El amor de la bestia

Capítulo 36

Durante los últimos dos días, no obtuve noticias de Mondrag, pero este día, luego del almuerzo, encontré una nota sobre mi buró…

«Princesa mía, las horas en que no puedo verte juro que son un suplicio para mi corazón, pero el deber no espera y debo confesar que también tengo miedo de despertar la ira de los dioses y la desconfianza del rey de Eirlea. Ahora solo puedo calmar mis ansias de verte mientras sujeto la espada para ayudarte a mejorar tus habilidades. No sé si sea una bendición o una condena, pero doy gracias de poder al menos acompañarte durante estas horas. Te espero dónde siempre y ve preparada porque el que te espera es tu líder».

Mi corazón no pudo latir más fuerte por la emoción al saber que él piensa en mí. Empuñé el papel sobre mi corazón y sin haber perdido tiempo me preparé para mi entrenamiento. 

Es un tanto curioso que siempre esté dispuesto para mostrarme habilidades cuerpo a cuerpo, pero cuando se trata de magia él simplemente no está disponible. Aún tengo el deseo de verlo en su piel de dragón.

Ahora me burlo de mi propia ignorancia ya que estar bajo el sol de la tarde es mucho más abrasador de lo que recordaba y está muy lejos de ser una cita romántica. Mi piel arde ante su sofocante abrazo, el sudor en mi cuerpo hace casi insoportable el traje de combate que Shani me obliga a portar y el cuál según sus propias palabras además de hacerme lucir hermosa, está hecho de un material que protege mi cuerpo de lesiones externas.

Llevamos un par de horas entrenando, bajo el imperdonable beso caliente del astro rey, mismo que ha provocado que mi cuerpo se deshidrate con rapidez, pero no puedo mostrarme como un ser frágil, soy una inmortal y debo comportarme como tal. Además, los ojos de los guerreros están puestos en mí y he aprendido que en este mundo no hay lugar para los débiles. Cada vez que siento que mis piernas me fallarán, o que mi cuerpo sucumbirá ante el cansancio, me aferro a mi fuerza de voluntad, cavando en esa chispa que yace en mi interior para no rendirme. La última vez que lo hice… No, nunca más volveré a ser esa niña frágil, nunca más un ser amado pagará por mi debilidad.

Levanto la pesada espada de madera, misma que me ha sido dada para esta tarea. Aprieto fuerte los dedos de mis pies para encontrar equilibrio, luego doblo solo un poco las rodillas y golpeo con todas mis fuerzas.

—Debes atacar utilizando la respiración como aliada —instruye Mondrag al momento que su espada choca contra la mía, haciendo que en el acto pierda el equilibrio y me balancee hacia atrás.

—No entiendo —respondo entre jadeos—. Según yo estoy haciéndolo bien.

Él me dedica una media sonrisa y se acerca a mí colocándose detrás mío.

—Al momento de prepararte para un ataque inhala —dice haciendo el ademán con su mano la cual pasa frente a mi pecho pero sin llegar a tocarme. Trago saliva al sentir el calor de su cercanía, pero este calor es placentero—. Sostén la respiración y luego exhala —explica bajando nuevamente su mano—, eso hará que el golpe lleve más de tu fuerza. Inténtalo —anima mientras se aleja y  adopta una posición defensiva.

Yo intento recuperarme, él sabe muy bien lo que me está provocando, pero debo de admitir que ante el público es lo más cercano a un contacto físico que nos podemos permitir.

—Lo intentaré —respondo mientras me concentro.

Debo dar lo mejor de mí. Cierro los ojos y cabo dentro de mi ser buscando mi concentración, sigo sus instrucciones y luego me coloco en posición. Él asiente dándome confianza. Ataco nuevamente, está vez la fuerza de mi cuerpo fluye con más libertad.

—Muy bien —elogia mostrándome esa perfecta sonrisa—, ahora debes repetirlo hasta que tu mente y cuerpo estén sincronizados. Inhalar y exhalar sin que te detengas a pensarlo.

Asiento y segundos después el único sonido es el de nuestras armas chocando entre sí en una perfecta danza, sus ojos llenos de orgullo me transmiten más que las palabras. Giro rápidamente haciendo en el acto que nuestros hombros se rocen, luego otro medio giro y quedamos frente a frente, un medio golpe y retrocedemos, segundos después, su espada pasa rozando desde mi pecho hasta mi rostro, pero yo me inclino hacia atrás y solo siento el aire como una suave caricia. Me recupero y ataco, pero él esquiva mi espada y atrapa mi cintura elevandome unos centímetros por sobre el suelo, me gira mientras nuestras miradas se entrelazan, luego caigo sobre mis pies, seguidamente lo ataco nuevamente de frente y él se dobla hacía atrás haciendo que yo pase por arriba de él. Mi rostro y el suyo quedan a escasos centímetros y es su respiración la que me acaricia. Caigo sobre una rodilla y con la espada clavada en el suelo. Me levanto rápidamente. Ahora los dos estamos de espaldas y luego nos giramos en sincronía. Tanto él como yo nos mostramos agitados y solo cuando escucho los vítores de Emanoc vuelvo a la realidad.

—Eso ha sido impresionante, princesa —exclama.

Doy un leve asentimiento en señal de respeto al que me instruye y luego le sonrío a Emanoc.

Me llevo la mano al pecho ya que siento seca la garganta, pero estoy realmente satisfecha con el entrenamiento.

—Tomaremos un leve descanso para que puedas hidratarte —anuncia Mondrag.

Asiento en respuesta. Él avanza hasta el lugar en dónde se encuentra el vital líquido. Lo veo servir una pequeña cantidad y luego me la ofrece.



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En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

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