El amor de la bestia

Capítulo 42

Narrador omnisciente.

 

La daga atraviesa justo el corazón de la princesa. La sangre salpica a Breymont y aunque hay arrepentimiento por sus acciones, ya no hay nada que pueda hacer. 

En un último suspiro Eire mira a su dragón, aquella bestia a la que le pertenece su corazón. Ya no existe el hombre, su feroz rugido es una sentencia para todos los que están en el valle del sueño profundo.

El cuerpo de la joven se desploma cayendo al suelo mientras que su sangre mancha las tierras que una vez fueron testigos de un amor verdadero. Al verla caer el corazón de la bestia se fragmenta y su ira cobra protagonismo. Ya no está pensando, solo es su instinto por matar y vengarse.

—Mondrag, no dejes que el dolor te ciegue —exclama Dragfor.

El antiguo guerrero leal a su señor, sabe que sus planes no salieron como era de esperarse, pero aún hay una esperanza si tan solo Mondrag lo escucha y no se deja llevar por su instinto.

El dragón de Mondrag es realmente poderoso, su cuerpo está cubierto por una armadura hecha del más duro metal, sus ojos son dos bolas de fuego y sus garras tienen el poder de partir a cualquier inmortal con un solo movimiento. En su cabeza sobresalen dos largos cuernos y en medio de su frente brilla el rubí. 

Cada rugido hace que el mundo de los inmortales tiemble y las grietas se abran aún más. 

—Voy a destruirte y juro que de tu reino no quedarán ni las cenizas —sentencia a la reina.

Ella está realmente asustada, nunca se imaginó que esa magia existiera en el joven príncipe. Es un poder antiguo muy parecido al del que duerme.

Aine retrocede, ella también es muy poderosa, pero enfrentarse ahora mismo a la bestia la pondría en desventaja.

—Ataquen fieles servidores —ordena a sus infernales criaturas.

Los Delgars no dudan y pronto se van en contra del dragón. La batalla da inicio y mientras Mondrag desgarra con facilidad a cada oponente, Dragfor aprovecha el momento y con su espada en mano se hace camino para llegar hasta la princesa luna.

Un resplandor claro sale del pecho de Eire, es el poder de la vasija que ha sido rota lo que sale de su cuerpo.

Breymont mira sus manos manchadas de sangre, está temblando y llora de forma desconsolada.

—Nunca te quise hacer daño, juro por mi vida que solo deseaba recuperarla, pero ahora incluso a ella la he perdido.

Dragfor coloca su mano sobre el pecho de la princesa. Sabe que tiene el tiempo contado.

—Aún podemos hacer algo por ella, su espíritu está completo —anuncia.

—¿Y Tirsha, se ha ido? —pregunta Breymont.

—No lo sé, no puedo sentir a ambas —responde el guerrero.

Dragfor se siente culpable por lo sucedido, él solo deseaba despertar por completo a su señor. Necesitaba del poder de Mondrag y de la sangre de la princesa, pero con unas gotas hubieran bastado. Le permitió el acceso a la reina para tentar a Mondrag ya que si él le decía sobre sus planes este nunca le ayudaría y mucho menos creería si confesara toda la verdad.

Fue hace muchos siglos atrás, cuando el señor de las tierras de fuego también se había dejado cegar por la ira al perder a su amor. El mundo estaba en peligro y Dragfor había hecho un juramento a sus padres: proteger a su hermano menor era su misión. Los dos nacieron de la misma madre y del mismo padre, pero el destinado a ser el rey era su hermano menor y él aceptó el destino y juró ser la mano derecha de su rey. Es por eso que debía proteger a su señor y a la vez a su sangre. Durante toda su existencia fue testigo del corazón bondadosos de su hermano y de lo buen rey que sería para su raza, también lo vio cuidar con esmero y dedicación aquella pequeña semilla que había sido otorgada a su especie. Los dos la amaron, pero los inmortales les habían arrebatado su tesoro, por mucho tiempo su hermano sufrió la pérdida, pero cuando conoció a aquella joven princesa curiosa y traviesa la alegría volvió al futuro rey, tiempo después ellos se amaron. También Dragfor fue contagiado por ese amor, pero a diferencia de su hermano menor él la veía también como su pequeña hermana. Siempre la molestaba y le hacía bromas y justo cuando su hermano confesó su amor, fue separado de su princesa y el caos reinó.

Es por eso, siendo él testigo de todos las mentiras y del amor que ellos se profesaban que encontró la forma de traer de vuelta al amor de su rey ya que tampoco deseaba que la ira del gran señor de las tierras de fuego, acabaran con el reino de Arontanium. En un momento de lucidez pidió una audiencia y le presentó el plan. Debía dejarse sellar y hacerles creer su derrota ya que para poder forjar la lámpara recolectora de almas se debía hacer uso de mucha magia, misma que podría ser utilizada para sellarlo. Él sabía que después de eso nada sería diferente, pero la bestia aceptó con el juramento de su hermano de despertarlo cuando ella ya hubiera completado su ciclo y su alma fragmentada se volviera a reunir. Así puso en marcha su plan, le llevó siglos de planeamiento para que cada cosa se diera. No estuvo solo, la diosa también ayudó aún sabiendo el castigo que le esperaba. Él les hizo creer que todas las ideas y planes vinieron de cada persona involucrada y siempre mantuvo el perfil bajo. Cada evento fue planeado por el dragón y al momento de sembrar la semilla en el cuerpo de la diosa convertida en simple mortal, supo que era cuestión de tiempo. 



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En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

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