindrac.

Cuando por fin lo tengo frente a mí, su olor me invade. Él me observa ladeando su cabeza, su escrutinio es tan intenso que me pone nerviosa. 

Mi respiración se torna agitada gracias a los ritmos acelerados de mi corazón. 

—Te siento diferente —dice a modo de saludo.

Arrugo mi frente sin contestar... mis ojos se amplían al recordar, pero rápido disimulo para que él no note mi sorpresa. ¡No puede ser cierto lo que estoy pensando! Mondrag no debe darse cuenta del vínculo que me une a Breymont. Quizá se está refiriendo a otra cosa.

—También me alegra verte —respondo de forma sarcástica mientras me cruzo de brazos.

Una pequeña chispa de alegría pasa rápidamente por sus ojos, pero la intenta disimular. «Tarde ya me di cuenta», pienso. 

Luego lo veo adoptar su característico tono frío y distante.

Da un paso hacia mí cerrando el espacio personal que nos separa, el calor que emana de su cuerpo hace que el mío tiemble, su aliento acaricia mi cuello cuando susurra:

—Espero que te hayas portado bien en mi ausencia, Eire. —No sé si es su voz profunda, o la forma en la que lo dice, pero no puedo evitar estremecerme.

Me aparto de él rápidamente. 

—No soy de tu propiedad para que vengas con eso. —Levanto mi ceja y me apresuro a retirarme sin darle oportunidad a que me responda, pero no llego lejos cuando lo siento detrás de mí.

—Yo puedo ser un muy buen amo, trato muy bien lo que es de mi propiedad, es más, te aseguro que te gustaría. —Mi corazón casi se sale de mi pecho. 

«Claro que me gustaría serlo» pienso, pero eso es algo que yo no aceptaré tan fácilmente, menos después de lo que he escuchado, sin mencionar el hecho que se había largado con Beriatric.

—¿Te asusta mi verdadera apariencia? O… ¿Hay otro motivo por el cual estás temblando, Eire? —Ante esas preguntas siento que mi piel se eriza.

Debo controlar mis emociones, no voy a permitir que él se dé cuenta de lo mal que me pone cuando lo tengo cerca, muchas veces ni yo estoy segura de lo que siento, pero no puedo negar que Mondrag hace que mi ser se estremezca de formas que nunca creí. 

—No podría asustarme por tu apariencia —respondo dándome la vuelta para tenerlo frente a mí. Su boca se curva en una media sonrisa y de nuevo me siento hechizada por él—. Es más, pienso que eres un ser realmente guapo, yo fácilmente podría… —Silencio mi boca rápidamente, soy tan tonta por decir eso. 

—Eire, estás firmando mi sentencia al pronunciar esas palabras —susurra. Se acerca un poco más a mí, puedo sentir su respiración tan cerca, que no creo poder soportarlo más.

—Bueno, es que yo suelo decir lo que pienso, como lo explico... —Los nervios me empiezan a traicionar y no sé ni qué más decir, me empiezo a tocar el cabello evitando a toda costa verlo a los ojos, y tratando de poner distancia entre él y yo.

—¡Eire! —Mi nombre en su boca suena como si fuera un poema—. Quiero que sepas que yo también siento...

—Mondrag, te estaba buscando —Interrumpe Beriatric al tiempo que posa su mirada en mí.

En el mismo momento en que nuestras miradas se cruzan puedo notar una chispa de odio hacia mí. Le dedico una media sonrisa mientras empiezo a caminar mostrándome segura, si piensa que me va a intimidar, está muy equivocada. 

—Eire, no olvides que tenemos una plática pendiente —dice Mondrag al tiempo que me toma del brazo para detenerme e ignorando por completo a Beriatric.



#46 en Fantasía
#6 en Magia

En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.