El amor de la bestia

Capítulo 47

Mondrag.. 

He estado esperando por mi princesa y ahora que está aquí conmigo, en el mundo que construí para nosotros, no voy a permitir que nada ni nadie nos vuelva a separar. Usé mi magia para construirlo, todo fue pensado por y para ella.

Y ahora me aseguraré de hacer de este sueño nuestro hogar. 

Acaricio su rostro y le sonrío.

—¿Te gusta nuestro palacio? —cuestiono.

Ella se da la vuelta y yo la abrazo rodeando su cintura mientras dejo que recueste su cabeza sobre mi pecho.

—Es hermoso, pero…, ¿no creés que está muy solo? 

—En realidad no estamos solos —respondo al tiempo que extiendo mi mano y esparzo magia.

Ella se aparta de mí al ver como nuestro nuevo mundo va cambiando y en dónde antes había vacío ahora está surgiendo un reino.

»Despierten leales amigos, es momento que nuestra magia ruja y anuncie al mundo que hemos vuelto.

Cientos de soldados alados ahora se inclinan frente a nosotros.

—¡Saludos rey Dragón, saludos princesa Luna! —exclaman al unísono.

—¿Son los que fueron sellados contigo? —cuestiona mi princesa.

—Así es, los dragones tenemos dos vidas, podemos renunciar a una para vivir la nueva, yo nunca morí y solo volví a renacer, ellos en cambio, si regresan al mundo exterior, no podrán volver a tomar su forma humana y vivirán para siempre como dragones gracias al intercambio de vidas, pero este es mi sueño y en él gracias a mi poder no existe tal atadura. Nadie aquí está regido por las leyes absurdas creadas por dioses egoístas —digo con odio. Luego la tomo de la mano y la veo a los ojos—. Este mundo es perfecto para nosotros, podremos vivir nuestro amor sin miedos, sin que nadie nos separe.

—No podemos estar aquí para siempre, debemos regresar —dice con sus ojos cristalizados.

—No te dejaré ir, princesa mía. ¿Acaso no quieres vivir junto a mí este sueño de amor perfecto? He deseado este momento por muchos siglos. Por favor, no me dejes, no permitas que nos vuelvan a separar.

Ella acaricia mi rostro y me dedica una tierna sonrisa.

—Mondrag, te amo con todo mi ser y lo que más deseo es estar a tu lado para siempre, pero…

—No digas más —le pido—. Mira a todos ellos, mira este mundo, todo es perfecto para vivir nuestro amor.

—Es perfecto —susurra.

La atraigo a mí y la veo a los ojos. Sé que me ama, pero desde que despertó siento que hay algo que la tiene inquieta y algo distante. Mi amor por ella ha trascendido el tiempo y lo único que deseo es protegerla y amarla, mi corazón le va a pertenecer aún cuando las estrellas ya no brillen, porque aún en la oscuridad su imagen y nombre quedarán grabados en mi ser.

—Princesa mía, he esperado mucho tiempo para poder estar contigo, ahora con todos los que me han sido leales por los siglos como testigos de nuestro amor, te quiero confesar… —Me pongo de rodillas e inclino mi cabeza—. El corazón de un dragón solo puede amar una vez, te amé desde el principio de los tiempos, desde que apenas eras una semilla, nuestra unión está hecha por el lazo rojo del destino y lo que mi alma más desea es que seas mi esposa. Por favor acepta el amor de esta bestia atando tu vida a la mía…

 

 

Eire…

La luna que llevo en mi pecho ahora resplandece iluminando mi ser. Es la dicha que alberga mi corazón al sentir que por fin puedo tener aunque sea un poco de felicidad en un momento difícil.

La bestia se postra frente a mí y todos sus súbditos lo siguen. Me siento honrada, pero ahora la decisión es más difícil. No, no debo dejar que el futuro empañe este momento.

Extiendo mi mano mientras me inclino.

—Acepto compartir el resto de mi vida contigo. Te acepto como mi esposo y juro amarte por la eternidad.

Él toma mi mano y se levanta.

—¡Felicidades al rey dragón por su futura esposa! —recitan nuevamente como si de un canto se tratase.

Él besa mis labios sellando de esta forma nuestro pacto, un pacto de amor.

El cielo se ilumina con los colores del arcoiris, luces brillantes estallan y luego caen como rocío de oro. Todos celebran y la música pronto hace vibrar nuestros corazones.

—Ponle un nombre al reino que creé para ti —me pide.

Miro a mi alrededor y todo es tan perfecto, pero sobretodo se respira el amor y la paz. Algo que hacía mucho tiempo no sentía.

—Este lugar y su gente representa la prueba más grande de nuestro amor, es por eso que la llamaré: chóra tis agápis (tierra de amor) —respondo.

—Me gusta —confiesa—. Ahora vamos, te mostraré el lugar.

Nos tomamos de la mano y pronto estamos caminando por en medio del mercado. Todo es tan real que ahora me cuestiono si en realidad estoy en un sueño o el sueño fué lo que dejé atrás. Los olores de las especies pronto inundan mis fosas nasales. La sonrisa de la gente es contagiosa y vibrante, incluso el canto de los pájaros es dulce.



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En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

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