El amor de la bestia

Capítulo 26

Mi corazón se acelera cuando veo al Delgars avanzar hacia nuestra dirección. Los recuerdos de lo vivido en el mundo mortal llegan a mi mente haciendo que el pánico se apodere de mí. Sé lo cruel que esas malditas criaturas son y revivir en este momento la muerte de mis abuelos es muy doloroso. Todo este tiempo atrás traté de no pensar en ello, en mi mente solo me permití saber que estaban en un lugar mejor, pero ahora al tenerlos de nuevo frente a mí, no puedo evitar sentir una mezcla de miedo y rabia al recordar la forma tan cruel en la que perdieron su vida. Mis lágrimas empiezan a salir, la impotencia me envuelve haciéndome sentir lo inútil que fuí y sigo siendo.

—Algo huele muy bien aquí —sisea la bestia mostrando su fila amarillenta de dientes. Las demás criaturas se detienen y empiezan a olfatear mientras se amontonan cerca de nosotros. Entre siseos y gruñidos cada vez se van acercando más.

La maleza espesa no es suficiente para cubrirnos de los Delgars y si sigo aquí terminaré rodeada y sin ninguna oportunidad para defenderme. Niego frustrada, no puedo creer en el problema que estoy metida y sinceramente me siento culpable por haber arrastrado a Ónix conmigo, si algo le sucede nunca me lo podré perdonar, ruego a los dioses nos liberen de este lío, mi falta de madurez me mete en cada problema, incluso he puesto en peligro a mis amigos varias veces, Mondrag tiene razón, yo no he aprendido a controlar mis emociones, este territorio es desconocido para mí y he sido una completa idiota por alejarme tanto del palacio.

«No te preocupes princesa, trata de tranquilizarte, nada de lo que suceda será tu culpa». —Habla Ónix en mi mente.

«Es mi culpa, yo te convencí de venir tan lejos». —Sin poderlo evitar mis lágrimas salen haciendo que esta angustia se vuelva más grande.

Limpio mi rostro y luego le doy un beso a Ónix. Ya está decidido, me armo de valor para actuar, los dos sabemos que no hay otra opción. 

Mi corazón empieza a galopar fuertemente, pongo mis manos en puño y respiro profundo mientras salgo del lugar y me muestro ante las criaturas.

—Tu alma huele muy bien, distinto a cualquier ser vivo de este mundo, como un alma vieja y a la vez nueva, pero no puedo percibir que clase de criatura eres —sisea el que parece ser el líder.

Al parecer no saben que yo soy la princesa de Eirlea. No estoy segura si eso es bueno o no para mí.

—Será un exquisito banquete, siento como su esencia es dulce y muy poderosa, pero antes jugaremos un poco —anuncia un Delgars de aspecto esquelético y de piel tan blanca y transparente que se le notan las venas negras.

Sus palabras son el detonante para que todos los Delgars empiecen a avanzar hacia mí, relamiéndose de forma asquerosa y sacando su lengua bífida entre siseos y chillidos, listos para atacarme, no estoy segura de cuántos Delgars son, pero no se las pondré fácil, si voy a morir no seré recordada como una cobarde lucharé hasta mi último aliento.

Las bestias pronto nos rodean obstaculizando cualquier oportunidad de escape. Mi cuerpo empieza a temblar, debo mantener el control de mis emociones y aprovechar cualquier mínima oportunidad.

—«Concéntrate, respira profundo y canaliza tu energía, dale forma, color, siente tu magia como parte de ti». —Las palabras que Breymont me había repetido una y otra vez en los entrenamientos resuenan en mi mente.

Cierro mis ojos y empiezo a cavar dentro de mí, pero antes que pueda encontrar la fuente de mi magia un golpe repentino en mi estómago hace que se me escape el aire de los pulmones, me doblo y sin poder evitarlo caigo de rodillas en el suelo, aprieto mis dedos mientras tomo una bocanada de aire. Por el rabillo del ojo veo como el Delgars extiende sus garras listo para atacarme, mi instinto se activa; me giro y en una rápida barrida de pies lo tumbo sobre el suelo. 

Ónix relincha y con sus patas traseras empieza a patear a los Delgars en su afán por alejarlos de mí y darme oportunidad de canalizar mi magia, pero en cuanto uno cae tres más lo atacan.

El Delgars que había tumbado ya está de pie sonriendo de forma maliciosa, con sus garras extendidas corre hacia mí para atacarme, giro tratando de esquivarlo, pero aún así una de sus garras alcanza mi brazo derecho causando un ardor caliente, líquido carmesí brota inmediatamente de mi herida. 

Es evidente que estoy en desventaja, mi progreso ha sido poco y aún no sé el manejo de armas; ellos en cambio son depredadores naturales y no van a descansar hasta acabar con su presa. Mi oportunidad de salir victoriosa es casi nula.

Un sudor helado recorre mi cuerpo cuando veo que varios Delgars están atacando a Ónix, corro hacia él para ayudarlo, pero mi paso es bloqueado, mi pecho sube y baja al ritmo de mi agitada respiración.

—¡Apártate, maldita bestia! —grito con rabia.

Pero el Delgars no se mueve ni un centímetro, su mirada va directo a mi brazo de dónde sigue saliendo sangre, se saborea y segundos después me está atacando. En un intento por esquivar sus afiladas garras caigo al suelo de espaldas en un golpe seco y doloroso, veo a mi oponente lanzarse sobre mí, aprovechando mi desventaja. Estoy a su merced, me preparo para recibir el ataque pero en una fracción de segundo las brillentias encienden sus luces y empiezan a atacar a los Delgars. Con asombro veo como su luz les provoca quemaduras de primer grado. Un olor como a caucho quemado inunda el ambiente.



#45 en Fantasía
#5 en Magia

En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.