El amor de la bestia

Capítulo 50

Eire…

 

Me duele tener que renunciar a él, a este sueño de amor perfecto, pero no puedo ser egoísta.

Mis ojos ahora están empañados con lágrimas y mi ser arrastra un profundo dolor. Solo deseo que Mondrag me entienda y sepa que todo lo que he hecho es porque lo amo.

Salgo rápidamente de nuestro lecho de amor mientras él sigue dormido. El tiempo se ha terminado y yo debo cumplir con mi destino, la promesa que le hice a la diosa Luna.

Ónix espera por mí, pronto soy llevada al límite que nos separa de Arontanium. 

La barrera no es obstáculo para mí ya que fue creada para retenerlo a él y a sus guerreros. Ónix detiene su galope. Miro hacia atrás y sin poderlo evitar siento que lo estoy traicionando. 

«¿Estás segura?». Me pregunta por el vínculo.

«No, pero es mi deber».

—¡Andando! —exclamo.

Ónix obedece y pronto estamos en el Valle del sueño profundo.

—¡Alto ahí! —grita un soldado al tiempo que nos vemos rodeados por varios guerreros de Mindrac—. ¿Quién se atreve a venir aquí?

Bajo rápidamente de Ónix y camino fuera de la niebla.

—Soy la princesa Eire, heredera al trono de Eirlea —respondo.

Un fuerte rugido hace que los demás guerreros se aparten. Beriatric aterriza frente a nosotros convirtiéndose en mujer al instante.

—¿En dónde está Mondrag? —pregunta mirando con preocupación.

—He regresado sola —respondo.

De su vista no pasa desapercibido mi tatuaje.

—Él seguramente ya sabe que lo has abandonado —dice mirando más allá de lo que se puede apreciar a simple vista—. Alejémonos de aquí, la barrera pronto será destruída —ordena a todos los guerreros.

—Beriatric, necesito que me lleves al lugar dónde nace Ignis Ardentes —pido sin más preámbulo.

Ella me mira un tanto extrañada. Ignis Ardentes está conectado directamente a la llama roja de su reino, principalmente a su rey, pero hay un secreto que no sabe y es por lo que yo deseo llegar al lugar en dónde nace. 

—Eirlea está siendo atacada por Chandria —me informa—. Sin el apoyo de los dragones y sin tu magia, su derrota será inminente. ¿Por qué deseas ir al bosque de los árboles de fuego y no correr a ayudar a tu reino? —cuestiona.

—Sé muy bien lo que está sucediendo —respondo con firmeza—. Es por ello que necesito que me lleves al lugar que te pido.

Cuando caí presa de la muerte, La diosa Luna me mostró mi destino, es por ello que sé que no basta con intentar defender Eirlea, cuando la amenaza más grande es la furia de Ignis Ardentes. Dentro del volcán está la vida y la muerte. En el principio de Arontanium solo existían los dragones, el bosque de los árboles de fuego es el lugar que los vió nacer y con ellos Ignis Ardentes. Cuando las llamas fueron dadas a cada reino, el volcán durmió completamente. Ahora que ha despertado lo ha hecho con furia, su vena principal está bajo el legendario árbol sagrado de fuego, y solo existe una manera de apaciguar su ira. Es mi destino salvar Arontanium y devolver lo que una vez fue tomado para traerme de vuelta.

—De acuerdo —dice sin hacer más preguntas al tiempo que vuelve a su piel de dragón—. Súbete te mostraré el camino.

—Ónix, muchas gracias por ser mi fiel amigo y guardián —me despido de él.

Los dos sabemos que está será la última vez que nos veamos. Él solo relincha y empieza a trotar lejos.

«Sé libre, como en el principio».

Luego me apresuro a subirme sobre el lomo de la poderosa dragón. En el pasado no nos pudimos llevar bien, pero sé que las dos tenemos un mismo objetivo y es mantener a salvo a los que amamos, es por eso que me atrevo a pedirle este último favor ya que sé que es la única que me llevará al bosque de los árboles de fuego sin hacer preguntas e intentar persuadirme.

Veo el mundo bajo mis pies y todo está en caos, ruego poder llegar a tiempo antes que sea demasiado tarde.

—Hemos llegado, no puedo ir más allá contigo. Lo lamento.

—Gracias por traerme —respondo a la majestuosa dragón—. Sé que no puedes cambiar de forma continuamente, pero todo cambiará para bien.

—Sé muy bien lo que harás —dice mirándome fijamente—. Pagaré tu sacrificio llevando a los guerreros más poderosos a defender la vida del rey de Eirlea. 

Hace una reverencia y yo le correspondo el gesto.

—Beriatric, quiero pedirte un último favor.

Ella me ve y luego asiente en respuesta.

—Retrasa a Mondrag todo lo que puedas, no le desveles mi paradero. 

—¿Estás decidida a hacer ésto? —cuestiona.

—Es mi destino y lo voy a afrontar con valentía. Agradezco a la diosa Luna por haberme permitido cumplir con mi deseo. Aunque no pueda estar con él, seré su esposa por la eternidad.

—Él no me perdonará por ocultarle esto, pero si es tu voluntad, lo haré. Ahora eres su esposa, por lo tanto eres mi reina y como súbdita cumpliré tu deseo —responde para luego hacer una última reverencia.



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En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

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