El amor de la bestia

Epílogo.

Mondrag...

Ya han pasado más de dos años desde que mi princesa dejó el mundo inmortal. Cada día ha sido una agonía. Siento que ya no tengo motivos para seguir viviendo, no hay nada que me ate a la vida.

Continué viviendo solo para ayudar a restaurar el reino de Arontanium. Mindrac tiene un nuevo rey, cedí el trono a Dragfor, mi hermano. Yo no tengo la voluntad ni el poder para hacerlo. Ahora soy un simple inmortal, mi dragón murió con ella.

El rey Luisandrium es ahora el que gobierna los tres reinos como en el principio ahora están unificados. La princesa Shani ha sido proclamada como la princesa heredera al trono.

Todos los inmortales y las criaturas de Arontanium tienen su propia magia, no hay pacto entre dioses, pero todo marcha bien para ellos.

Mi ejército le ha jurado lealtad al nuevo rey de Mindrac. Todos han recuperado su piel de dragón.

Parece que ahora el mundo vive en paz y prosperidad. A mi princesa le hubiera gustado ver lo armonioso que es Arontanium.

Una lágrima se desliza por mi rostro. Me limpio con el dorso de mi mano y luego sigo forjando la nueva espada; es lo que hago para mantener mi mente ocupada. 

—Vives como un cavernícola dentro de esta cueva. —Me doy la vuelta y veo a Dragfor parado en la entrada.

—Es lo más cercano que puedo estar de ella —respondo al tiempo que dejo de lado mi tarea.

Dragfor viene de vez en cuando de visita. Desde hace un año; luego de que todo estuvo resuelto entre los reinos, me vine a vivir a la cueva en dónde ella y yo estuvimos la primera vez, aquí fué donde pasamos nuestra primera noche juntos, dónde sentí por primera vez, después de muchos siglos, el calor de su cuerpo y su deliciosa aroma. 

—¿Aún no has podido volver a tu piel de dragón? —cuestiona mirando mi tatuaje.

El tatuaje representa mi juramento de vida a Eire, pero ahora solo me recuerda que le volví a fallar. Quise darle una de mis vidas ya que presentía lo que ella haría, sin embargo, el destino se empecinó en quitarmela, quizá es porque no me la merezco, desde el principio fallé en protegerla.

Me doy la vuelta y sigo forjando el arma, atizo el fuego para seguidamente meter el metal que estoy forjando. No quiero hablar del tema. Si lo hago me romperé nuevamente. 

—Felicidades por tu compromiso con la princesa Shani —digo luego de unos minutos en silencio—. Ahora si me disculpas, seguiré en mi tarea.

—Mondrag, no estaba seguro si decírtelo —lo escucho hablar. Me detengo sin darme la vuelta—. Pero me doy cuenta que eres como un fantasma viviente y me duele verte así. 

—No necesito de la compasión de nadie —respondo entre dientes.

Es la razón por la cual no permito que nadie me visite.

—Briax desapareció hace unos días —sigue hablando. Me doy la vuelta para prestarle atención—. Sabes muy bien que ella es la mascota de la princesa Luna. Ariam ha estado buscando entre los antiguos libros y ha descubierto que Eire sigue viva, el juramento de vida que le diste, no falló, las pruebas están en que no pudiste recuperar tu piel de dragón y ahora Briax ha dejado el mundo inmortal para reunirse con su dueña.

Las herramientas que sostenía caen al suelo. ¡Ella está con vida! ¡Mi princesa no ha muerto!

—Dime que esto no es una broma —suplico mientras mis ojos se llenan de lágrimas.

—Los últimos meses Ariam ha estado buscando información, no te había querido dar la noticia para no albergar falsas esperanzas, pero no hay duda, Eire regresó al mundo de los mortales.

Mi corazón está latiendo de forma frenética. Día y noche he rogado para que mi princesa esté con vida, ahora parece que la diosa se ha compadecido de esta pobre bestia.

—Iré a buscarla —anuncio.

—No es así de sencillo —advierte Dragfor—. El portal que conecta nuestros mundos ha sido sellado. Con el pacto roto no hay forma de abrirlo de nuevo. Sin embargo, según las antiguas escrituras hay una forma, pero es arriesgado y no hay garantía de que funcione.

—No me importa, dime qué es lo que tengo que hacer. Estoy dispuesto a perder la vida en el intento.

Él me mira con resignación.

—Nadie nunca lo ha intentado —advierte.

—Dragfor, soy un muerto viviente. Aunque la esperanza sea mínima yo me aferraré a ella. Mi vida no tiene sentido si mi esposa no está conmigo. Puedo renunciar a todo, menos a mi princesa.

Él asiente y por primera vez luego de éstos tortuosos años, siento nuevamente esa chispa de felicidad.

 

(***)

 

Ahora me encuentro en el templo de la diosa Luna. Bajo mis pies está el símbolo de la luna llena la cual rodea a la estrella de cinco picos. La luna representa una nueva vida y cada una de las puntas representa a los elementos y el último pico invertido a los seres mortales que es en lo que deseo convertirme.

Para poder llegar al mundo mortal, debo renunciar a mi inmortalidad y para eso tengo que drenar la sangre de mi vena inmortal y pasar por la tribulación del fuego. Si salgo con vida, pronto me reuniré con ella.



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En el texto hay: criaturas magicas, romance, drama

Editado: 29.07.2023

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