El amor de la bestia

Capítulo 27

No pasó mucho tiempo, cuando siento que Mondrag desciende conmigo en brazos, me estoy sintiendo bastante mareada seguramente es por la pérdida de sangre. En cuanto llegamos escucho el murmullo de las personas que sirven en el palacio, pero realmente me está costando incluso abrir los ojos. Me sigo aferrando a Mondrag, estar cerca del calor de su piel es lo que me ha mantenido consciente, no sé realmente cómo funciona esto de la magia y los corazones de los inmortales, pero el mío sigue latiendo por él.

—¡Por los dioses! Vayan en busca del rey. La princesa viene gravemente herida —escucho a alguien decir.

Varios gritos y órdenes se vuelven a  escuchar, pero yo apenas y tengo energía para mantenerme despierta. 

—No te vayas a dormir, princesa mía. Ya casi llegamos. —me susurra Mondrag. 

Pego mi cabeza a su pecho, sus latidos se escuchan agitados. Al cabo de unos segundos escucho el sonido de una puerta abriéndose, intento abrir un poco mis ojos y es cuando me doy cuenta que ya estoy dentro de mi habitación.

Mondrag me lleva a la recámara y con sumo cuidado me coloca sobre el colchón, tras de él escucho que la puerta se abre de nuevo y segundos después mi padre se inclina ante mí.

—Eire, hija mía, perdóname. —Veo a mi padre tomar mi mano en un gesto paternal mientras que sus ojos se cristalizan.

Niego, sé que él no tiene la culpa de lo que me sucedió, siento la necesidad de hacérselo saber, decirle que todo esto es por mi propia imprudencia, pero mi garganta está tan seca y mi voz parece apagada.

—No tenemos tiempo que perder —exclama Mondrag preocupado—, las heridas se están infectando y aunque no son tan profundas, sabemos muy bien que las garras de los Delgars están llenas de veneno mortal.

Mis ojos se agrandan al escuchar lo último, y no es por mi vida que estoy entrando en pánico; es por Ónix, yo no tengo ni la tercera parte de las lesiones que mi guardián recibió por mí.

Mis ojos se llenan de lágrimas mientras niego con desesperación. Abro la boca en un intento por hablar, pero no puedo emitir palabra alguna, solo siento que mi garganta se desgarra por dentro. 

—Tranquila, todo estará bien, te lo prometo —asegura mi padre mientras toma una pequeña jarra para verter agua en un vaso, luego con sumo cuidado me levanta para ayudarme a beber del vital líquido—. Despacio mi pequeño rayo de luna —susurra con amor.

El líquido parece mágico ya que pronto siento como mi garganta se abre.

 

—No dejen que Ónix muera —suplico con un tono de voz un tanto ronca.

—No te preocupes, está siendo tratado, haremos lo que esté a nuestro alcance para salvarle la vida —responde mi padre.

—¡Lo prometiste! —digo implorando con la mirada a Mondrag.

—Está en muy buenas manos, sabemos lo que él hizo por ti y no lo dejaremos morir —promete Mondrag.

Mi padre lo mira con preocupación, pero él solo se limita a asentir haciéndole saber que puede confiar en su palabra, eso me tranquiliza ya que sé que Mondrag nunca me engañaría.

—Necesito que me den unos minutos para curar a la princesa. —Es Shani quién ha llegado trayendo consigo unos paños blancos y unas botellas de vidrio.

—Eso no servirá de mucho —responde Mondrag.

—Déjala que cure sus heridas —responde mi padre. Los dos hombres se alejan para darle espacio a mi amiga.

Shani rápidamente vierte el líquido sobre una toalla y me la coloca sobre la frente. Me estoy sintiendo nuevamente mareada, pero trato de mantenerme despierta. Le dedico una sonrisa en agradecimiento y ella me devuelve el gesto.

—Eres una insensata —dice entre lágrimas—, si querías salir a conocer el reino, me hubieras pedido que te acompañara.

Solo me limito a asentir. 

Mi amiga me empieza a quitar la ropa con mucho cuidado, yo sigo intentando no dejar notar el dolor que el movimiento me provoca, no quiero preocuparla aún más de lo que ya está. Al momento en que me quita la tira del abdomen, la veo ahogar un grito. Las manos de Shani empiezan a temblar y sus lágrimas inundan sus ojos. 

—¿Tan mal se ve? —pregunto en un susurro mientras un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

Ella solo niega con la cabeza y sigue en silencio mientras corta la tela de mi ropa.

De pronto siento que la vista se me nubla y un sudor helado me invade, mi cuerpo empieza a sentir espasmos involuntarios y la respiración se me vuelve pesada.

—¡Eire, hermana! ¡Resiste por favor!, ¡no te puedo perder, no otra vez! —escucho gritar a lo lejos a Shani.

Entre los gritos de mi amiga y el fuerte dolor de cabeza no logro entender lo que dicen, entre sombras veo a mi padre quién ya está conmigo. 

—Princesa mía, no me puedes dejar. —Es la voz de Mondrag.

El aire me empieza a faltar y siento que me estoy asfixiando. Shani sigue gritando que debo ser fuerte mientras mi padre me toma de las manos y empieza como en aquella ocasión a recitar en un lenguaje extraño alguna clase de oración. 

Una luz cegadora de color verde sale de él serpenteando hacia mí, al momento de ser tocada por su magia siento como unos hilos traspasan mi piel quemando al instante. Dejo salir un grito de dolor, mis heridas pulsan y cada vez duelen más a tal grado que siento que me estoy quedando sin fuerzas, otro hilo es introducido en mi piel y el dolor aumenta, es como si me estuvieran cosiendo las heridas sin ninguna clase de anestesia.



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En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

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