El amor de la bestia

Capítulo 31

Los rayos del sol naciente surcan el horizonte tiñendo de tonos naranjas el infinito cielo, el cálido viento hace su aparición provocando que las hojas de los árboles se muevan con suavidad.

Cierro los ojos mientras envío una plegaria al creador; a ese ser supremo en el que mis abuelos creían. Solo deseo que ellos en cualquier lugar en donde estén sean felices y se sientan orgullosos de mí.

Lentamente abro mis ojos sintiendo que una lágrima rueda por mi mejilla, empiezo a caminar hacia la pequeña colina en donde está situado el cementerio real. Mi padre me toma del brazo aumentando con ese gesto mi confianza y haciendo que no me sienta tan sola en este mundo.

En el mismo momento en que llegamos a la cima alzo mi vista; desde aquí puedo apreciar la ciudad principal de Eirlea. Me llevo la mano al pecho al observar que desde los techos de las casas ondean sobre sus astas las banderas del reino, pero sobre su emblemático color se muestra una rosa negra como símbolo de luto. 

—Todo Eirlea comparte tu dolor y se une al luto que guarda tu corazón —afirma mi padre.

—Gracias por ese noble gesto —respondo sin apartar mi vista del que ahora es mi reino.

—Ellos se lo merecen, son sin duda alguna los héroes que dieron todo por amor a ti y ten por seguro que su nombre perdurará por siempre en la memoria de cada Arontanianus nacido y por nacer —exclama mi padre.

Mi corazón se regocija al saber que de alguna manera su memoria se mantendrá con vida no solo dentro de mi corazón, sino también en la de aquellos que en un futuro yo gobernaré. 

De pronto me percato de la presencia de Shani y otras personas que sostienen una variedad de instrumentos musicales. Ella me sonríe con dulzura. Le devuelvo el gesto sintiendo que por la razón que sea yo puedo confiar en ella.

Segundo después una bruma negra se forma frente a mí y de ella se materializa Mondrag, luego escucho el batir de unas poderosas alas, al levantar mi vista me doy cuenta que son cuatro dragones que vuelan hacia nosotros, uno por uno aterriza frente a nosotros haciendo que su poder se sienta y recorra el territorio de Eirlea. Los cuatro se forman en una línea detrás de su líder quién no parece inmutarse por el gran poder de sus súbditos.

—Compartimos tu dolor princesa de Eirlea —exclama el más grande de los cuatro, su voz suena como un estruendo y esos inconfundibles ojos color miel me hacen saber que quién está bajo esa piel es Dragfor.

Mondrag coloca su puño en el pecho, seguido de él, los cuatro dragones inclinan su cabeza.

Debo confesar que tengo muchos sentimientos, también estoy un poco confundida, imaginé que me iban a acompañar, pero no entiendo porque lo han hecho en su piel de dragón.

—Debes sentirte honrada —explica mi padre—, tienes a los guerreros más poderosos de Mindrac y a su líder rindiendo homenaje a tu familia en su forma original como reconocimiento a la valentía y coraje que tus abuelos demostraron hasta su último aliento. Debes saber que en Arontanium sólo los reyes gozan de este privilegio.

—Gracias, sepan que atesoraré este gesto en mi corazón. Aún estoy aprendiendo y sé que mi camino es largo y quizá encuentre espinas, pero ahora sé que podré avanzar porque los tengo a ustedes que se han convertido en parte de mi familia —exclamo haciendo una pequeña reverencia.

—Es un honor para nosotros, princesa —La voz aterciopelada del dragón de Emanoc me hace sentir dulzura.

—Los gemelos tallaron con sus propias manos este obsequio para ti —informa Mondrag al tiempo que me ofrece un pequeño cofre de madera el cuál tiene unas hermosas alas doradas talladas y en su centro una luna creciente.

Mis ojos se llenan de lágrimas, sin duda alguna en la antigüedad los juzgaron mal, ellos son demasiado nobles conmigo. 

—Gracias —digo al tiempo que tomo la cajita de madera la cual uso para introducir las sortijas de mis abuelos. 

Mondrag me ve poner los anillos mientras me regala una sonrisa comprensiva, seguramente él sabe como los obtuve.

A lo lejos escucho el trotar de un caballo, miro en dirección de donde proviene el sonido y mi corazón se oprime al ver a mi querido Ónix; su andar no ha perdido elegancia, aunque se nota que lo hace con dificultad, se detiene a una distancia prudente y relincha levantando sus patas delanteras. 

«Gracias mi valiente amigo, sé que siempre estarás para mí». Le hablo a través del vínculo.

Con todos mis amigos presentes, mostrando su cariño por mi familia y por mí, me siento más segura para dar este paso, no solo les diré adiós a mis abuelos, también este es el comienzo de una nueva etapa para mí.

Tomo el pequeño cofre de madera, rozo por última vez sus bordes tallados, luego respiro profundo tratando de encontrar la valentía para hablar.

—De la oscuridad nació la luz y en ese pequeño rayo de claridad encontré la bondad y el amor, dos ángeles con el alma más pura que conocí, que me dieron todo sin esperar nada a cambio, me enseñaron a creer en el amor y a luchar por mis sueños, recalcando que el límite está en mi mente y que la fuerza viene del corazón.

»Dentro de mis memorias hay muchos recuerdos como esa vez cuando le quebré la pipa a Meme, estaba muy asustada creyendo que me castigaría, sin embargo él solo me sonrió y dijo: «Esta es la señal que estaba esperando para dejar este vicio». Después de ese incidente lo veía masticar menta muy sonriente.



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En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

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